Capitulo 1

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Al mirar por mi ventana observé a una hermosa chica de ojos cafés, cabello largo y lacio corriendo hacia mi casa con una preciosa sonrisa en el rostro. No pude evitar imitar su gesto como un bobo al tener tan hermosa visión acercándose. Su vestido blanco con estampado de flores azules se subía sólo un poco mostrando algo más de sus perfectos muslos.

Comencé a hacer mi cama perezosamente, antes de que Jada llegara y me regañara como siempre por no tenerla tendida. A los segundos escuché a lo lejos una voz dulce saludando a mi mamá, y enseguida el sonido de pasos acelerados subiendo la escalera hasta mi cuarto.

- ¡¿A QUE NO SABES QUE ME PASÓ?! -Soltó apenas llegó a la puerta de mi habitación, abriéndola de golpe.

- Hola Jada, ¿Como estás?, A mí también me da gusto verte. - Me burlé con una sonrisa de medio lado, terminando de armar el desastre al que le llamaba cama.

- Espera. ¿Viste la hora? ¡Adriel! ¿Recién haces tu cama? Eres un perezoso. - dijo cambiando su expresión de alegría a un mohín enfuruñado, arrugando su entrecejo. Para variar no me resistí, y mientras me regañaba me acerqué a ella, que seguía de pie en el umbral de la puerta. Le sonreí, la tomé por la muñeca haciendo que caminara dentro de mi habitación, cerré la puerta y la acorralé contra ésta, poniendo una de mis manos contra la madera justo al lado de su cabeza, y agachándome hasta quedar frente a sus ojos le dije con voz baja:

- ¿Sabes cariño?, Se te está haciendo una costumbre no saludarme. Esta no es la primera vez. Ya no voy a ser tan benevolente contigo... -Cuando terminé de decirle esto, me acerqué a su oreja y chupé suavemente el lóbulo. Que suerte que hoy no se puso aretes.

- Ho-hola Adriel-. Masculló como pudo entre un jadeo suave.

- Oh, ya es tarde para saludos mi pequeña piedrecilla.

No aguanté. La tomé por la parte baja de su espalda con mi palma extendida, atrayéndola de un movimiento ágil contra mi cuerpo, y con mi mano libre tomé suavemente su mejilla y la besé, apretando su baja extensión contra la puerta de madera y mi cuerpo. Sus labios suaves y mullidos chocaron contra los míos y comenzaron una danza. Sentí como su postura intentó cambiar ganándose de puntitas, sus manos subiendo por mis brazos desnudos (provocándome un suave escalofrío), pasando por mis hombros y cuello hasta enredarse en mi pelo, el que jaló suavemente logrando que se me escapara una especie de gruñido desde el fondo de mi garganta, que hizo que comenzara a besarla con más intensidad. Su beso sabía a miel, sus labios se sentían hambrientos, suaves, y no me resistí a atrapar uno de sus labios entre mis dientes y halarlo suavemente. Su respiración era un desastre y la mía... bueno, no se quedaba atrás. Cuando al fin separamos nuestros labios, juntamos nuestras frentes en un intento de recobrar el aliento. Nos alejamos unos centímetros, y al abrir los ojos encontré los suyos, su mirada se veía casi completamente negra, por sus iris tan dilatados observándome, sus labios entreabiertos se veían de un rojo cereza, y si no me alejaba un poco más de ella, la besaría otra vez hasta hacer que olvidara incluso su nombre.

- Esto es para que no olvides saludar a tu novio como se debe, Jada. -Solté con la voz ronca.

- Hmmm, si este va a ser mi castigo siempre, dejaré de saludarte de por vida mi queridísimo novio. -Soltó con una sonrisa picarona, aún entre la prisión que creé contra su cuerpo. Me alejé otro poco, no quería incomodarla con cierta parte de mi anatomía que parecía tener vida propia. La mano que aún sostenía en su rostro, la bajé suavemente y tomé su mano, guiándola hasta que quedé sentado en la cama y ella de pie frente a mí con una sonrisa.

- Bien, ahora que ya hemos dejado claro lo importante que es saludar como corresponde, ¿Qué es lo que querías comentarme?

- ¡Ay! ¡Cierto! -Dijo dando saltitos en su lugar mientras estábamos tomados de las manos. - Me seleccionaron para participar en el concurso regional de fotografía. Osea, más bien, me llegó un correo en el que explicaban que les habían gustado mis fotos, y que pasaría a la siguiente ronda. ¡Pasé la preselección! ¡AHHHH, QUÉ EMOCIÓN!

Como Las Olas Del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora