Renjun tiene el sentimiento de pérdida en el corazón, mirando al señor Kim darle unas indicaciones a algún empleado por teléfono. El señor Kim se iría de nuevo por cuestión de negocios, por lo que Renjun no lo vería en quien sabe cuánto tiempo y sólo podrían comunicarse por llamada.
En cierto modo, se había acostumbrado a su presencia en la casa y, aunque no eran ni remotamente cercanos de ningún modo, ya era parte de su rutina visitarlo a su despacho cada domingo para narrarle los sucesos que creía importante de los amos y comer juntos en familia a la hora de la cena. Siempre era incómodo y bastante tenso, pero a Renjun le gustaba la compañía de todos.
El señor Kim finalmente cuelga y su mirada se clava en Renjun, justo cuando Taecyeon termina de arreglar su traje. ―Voy a estar ocupado y no tendré tiempo de llamar. Está al pendiente del teléfono constantemente ―le ordena el señor Kim, con su voz cortante y fría de siempre.
Renjun acepta, dando un asentimiento. ―Espero su viaje sea muy próspero, mi señor ―dice Renjun, haciendo una reverencia.
El señor Kim le da una última mirada antes de salir, seguido por Taecyeon. Renjun suspira, deseando que nada le pasara durante el transcurso. Se da la vuelta y camina con dirección a la sala común más cercana, esperando ver a alguno de los amos o a Jisung, que había decidido jugar a las escondidas con Jaemin. Renjun se habría unido, pero tras el llamado del señor Kim antes de irse, no le quedó otro remedio que rechazarlo. Ahora; sin embargo, era libre de ir en su búsqueda y pedirle jugar también.
Revisa todos los lugares posibles en la sala cuando llega, pero no encuentra a nadie, por lo que se desplaza a otros lados, caminando entre pasillos. Pasa por las habitaciones que ya conoce de memoria y por aquellas que reconoce de haberla visto aunque sea una vez. Se va por unas escaleras y sigue bajando un largo tramo, algo confundido al notar que estas escaleras son más largas de lo que recuerda.
Por fin y tras varios minutos, llega a un nivel escondido de la mansión. Ese lugar no le suena y, de hecho, tras pensarlo un poco tampoco recuerda haber pasado antes por el camino que tomó para llegar. El lugar en cuestión es un piso amplio, con algunas puertas de madera robusta y candados en ellas. Renjun se pasea por allí, confundido y vacilante. Algo en ese espacio le producía incomodidad; era como estar desconectado del resto del mundo, con aire frío bañando las paredes y dándole una sensación solitaria.
Le inquieta, pero al mismo tiempo le produce curiosidad de saber, aunque no entiende por qué.
Renjun termina doblando el final del ancho pasillo y descubre otras escaleras, sólo que de piedra. Arruga el entrecejo, temeroso y nervioso. No entendía por qué, pero algo le llamaba, lo atraía a descender por ahí y, a pesar de decirse que no lo hiciera, Renjun no pudo evitarlo, bajando los escalones uno por uno. Lo peor de todo, es que la única luz provenía del principio del pasillo, por lo que conforme se acercaba más al fondo de la escaleras menos luz había. Traga saliva, imaginando millones de cosas que estuvieran al final de la escalera en espiral.
Y entonces, toca un piso de piedra, llegando a dónde la escalera termina. Para su sorpresa, antorchas se encienden en el momento en el que su cuerpo se separa de la escalera, iluminando el lugar. Renjun parpadea, descubriendo una habitación secreta llena de jaulas, o más bien, de calabozos: Eran ocho divisiones vacías, cerradas entre barrotes de acero grueso. No había nada, ni siquiera alguna manta o letrina para acostarse, por lo que debieron usarse hace muchos años; también, eran iluminados por las antorchas, cada una a un costado de su calabozo.
Renjun siente una especie de deja vu y opresión en el pecho, como si la vista le produjera impotencia y desesperación. Da unos pasos hacia atrás, apoyando una mano en la pared más próxima. Mira tras de sí, por las escaleras que descendió, y después regresa su visión al frente, sintiendo que el corazón se le detiene y después se acelera de golpe.
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Pacificador [EN PAUSA]
Fanfiction«―Te compré para mis hijos ―anuncia el hombre―. Siempre arman un escándalo cuando buscan divertirse ―su inmaculado y atractivo rostro se arruga en una mueca de disgusto―, y ya me cansé de estar limpiando su desorden. Tú ―exclama, mirando a Renjun a...