Cap 4 "Es un tema sensible"

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Dennise

Nathaniel está con algunos de sus amigos, sus manos se mantienen metidas en los bolsillos mientras mueve su despeinado cabello negro, como algún personaje "cool" de las peliculas. Para mi solo se ve patético.

Ahora él también se da cuenta de que estoy aquí y camina hacia nuestra mesa.

—Jajaja , ¿la comida sabe mal, o por qué pones esa caratan fea? —bromea Qiwen al verme—, casi parece que vas a matar a algui...

Qiwen se calla al ver quien se acerca.

Nathaniel se pone frente a nuestra mesa pero lo ignoro y sigo comiendo.

—Oye —intenta llamar mi atención—, ¿podemos hablar?

El simple hecho de escucha su voz hace que mi estómago se revuelva. ¿Por qué tenemos que estar en el mismo colegio?

—Va a ser rápido —insiste al ver que no respondo.

—No.

Quiero que se vaya, pero se queda ahí parado. No pienso cambiar de opinión, solo quiero que deje de intentar hablarme de una vez por todas.

—Solo quiero disculparme, Dennise

Escuchar mi nombre en su sucia boca me altera todavía más. 

Esta vez si lo miro a los ojos. Estoy harta. 

Me levanto tan bruscamente como puedo y tiro el tenedor contra la mesa, quiero que sepa que estoy furiosa. Me acerco a él hasta el punto en que tiene que retroceder.

—¡Ya te dije que no! —esta vez levanto la voz—. Ahora largate. 

Me vuelvo a sentar. Nathaniel se queda parado un par de segundos, pero finalmente se va sin decir nada más.

Perfecto, ahora mi día está arruinado, ¿por qué no solo se rinde? No es tan difícil entender que es un idiota. ¡Agg!, si no fuera por él, mi hermana seguiría conmigo. Solo recordar eso me hace odiarlo todavía más, si es que es posible.

El ambiente pesado regresa, pero esta vez no me importa, ahora estoy recordando cosas que quisiera olvidar.

—Es un tema sensible —le susurra Qiwen a Elioth.

Parece preocupado pero no dice nada, entonces Qiwen usa su habilidad para cambiar de tema en momentos incómodos (los cuales parecen ser frecuente conmigo).

—No terminamos nuestra conversación de Biología —su voz aliviana el ambiente—, y todavía tengo muchas preguntas sobre ti, Elioth.

—Ah —responde—, adelante.

—No debiste decirle eso —digo, tratando de olvidarme un poco del enojo—, ahora no te va a dejar en paz.

—Shh —me calla Qiwen—. Lo dicho, dicho está. No puede arrepentirse ahora.

Durante el resto del tiempo interroga a Elioth, él responde a cada una de las preguntas hasta que se termina la hora del almuerzo. En resumen ahora (gracias a Qiwen) se esto de Elioth:

Nombre completo: Elioth Jhare Ledezma (no tiene segundo nombre y usa ambos apellidos de su mamá).

Hobby: Lectura y escritura (además está trabajando en una novela ambientada en 1800).

Familia: Sus dos hermanos, mamá y su padrastro.

Color favorito: Beige, que según Qiwen es el más aburrido de todos.

Mascotas: Ninguna, aunque le gustaría tener un gato, pero su mamá es alérgica.

Entre otras cien cosas más que Qiwen hubiera convertido en mil, si tuviera suficiente tiempo, pero el timbre salva a Elioth.

Las siguientes clases pasan más rápido de lo que quisiera. Estar con ellos dos es más divertido de lo que esperaba, incluso me hicieron olvidar lo que pasó en el comer con Nathaniel. Quiero quedarme con ellos más tiempo pero la hora de salida llega, lo que me recuerda (otra vez) qué me espera fuera del colegio: mi padre.


—¿Estarás bien? —pregunta Qiwen luego de despedirnos de Elioth en la salida del colegio—, puedo meterme en tu mochila y acompañarte, seguro nadie se va a dar cuenta.

Nos reímos, deseando que se pudiera.

—Tranquila, te mandaré un mensaje cuando todo termine, si es que sobrevivo —bromeo.

Se pone seria (algo muy poco usual en ella). Aunque ella siempre está bromeando, se que en verdad se preocupa por los demás.

Me da un abrazo.

—Recuerda que te apoyo en lo que necesites.

La bocina del carro de su madre, que recien llega, suena para apurar a Qiwen.

—¡Ánimos! —grita, montándose en su asiento.

Si, "ánimos", ojalá pueda tenerlos hoy.

Siento que mi teléfono vibra y por unos segundos me ataca el miedo de que sea mi padre quien me llama, a pesar de que puede llegar en cualquier momento no estoy lista para verlo ni mucho menos para hablar con él. Por suerte es mi mamá.

—Hola, ma —saludo.

—¡Den! ¿Cómo estuvo tu día?

Recuerdo lo divertido que fue en realidad.

—De hecho fue un buen día.

Por favor no lo digas, por favor no lo digas.

—Recuerda que tu papá te va a recoger hoy.

Lo dijo.

—Si...como si pudiera olvidarlo.

—Den, cariño, escúchame —ahora usa su tono tranquilizador—. Sé que estás nerviosa, es normal. ¿Cuando llevas sin verlo? ¿Nueve meses?

—Once —la corrijo, pero hablo más para mi que para ella.

—Pero sin importar cuanto tiempo pase él sigue siendo tu papá, y aun si no quieres aceptarlo, él te quiere mucho. Le duele ver tu rechazo.

—¿Cómo puedes defenderlo? Tu eres quien debería estar más enojada.

La escucho respirar al otro lado del teléfono.

—Tu papá no fue el mejor esposo, ni el mejor padre e hizo cosas que no debió hacer.

—¿"Cosas que no debió hacer"? Mamá, él te engañó y luego se fue con su nueva familia. Eso no es un simple error, no entiendo como puedes solo perdonarlo.

—Den, creeme que en su momento me dolió mucho, pero luego reflexioné: tu padre no era feliz y a decir verdad yo tampoco. No puedo justificar el engaño, pero el rencor solo puede hacerle daño a quien lo retiene. El perdonar te libera.

Quizás tenía razón, pero había algo en mi que no me dejaba solo olvidarme de todo y pretender que mi padre y yo estamos bien. Todavía me enoja pensar en él.

—Entonces —dice mi mamá, su voz refleja una clara esperanza— ¿vas a intentar perdonarlo?

No.

—Si.

No me gusta mentirle, pero al menos así estará más tranquila.

—Gracias Cariño, tengo que atender a algunas clientas aquí en el salón, asi que me voy llendo. Por cierto, Chantal te manda saludos. Recuerda portarte bien, te quiero.

Cuelga antes de que me despida.

Me siento en una banca frente a la calle y veo como todos salen del colegio hasta dejarlo casi vacío. Una hora después un carro grande y rojo se estaciona frente a mí, está tan limpio que cualquiera apostaría a que es nuevo. El conductor baja la ventanilla.

Es él. Mi padre.

Café y CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora