Capítulo 4

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Cuando todos terminan su parte del almuerzo, pasan a retirarse para hacer otras cosas. Era fin de semana, por lo que Jaemin no estaba, cosa común que Renjun había descubierto con el paso de los días. Jeno y Haechan estudiaban o descansaban de sus proyectos escolares mientras Lucas, Mark y Jaehyun tenían libre la mayor parte del día, a menos que algo relacionado al trabajo se les cruzara.

Renjun poco a poco se estaba aprendiendo los horarios de sus amos; los días que no estaban, las horas que tenían desocupados, cuando salían y regresaban... Aún no se atrevía a cuestionarles a dónde se iban cuando no estudiaban o trabajaban, porque bueno, no era su incumbencia y sería irrespetuoso, pero era en parte algo que tenía que ver con la orden dada por el señor Kim.

Hablando de él... Renjun todavía no estaba muy seguro de qué hacer con la contradicción en las órdenes que había recibido, pero pensaba activamente en cómo maniobrar todo de forma orgánica. Al menos no había obtenido más órdenes así.

Renjun suspira, decidiendo que podría intentar preguntarle a Jaemin qué hacía la mayor parte del tiempo los fines de semana, pues el resto de la semana la pasaba con Renjun o haciendo alguna travesura para molestar a sus hermanos.

De hecho, ya habían pasado 2 meses desde que llegó a la mansión y todo era cada vez más fluido con sus amos. Renjun pasaba la mayor parte de su tiempo en compañía de Jaemin, Jeno o Lucas, ya sea ayudando a Jaemin en lo que sea que él le pidiera; leyéndole y conversando con Jeno; o viendo películas acurrucado y durmiendo junto a Lucas. Ya no se sentía solo y parecían apreciar su compañía tanto como él la suya.

A Renjun nunca le gustó estar solo, pero no había podido quejarse al tener que esperar por alguien que lo comprara. Incluso al llegar allí, no soportaba el hecho de sentirse abandonado por sus amos y, aunque sabía que si era la voluntad de alguno que él se quedara encerrado en una jaula «cosa que haría sin rechistar o cuestionar», la idea lo deprimiría profundamente.

Pero ahora, estando constantemente cerca de alguno de ellos, se sentía más tranquilo y feliz.

Renjun sonríe para sí ante sus pensamientos y sube las escaleras para dirigirse a su recámara cuando Jeno llama su atención. ―¡Renjun! ―exclama, haciendo que el mencionado le mire―. ¿Podemos hablar un momento? En mi habitación ―aclara, por lo que Renjun asiente y comienza a seguir al mayor.

Caminan pasando la escaleras, aunque sin subirlas. Pasillos y pasillos se dejan ver a un lado, haciendo a Renjun recordar su primer día allí y cómo se había perdido tan rápido. Tardan un minuto o dos para llegar al pasillo correcto, siendo Jeno quien abre la puerta al estar frente a su recámara para que Renjun pase primero.

Al ingresar, Renjun se dirige a la cama, sentándose como es costumbre. A Jeno no le gustaba verlo de pie en espera de órdenes. ―¿De qué quería hablar, mi señor? ―pregunta Renjun, intrigado.

Jeno se sienta frente a él, haciendo una mueca ante al apelativo, aunque no lo regaña. ―Estas últimas semanas has sido muy... pertinente con nosotros ―dice, eligiendo con cuidado sus palabras―. Te has portado bien ―lo elogia, sabiendo que a Renjun le gustaba. No se equivoca cuando el menor deja salir una sonrisa―. Y agradezco que seas muy confiable para nuestras peticiones ―cierra los ojos ante sus propias palabras, no muy a gusto de la forma en que se escucha―. En fin, quisiera pedirte algo especial ―indica, mirando a Renjun con seriedad.

Los ojos de Renjun brillan al sentir la importancia. ―Sí, mi señor, lo que desee ―ofrece, cuadrando los hombros.

Jeno toma las manos de Renjun, acariciando éstas. ―Quiero, más bien, advertirte ―señala, causando que Renjun arrugue el entrecejo en confusión―. Verás, quizá no te hayas dado cuenta, pero la mayoría de mis hermanos no son el mejor ejemplo de una buena persona. De hecho, no lo son. Yo incluido ―afirma, tragando saliva―. No daré muchos detalles, pero ten especial cuidado con Jaehyun y Haechan: ellos no se preocupan por otros, no son cariñosos y mucho menos se apiadarán de ti ―aprieta un poco las manos entre las suyas―. Yo sé que tu vida es esto, pero mereces algo mejor que ser tratado como una cosa ―mira las manos de Renjun―. No es necesario que les obedezcas, no en todo al menos. Ellos podrían lastimarte adrede ―confiesa, volviendo a mirar a Renjun―. Los vampiros tienen una visión perversa sobre las cosas ―murmura, pareciendo perdido en un mar de recuerdos.

Pacificador [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora