La chica del Grupo B

1.7

{ Teresa }

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- Noah Pov's -

Gracias a que Winston tenía un reloj, me avisó de la hora que era, y de donde estaba la Sala de Mapas, porque, Alby ni siquiera me había dicho donde estaba. Menos Minho.

Caminé por el bosque hasta que vi la cabaña a un lado de un pequeño estanque. Me acerqué a este, agachándome para verme en el reflejo del agua.

—Me olvidé de que aún no eres Corredora y no tienes reloj —giré la cabeza hacia un lado al escuchar la voz de Minho, quien estaba apoyado contra la madera y los brazos cruzados.

—Winston me ayudó.

Dejó de apoyarse contra la madera. —¿Entras o vas a seguir mirándote? —me habló antes de abrir la puerta de la cabaña.

Rodé los ojos ante su tono burlesco, levantándome y acercándome a la cabaña.

—¿No decían que aquí no podía entrar? —le pregunté, a lo que Minho me miró de vuelta, paseando por el interior de la sala.

—Bueno, dado que soy el guardián, creo que puedo dejar que entres —dijo en respuesta, mientras yo entraba a la sala, mirándola con atención.

Minho se acercó a un pequeño mueble de madera y se agachó, rebuscando entre unos papeles. Me acerqué a la mesa que había en medio de la cabaña, y Minho se levantó segundos después, con varias hojas en la mano.

—¿Qué es eso?

—Mapas que hemos trazado estas últimas semanas —me contestó, dejando los mapas encima de la mesa, haciendo espacio a los demás papeles.

—¿Y qué quieres que mire? —fruncí el ceño al mirar los papeles, apoyando una mano en la mesa.

—Sé que no eres como el resto. Y no porque seas una chica. —me dijo, apoyándose en la mesa a un lado de mi, mirando los mapas—. Quiero que traces un mapa nuevo, de nuestra ruta de esta mañana.

—No he memorizado nada —contesté, sin entender lo que me estaba pidiendo.

—Eso no importa. Sé que sabes el camino —dijo, cogiendo un lápiz y extendiéndomelo, poniéndome una hoja en blanco sobre la mesa.

Me callé y cogí el lápiz, rozando su mano con la mía. Bajé la mirada ante la suya, y me giré para inclinarme y empezar a pensar en la ruta que habíamos hecho por la mañana para volver al Claro.

Vi de reojo como Minho dejaba de apoyarse en la mesa mientras trazaba la ruta. Miré un momento la hoja, viendo como estaba quedando, y por la expresión de Minho supongo que estaba bien.

Terminé de dibujar la ruta, y me enderecé para mirar mejor el mapa que había trazado.

—Menuda mier...

—Es asombroso —me interrumpió, y giré levemente la cabeza, sorprendiéndome al verlo tan cerca, pero él estaba mirando el mapa—. Has trazado un mapa completo.

Ahora me miró a los ojos, dejando de mirar el mapa.

—No sé qué significa eso —musité, a lo que él sonrió, negando levemente con la cabeza.