Affection [Harco]

Capítulo 24: Un viaje a través del tiempo

Scorpius y Albus comenzaron a seguir a Electra alrededor del castillo y notaron que nadie de Slytherin hablaba con ella. A ella parecía no importarle y lo prefería de aquella manera. Comía un poco apartada en el Gran Comedor o comía afuera, y a veces la veían llorando a solas.

Ambos con mucho pesar tuvieron que contener las ganas de consolarla, pues no podían intervenir en el pasado, o algo malo podría pasar en el futuro. Adelantaron un poco el reloj, y la nieve de la navidad los recibió. Los estudiantes se retiraban del castillo para pasar las navidades con sus familiares y vieron a lo lejos como Electra se acercaba a un carruaje que le esperaba, la puerta fue abierta y ambos jóvenes corrieron y entraron antes de que fuese cerrada. El camino fue silencioso y aburrido, solo se escuchaba la brisa golpeando la ventana y el ruido que producía la pluma al rasgar el pergamino. A Electra le encantaba escribir sobre lo que sentía y lo que veía a su alrededor, pero no tenía ningún orden aparente. El carruaje se detuvo horas después, ya entrada la noche. Estaban en Malfoy Manor y lucía ligeramente distinto. El jardín estaba lleno de estatuas y fuentes en vez de árboles y arbustos, y estaba iluminado en su totalidad.

La puerta del carruaje fue abierta y ella se bajó, siendo seguida por ambos jóvenes ocultos en la capa de invisibilidad. El camino hasta la puerta fue silencioso y lo único que se escuchaba eran las pisadas en la nieve. Electra tocó la puerta y esperó a que fuese abierta, un elfo doméstico lo abrió y le miró en silencio, apartándose para dejarla entrar.

—Oh, Electra.—Dijo una voz femenina.

Una mujer rubia con el cabello perfectamente arreglado en un peinado extravagante y lleno de joyas preciosas, un vestido negro con decoraciones rojizas y de escote cuadrado bajaba por las escaleras, en una mano sostenía una copa con lo que aparentaba ser licor.

—Tía Isolde.—Saludó la joven Electra. La mujer no parecía muy contenta con su presencia en la casa.

—Es Lady Isolde para ti, niña.—Reprochó la mujer, haciendo una mueca ligera.—Pensé que te quedarías en Hogwarts, hubiese sido una navidad más amena de esa manera.—Respondió amargamente la mujer, bajando por completo las escaleras y acercándose a paso lento a su sobrina. El ruido que producían sus tacones en el suelo hacían eco.

—Hubiese preferido lo mismo, la compañía de los elfos domésticos es más grata que la de usted, Lady lsolde.—Respondió Electra con un tono burlesco. La mujer se ruborizó por la rabia y estuvo a punto de lanzarle encima el licor, pero otra voz intervino.

—Electra querida, has llegado.—Un hombre con facciones finas, de piel blanca como la nieve y de cabello rubio casi blanquecino, largo y recogido en una cola baja apareció, usaba un jubón de color beige con bordados en hilo dorado, calzas acuchilladas y medias blancas acompañadas de zapatos puntiagudos marrones, tenía una expresión serena en su rostro.

—Padre.—Saludó ella, con cierta amargura en su voz.

—Bogdan, hermano mío, cada vez viene diciendo más barbaridades, en esa escuela solo está aprendiendo a ser una salvaje como Damien.—Replicó Isolde esperando que su hermano menor la defendiera.—Ya no sé porqué madre pierde el tiempo enseñándole modales a esta... Esta...

Scorpius y Albus observaron como la mujer miraba de pies a cabeza a Electra, con asco.

—Dilo... Llámame sangre sucia otra vez.—La desafío Electra, sacando su varita.

—No hay razón para pelear...—Intervino Bogdan, poniéndose en medio de su hermana y su hija.—No le hables ni la llames así, hermana... Déjame recordarte que es tú sobrina con quién hablas y debes respetarla.

—¡Pero es una sangre sucia!—Replicó ella fúrica,—Y todo es tú culpa severendo imbécil, de todos.... Tuvo que ser Damien ¡No sé como un hombre tan hermoso y acaudalado como tú terminó con uno de la servidumbre, un nacido de Muggles!—Le gritó ella,—Incluso tuviste el atrevimiento de escaparte y tener una unión de sangre con él sabiendo muy bien lo que implica para ti, para nosotros... Dejaste en vergüenza la tradición más sagrada de las Veelas por un hombre que sólo se enfocó en tu belleza y nada más.