Capítulo 10

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A penas suena la alarma de mi teléfono guardo todas las cosas y me voy puntual. Casi nunca me voy tan temprano de la oficina, muchas veces me quedo adelantando trabajo del día siguiente. Pero hoy obviamente es la excepción. Me despido rápidamente de mi secretaria que me responde con un rostro de curiosidad. Camino sin mirar mucho al rededor, mientras envío un mensaje rápido a Jada.

Adriel: Ya voy saliendo de la oficina, nos vemos en una hora en una nueva cafetería que está en el centro. Te adjunto la ubicación por GPS. Se llama Flor de Chocolate.

Jada: Vale, yo estoy por salir, nos vemos.

Cuando estoy por cerca de mi auto, escucho a alguien llamar por mi nombre, su voz irritándome hasta la médula. Se oye cada vez más cerca junto con el sonido apresurado de sus tacones, pero yo acelero mi paso. Con suerte no será tan rápida con esos malditos zapatos.

- ¡ADRIEL! ¡ESPERA! -Justo cuando estaba por abrir la puerta del conductor siento un ligero tirón de mi manga por detrás. Joder.

- ¿Qué demonios quieres Cecilia? - Digo girándome para enfrentarla.

- Te estuve llamando desde que te vi pasar como un borrón acelerado saliendo de la oficina. Casi me safo un tobillo corriendo detrás de ti.

Pues tal vez debiste habértelo torcido, así no me hubieras alcanzado, y me estaría yendo en paz.

- En serio, ¿Qué quieres? Tengo cosas que hacer. ¿No estabas enojada conmigo de todas formas?

- ¿Por qué estás tan distante? Nunca me habías echado de tu oficina, ni me habías hablado tan seco como ahora. Jamás habías actuado así conmigo. -Dice haciendo un puchero como niña pequeña.

- Tal vez porque nunca antes te habías atrevido de chismosear de mi con Richard, ni habías intentado sonsacarme información cuando claramente no quería hablar de ello. No somos chicos de secundaria para que actuaras así. Y todo porque no te quise responder en la oficina.

- S-sólo hice lo que creí correcto. Te fui a preguntar de buena manera, pero sólo me echaste de tu oficina, como si fuera cualquier persona sin importancia. Además, como yo soy la responsable de recursos humanos debía mantener al tanto a Richard sobre todo lo que pueda ser importante relacionado con la empresa.

- Pero ¿Si hubiera querido responderte lo que pasó, no le hubieras ido con el chisme, cierto?

- Pues... -Dice mirándome hacia arriba por entre sus pestañas, haciendo una especie de puchero, cruzándose de brazos bajo sus pechos haciendo una leve presión sobre ellos provocando que resalten un poco más sobre su escote. Aparto la mirada ofuscado, mientras siento una especie de gruñido enojado quiere salir de mi garganta. - Probablemente no, ya que hubiera sabido que sólo fue un malentendido... Pero como no quisiste decirme nada... Me obligaste a hacerlo. Debía saber si debía preocuparme o no... Digo por el bien de la empresa, odiaría que pasara algo y te despidieran cariño... Además, se supone que los amigos se cuentan las cosas...

Ella intenta acercarse más a mí, acorralándome entre su cuerpo y la puerta del vehículo.

-Madura Cecilia, no todo tiene que ver contigo. Además, no somos amigos, sólo compañeros de trabajo y colegas. Ahora por favor apártate, tengo cosas que hacer. - Digo tomándola suavemente pero firme por los hombros para alejar su silueta de mi cuerpo.

- P-pero Adriel, espera. ¿En serio te comportas así sólo porque te diste un beso con la nueva? Yo te he estado esperando, supongo que también lo hace la cosa es que sí tienes por amiga. -No soporto más y resoplo exasperado, mientras me paso los dedos por mi pelo, intentando calmarme.

- Mira. No quiero ser grosero contigo, de verdad te estoy pidiendo que dejes el tema. Y no te metas más con Kristine, sé que no se llevan, pero tampoco admitiré que insinúes cosas sobre ella mientras no está presente. Nos vemos mañana Cecilia, cuídate. - Dictamino en lo que entro decidido a mi auto, sin darle la oportunidad de responderme algo.

Como Las Olas Del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora