Epílogo

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8 años después, narra Emma.


Me miro por última vez al espejo con mi vestido de novia blanco. Quise que fuese algo personal, así que yo misma lo diseñé en cierta manera. Ajustado por arriba, con mangas hasta el codo y más suelto por abajo, con mucha cola y un velo no demasiado exagerado. Como maquillaje, algo suave, y un bonito recogido.


Oigo un "toc-toc" en la puerta.


-Adelante –digo firme.


Veo a mi padre entrar con una sonrisa en la cara.


Después de lo que pasó en mi penúltimo año, mis padres se divorciaron. No es la mejor situación, pero lo agradezco ya que pienso que están mejor separados, ya que no se hacían ningún bien el uno al otro. También me he reconciliado con mi madre. Lo que pasó aquel año es una espina que quizá siempre lleve... Pero las cosas han mejorado.


-¿Estás lista? –dice mi padre.


-Siempre lo estuve –contesto segura.


Y es cierto.


Siempre, desde el momento en que me di cuenta de que estaba enamorada de Ryan, estuve preparada para dar un paso así, aunque obviamente agradezco el tiempo pasado, porque a los dos nos ha venido bien madurar, conocernos y aprender a aceptarnos el uno al otro.


Camino con los zapatos blancos de vértigo (con los cuales he tenido que ensayar ya que son especialmente incómodos) hacia el coche.


Durante el trayecto, la sonrisa de mi cara no se desvanece.


Ahora, todo está bien. Tengo mi carrera, soy abogada, mientras que Ryan se dedica al periodismo. Ambos hemos hecho lo que queríamos hacer y estamos preparados para iniciar, de verdad, nuestra vida juntos.


Llegamos a la iglesia, me agarro del brazo de mi padre a la par que comenzamos a andar mientras suena la clásica canción nupcial.


Le veo allí, y en este momento, al verlo así, tan él, tan sonriente, tan feliz, no puedo agradecer más el haber dejado mi orgullo de lado y haberle dicho la realidad.


Cuando llegamos al altar, mi padre le dice a Ryan, arrancándome una sonrisa:


-Cuídala... es lo más preciado que tengo.


-Puedes estar tranquilo –dice Ryan mirándome.


[...]


-Ryan, ¿quieres a Emma como tu esposa, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, la salud y la enfermedad, y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?


-Sí, quiero.


-Emma, ¿quieres a Ryan como tu esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, la salud y la enfermedad, y así, amarle y respetarle todos los días de tu vida?

Emma DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora