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El día era perfecto, el clima era más que cautivante, las suaves voces y risas de sus compañeros se escuchaban por toda la sala, y, a pesar de que los dorados y brillantes rayos del sol se filtraban por las amplias ventanas, nada lo podía perturbar.

A decir verdad, no recordaba alguna ocasión en específico en la que se hubiera sumergido en total y plena concentración, su mente siempre estaba en otros lugares, pero el día de hoy, quería acallar todos aquellos pensamientos que le carcomían la cabeza desde su conversación con el beta, sentía su cuerpo lleno de frustración e impotencia.

Sus saltos eran cada vez menos elegantes y delicados, sus giros parecían estar llenos de furia y no de gracia, su rostro no representaba su usual semblante relajado y gentil, tenía sus labios y cejas fruncidas, conteniendo toda la irritación que emanaba su ser. Sentía que no era suficiente, que los saltos no eran lo demasiado perfectos, que sus giros no representaban nada pacífico, que sus pies no estaban en la altura indicada y que su brazos no estaban elevados correctamente. Quería llorar, cada paso, cada movimiento, le parecía más imperfecto.

"¿Qué es lo que tú quieres?" Las palabras del beta lo estaban atormentando sin descanso desde aquel día, sentía que tenía que huir, que su felicidad la encontraría únicamente lejos de sus padres, de su casa, lejos de su zona de confort, quería correr, lanzarse a algún abismo y jamás despertar, y que, aunque fuera en sus sueños, al final tendría aquello que anhelaba su corazón. Cerró sus ojos con fuerza y respiró rápidamente, aguantando las horribles ganas que tenía de enterrar sus uñas en sus brazos, para calmar la marea descontrolada de sus pensamientos.

En un mal salto, apoyó todo su peso en su pie derecho, logrando así que su pie se doblara en un dolor agudo y punzante, haciéndolo caer finalmente con un golpe seco y doloro al suelo. Sus ojos se abrieron de golpe, de repente, las voces a su alrededor se habían ido.

—Oh, Yoon, ¿Estás bien? —Uno de sus compañeros y más allegados amigos corrió hacia él, tirándose rápidamente al suelo al ver al contrario desconcertado.

El pálido, luego de salir de su consternación, sintió como sus ojos se llenaban lentamente de lágrimas, mordió su labio inferior con demasiada fuerza, intentando contener el llanto, sostuvo su pie derecho en sus manos, que estaba punzando con un dolor casi insoportable. Un leve quejido salió de sus labios, y escuchó los pasos del resto de sus compañeros, acompañados de algunos susurros sin mal intensión.

—Tenemos que llamar a alguien, su tobillo se torció al caer. —Dijo una de las chicas, mientras se agachaba a la par de Jimin y miraba al resto de sus compañeros. —Vamos, dense prisa, podría ser algo más grave —Apuró a otros chicos que en seguida corrieron fuera del salón.

—Está bien, Yoon, descansa. Pronto llegará alguien —El castaño le acarició el cabello con ternura, encontrando consuelo en su tacto. —¿Porqué hiciste eso? No puedes esforzarte de esa manera. —Agachando la cabeza, una lágrima se deslizó por su mejilla hasta llegar a su barbilla, la retiró de mala gana con rapidez, escuchando voces agitadas provenientes del pasillo.

—Yoongi, por Dios. —Su maestra ingresó corriendo a la sala algo pálida y bastante preocupada. Tomó la mano del pálido —Respira, cariño, la ambulancia estará aquí pronto. —Colocó una bolsa con hielo en el pie del mejor y esperaron el vehículo. Pero en lo único que el omega podía pensar era en que no podía bailar por mucho tiempo, lo que significaba más tiempo en su casa, algo que no lo llenaba de felicidad.

୭  🧷 ✧ ˚ 🩰 .  ᵎᵎ  🎀

Al rededor de quince minutos demoró la ambulancia, lo llevaron a una de las clínicas más exclusivas de la ciudad que sus padres pagaban, había estado allí solo un par de veces, y por cosas mínimas que sus abuelos no pasaban por alto, como cuando se cayó de uno de los árboles del jardín, en uno de sus intentos de leer sus cuentos ilustrados, lo que le ocasionó una herida en su cabeza, y moretones en sus costillas.

Vendaron su pie y lo obligaron a reposar en cama hasta que se curara, para él realmente no se veía tan grave, pero prefería hacer caso antes de una agravación más severa. Claramente, y como cada uno de los días a partir de sus cinco años, sus padres no fueron a recogerlo, ni siquiera lo llamaron, pero no le extrañaba, era común que no estuvieran nunca, excepto en eventos públicos, donde claramente tenían que aparentar ser los más amorosos padres, como en los recitales de violín que tomaba en su niñez.

El cielo se veía oscuro a través de la ventana polarizada del auto que lo había recogido en la clínica, su mirada no se despegó nunca del exterior, aunque no estuviera realmente atento a él.

Al llegar a casa, el chófer le ofreció las muletas que su médico le había obligado a usar. Caminó lentamente a la entrada de la casa, sin estar acostumbrado a los tontos aparatos. Mantenía el ceño fruncido, sus brazos y manos dolían por el esfuerzo, además su bolsa deportiva no ayudaba con su tarea. Con lentitud ingresó a la casa, siendo recibido por una de las mujeres de la cocina.

—Oh, señorito. ¿Se encuentra bien? Le traeré un poco de té.

El negó con su cabeza y una sonrisa tensa, no queriendo hacer sentir mal a la mujer que siempre le consentía con comida. —Está bien, iré a descansar a mi cuarto, y tal vez luego, comeré un poco.

Caminó por el recibidor hasta llegar a las escaleras. Subirlas, al parecer, le costaría un poco más de lo pensado, quizás si intentaba subir sentado, sería más fácil.

Con un suspiro dejó las muletas recargadas en la pared de mármol, agarró la baranda dispuesto a subir a saltos, logró subir los cinco primeros escalones con mucha dificultad, cuando unos pasos que reconocía de memoria se le acercaron.

—¿Qué estás haciendo? —La voz de su madre lo distrajo un poco de su tarea.

—Subiendo las escaleras —Contestó alzándose de hombros. Giró levemente su rostro para ver el de su madre, quien mantenía sus perfectas cejas fruncidas en una horrible mueca.

—¿Porqué no llamaste a nadie para que te ayudara? —Su voz denotaba más fastidio y exasperación que preocupación. Con un suspiro ruidoso, Yoongi giró nuevamente para seguir con su tarea, no estaba de humor para una discusión. -No importa. Por favor, ve a tu cuarto y ponte algo más adecuado, vamos a recibir algunos invitados.

—No, madre. Estoy cansado, no quiero hablar con nadie. —Siguió subiendo los peldaños, solamente le faltaban unos tres para llegar al vestíbulo de habitaciones.

—Yoongi, son invitados sumamente importantes. —La pelinegra se cruzó de brazos, exasperada por el repentino cambio de actitud del menor.

—Quizá para tí —Mordió su lengua tratando de contener sus palabras, no quería agrandar la situación, realmente nunca quería.

Escuchó el ruido de los zapatos de tacón seguirlo a las escaleras. -Escucha, van a venir los Jeon y vas a bajar a saludarlos, no estoy preguntando qué es lo que tú piensas al respecto.

Sus esfuerzos se frenaron en seco, sintiendo que sus tripas se retorcían. Una sonrisa de incredulidad apareció en su rostro al mismo tiempo que su cuerpo se llenaba de exasperación. Afianzó su agarre en el barandal y trató de subir con más rapidez, se resbaló en el último tramo, ocasionando que apoyara con fuerza su pie derecho, haciéndolo soltar un pequeño quejido, seguido de un sollozo ahogado.










































Primera parte de dos, no quería que fuera tan largo el cap, así que cuando acabe de corregir la segunda parte la publico, gracias por el apoyo a todxs <3 besitos.

As Long As I'm Alive [Kookgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora