Capítulo 3: Causas perdidas

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Esta vez no me despierta ninguna alarma. Y diréis: ¡bien! ¡Punto para Emma!

Pues no.

Esta vez es peor: Anna decide poner música a las 8 de la mañana.

Habéis leído bien.

-Anna, ¡joder! ¡Estaba durmiendo!

-Así no llegarás tarde –dice riendo.

-Muy bonito, muy bonito –digo mientras me levanto.

Y me horrorizo.

En el escritorio hay dos… uniformes.

¡UNIFORMES! ¡YO CON UNIFORME!

-Dime que esto no es un uniforme, Anna, por  favor… ¡ANNA!

-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué pasa?

-¿Hay que llevar… eso?

-Sí, hay que llevarlo. Yo me he quedado igual que tú.

Me resigno, y voy al baño.

Luego hago la cama y ordeno un poco, me hago una trenza y me pongo el dichoso uniforme.

-¿CORBATA?

Esto no puede estar pasándome a mí…

-¿Sabes qué, Anna?

-Dime.

-Voy a hacerle unos arreglillos –digo sonriendo traviesamente.

Nadie me va a decir cómo vestir, si mis padres han decidido meterme aquí genial, pero yo no he aceptado en ningún momento llevar esto.

Supongo que querrán que me meta la camisa dentro de la falda o algo así.

Pues no.

Me pongo las medias, la falda y luego la camisa, que queda bastante mejor que metida por dentro.

En cuanto a la corbata, la aflojo bastante, así que queda mejor.

Me pongo el jersey, y me subo las mangas. Está bien, está bien. No voy de pasarela, pero mejor que antes desde luego.

La mandíbula casi se me cae al suelo cuando veo los zapatos.

¿Hay algo más feo que esto? Parecerá que tengo 5 años, por Dios.

-¿Es obligatorio llevar estos zapatos?

Emma DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora