Capítulo 7: Atentado al ministerio

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Antes de que hubiera amanecido por completo, Harry ya se encontraba en su camino diario al Ministerio de magia. Bostezaba casualmente mientras miraba su reloj de mano, finalmente, al llegar por una de las chimeneas sacudió un poco su túnica marrón y su corbata. Al igual que él, varios magos y brujas también llegaba y se dirigían al ascensor.

No se quedó atrás y cuando vio un espacio disponible en el ascensor, entró. La reja dorada se cerró generando un chirrido un tanto doloroso, segundos después, al llegar al segundo piso la reja se abrió y el ascensor se vacío casi por completo.

Se dirigió a paso lento hasta el cuartel general de aurores, había movimiento a pesar de lo temprano que era. Harry pudo ver a Teddy, su ahijado, que parecía concentrado en algo. El chico de cabello azulado levantó la mirada del pergamino y al ver a Harry pegó un brinco que lo hizo levantarse de su silla. El moreno sabía perfectamente lo que trataría de hacer, por lo que acelerando el paso cruzó el pasillo lleno de cubículos con escritorios hasta su despacho, pero antes de siquiera rozar el pomo de la puerta una mano lo detuvo.

—¡Harry!—Teddy lo había alcanzado, tomaba bocanadas de aire por lo que supuso había corrido.

—Buenos días—Dijo tranquilamente, Lupin lo soltó y ambos quedaron parados frente a la puerta que tenía una placa de color dorado con la escritura "Harry J. Potter, jefe de aurores".

—¡Déjame ir a esa misión en Yorkshire! Sabes muy bien que estoy perfectamente capacitado—Tenía el ceño fruncido, lucía indignado—Déjame salir de aquí, déjame demostrarte que puedo valerme por mí mismo.

Harry lo miró en silencio por unos segundos, apretando tanto sus labios que incluso formaban una línea recta. Sabía que Teddy ya era un adultoy que podía valerse por sí mismo, pero el pensamiento de perderlo o que saliera herido por su culpa no le hacía mucha gracia. Se había jurado protegerlo, pero también sabía que, Teddy era perfectamente capaz de cuidarse solo.

—Bien, estás autorizado—Dichas esas palabras, una enorme sonrisa pareció en el rostro de su ahijado y se abalanzó para abrazarle sumamente alegre.

—¡Oh, no te arrepentirás!

Lupin lo soltó y se alejó sin borrar su sonrisa. Harry sonrió también, antes de rodar los ojos y finalmente entrar a su despacho, con cierto arrepentimiento pero con la confianza de que todo saldría bien. Se sentó con cansancio en su escritorio y suspiró con aspereza, le quedaba un largo día.

[★]

La hora del almuerzo llegó más rápido de lo esperado, un rugido en su estómago le avisó que debía pausar lo que estaba haciendo para comer algo. Se levantó y tomando su túnica para ponérsela, salió del despacho. A esa hora el ministerio estaba abarrotado de personas, cuando se abrió el ascensor salió de este y pasó justo al lado de la fuente. Una cabellera rubia platinada que relucía llamó su atención, de repente sintió sus manos sudorosas y con un tono de voz firme y alto dijo;

—¿Malfoy?—El nombrado se dio la vuelta ante el llamado, deteniéndose en medio de la muchedumbre que se movía a su alrededor. Sus ojos grises se posaron en el moreno.

—Potter—Saludó. Una mujer de cabello negro y corto estaba a su lado, Harry la reconoció rápidamente; se trataba de Pansy Parkinson. Ella lo miraba de pies a cabeza.

—¿Qué haces en el ministerio?—Preguntó ignorando la atenta mirada de Pansy, Draco esbozó una sonrisa arrogante.

—Ese asunto no es de tu incumbencia, Potter.

A pesar de ese comentario, Draco sostenía su sonrisa. Y Harry le miraba fijamente, notando un brillo en sus ojos que le hizo sentir extrañamente alegre.

—Íbamos a almorzar, vino a buscarme—Pansy había hablado, ambos hombres la miraron—Cuanto tiempo sin verte, Potty—Harry no sabía si era sarcasmo o hablaba con sinceridad—¿Quieres unirte a nosotros?

Harry vaciló por un momento, aunque, pensándolo bien prefería almorzar con ellos que solo. No dijo nada, bastó asentir un poco. Pansy le sonrió con extraña amabilidad para él, aunque tímidamente correspondió el gesto. Draco en cambio, se cruzó de brazos y no dijo nada, aunque su mirada denotaba desaprobación. Su amigas le dirigió una mirada divertida y los tres siguieron su camino para salir del ministerio.

Un destello de luz roja iluminó el lugar y todos a su alrededor se detuvieron, el ruido era ensordecedor por lo que solo veía como varios visitantes abrían la boca pero no lograba oír sonido alguno de lo que se suponía eran gritos. Su piel se erizó y se puso en guardia de inmediato, por instinto se colocó enfrente de Pansy y Draco para protegerles aunque sabía que ellos podían defenderse, manteniéndolos atrás con su brazo extendido. Desenfundó su varita y la elevó.

Un hombre no muy lejos de donde se encontraban, cerca de la fuente del ministerio, de contextura rechoncha y ropa de colores chillones reía a carcajadas, entonces cayó en cuenta de que vagamente le conocía. Mark Hervey, del departamento de seguridad mágica. Sus rojos miel estaban inyectados de sangre, enrojecidos, y lanzaba hechizos a quién tuviese cerca, atacando y protegiéndose de los demás ataques de defensa.

Otro destello de luz roja más potente que la anterior impactó directo al techo, este se agrietó y escombros cayeron, pero no se derrumbó. Varios aurores lo rodearon y trataron de neutralizarlo. Destellos rojos y verdes iluminaban el lugar, y los que no querían involucarse y salir heridos se refugiaban o salían a una velocidad admirable por las chimeneas o se aparecían. Todo ocurría tan rápido, Malfoy y Pansy se refugiaron y admiraban a los aurores, entre ellos, a Harry que se batían a duelo con Hervey.

—¡Petrificus Totalus!

Hervey exclamó: '¡Impedimenta!' y rápidamente hizo un movimiento extraño con su varita, y una escritura que parecía hecha con sangre apareció y levito.

"Aquellos que teneís la marca, nunca olvidéis
su pasado sí no quieren ver su sangre
derramada, la heredera los llama"

Y el hombre se desmayó, haciendo un ruido sordo. Harry rápidamente le arrebató su varita y comprobó su pulso, estaba vivo. Le dirigió una mirada fugaz a uno de los aurores y parecieron entenderse mutuamente. La maldición imperius.

El mismo auror se llevó al hombre junto a otra bruja a San Mungo. Los daños fueron reparados rápidamente, y el escrito se había esfumado, convirtiéndose en un enorme charco de sangre en el suelo. Por suerte no habían heridos. El escrito se repetía una y otra vez en los pensamientos del moreno, que se había dado la vuelta para confirmar que Malfoy y Parkinson estaban bien. Se detuvo en seco al notar sus miradas de completa desesperación y como apretaban sus brazos con repulsión y dolor.

—¿Qué ocurre?—Cuestionó, acercándose a paso lento hasta ellos. Draco retrocedió un poco, sin dejar de apretar su brazo—¿Qué ocurre?—Preguntó nuevamente, comenzando a desesperarse.

Pero ni Pansy ni Draco le respondieron, ambos permanecieron mudos e inmersos en sus pensamientos.

—¿Están heridos?—Malfoy negó, y Harry pudo notar que el brillo que había adquirido sus ojos minutos antes cuando hablaban había desaparecido por completo—¿Entonces qué-?

—Creo que deberíamos dejar el almuerzo para otro día, Potter—Le cortó Draco con la voz ahogada, y en un abrir y cerrar de ojos se había esfumado.

Dirigió rápidamente su mirada a Pansy, que había soltado su brazo y evitaba mirarlo a los ojos.

—Hasta luego, Potter—Se despidió, y también se esfumó.

Maldijo por lo bajo, planteándose que acababa de ocurrir y sí tenía alguna conexión con el mensaje que había dejado Mark bajo los efecto de la maldición imperius. Estaba seguro que durante los días siguientes no consiliaria el sueño y el departamento de aurores estaría hecho un caos para buscar las respuestas a los acontecimientos.

Pero lo que más le preocupaba era Malfoy y se estaba conteniendo de aparecerse en Malfoy Manor en ese mismo instante en vez de abrir la investigación del caso.

La voz de Hermione lo sacó de sus pensamientos y con un nudo en la graganta le explicó la situación, dejando ir su oportunidad de alcanzar a Draco.

Affection [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora