Escuchando murmullos en la lejanía, Renjun despierta de su sueño. Lo primero que se registra en su mente es el tacto de las sábanas sobre su cuerpo y la cómoda almohada bajo su cabeza. Recobra poco a poco la consciencia, recordando en dónde se encuentra.
«Me quedé dormido en la habitación de mi señor.»
Renjun se estira en la cama y después se pone alerta, levantándose con cuidado. Al mirar hacia el escritorio, nota que Jaehyun está hablando por teléfono con alguien, todo gesto irritado y una mueca en los labios. La única prenda sobre su cuerpo es el pantalón, que cumple la función de cubrir su desnudez. Renjun se apresura a desaparecer de su vista, no queriendo molestar más al mayor. Se pone su ropa a toda prisa, intentando no hacer mucho ruido.
Al estar listo, le da un vistazo a Jaehyun, comprobando que no necesita nada más. Por su parte, Jaehyun le pone parte de su atención y señala con el dedo el frente del escritorio, en una petición muda. Renjun hace lo indicado y se queda esperando allí, viendo al mayor guardar silencio y escuchar a su remitente al teléfono. No tarda mucho más, cortando la llamada después de ordenarle un par de cosas. ―¿A dónde crees que vas si no te he dicho que te vayas? ―exige, mirando a Renjun a los ojos.
Renjun traga saliva y agacha la cabeza. ―Lo siento, mi señor, pensé que ya no me necesitaba para nada más ―confiesa, deseando que Jaehyun no estuviera molesto con él. Últimamente no había recibido la atención negativa de Jaehyun, más que nada porque estaban teniendo sexo o al mayor le tenía sin cuidado si Renjun decidía quedarse un rato más con él, así sea haciendo nada.
Pero tampoco quiso tentar a su suerte al aprovecharse de la indiferencia de Jaehyun ante su estadía.
Jaehyun alza la barbilla en un gesto altivo y se recuesta en su asiento, dedicándole una mirada de hielo. ―No me interesa, tú no te vas si yo no lo digo ―afirma, haciendo una ligera mueca con su labio superior. Era casi imposible de notar, pero Renjun era bueno leyéndolo―. Ven aquí ―dice de pronto.
Renjun lo hace inmediatamente, dirigiéndose hacia su costado. Jaehyun entrecierra los ojos, de una forma tan sutil que apenas se nota. ―De rodillas ―ordena y Renjun obedece. El menor le mira en una mezcla de nerviosismo y anhelo―. Te vas a quedar ahí hasta que yo lo diga, con la mirada al suelo ―indica, sin inflexión en la voz.
Renjun asiente y baja la cabeza, sin ánimos de disgustar más al contrario. No sabe cuánto tiempo se queda allí, sí minutos u horas «incluso podría pensar que días» hasta que Jaehyun lo deja ir, más interesado en acabar con la montaña de papeles que le esperan.
El menor va a su habitación para ducharse y limpiarse bien, tomándose su tiempo en ello. Se queda en la bañera un buen rato, relajándose y pensando en nada específico. Cuando siente que ha sido suficiente, sale de ahí y se seca, yendo a por una muda de ropa limpia. Se viste sin ningún problema y sale para buscar qué hacer, caminando entre los pasillos.
Piensa en ir a la biblioteca a leer un libro, pues no ha pisado el lugar en algunos días. Pasa cerca del estudio del señor Kim y le da una mirada, viéndolo tomar una taza de café y recibir unos documentos, tal y como Jaehyun hacía. Si no fuera porque Lucas se lo dijo, habría pensado que eran padre e hijo realmente. Jaehyun debía vivir desde hacía mucho en la mansión para ser tan parecido al señor Kim. Renjun, entonces, sigue su camino, bajando unas escaleras para llegar más rápido a la biblioteca, cuando capta en su visión periférica a dos personas sentadas en un salón.
Son Mark y una mujer joven, conversando tranquilamente. La mujer en cuestión no le parece conocida a Renjun, por lo que no era la misma que se hallaba en la foto enmarcada de Mark sobre su escritorio. Esta mujer parece tener su edad y le habla con una sonrisa dulce y cariñosa. Mark, por su parte, le mira con un brillo especial y una sonrisa extraña que escondía millones de cosas detrás. Ella le dice algo y Mark desvía la mirada, rascándose la nuca. Parecía... avergonzado.
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Pacificador [EN PAUSA]
Fanfic«―Te compré para mis hijos ―anuncia el hombre―. Siempre arman un escándalo cuando buscan divertirse ―su inmaculado y atractivo rostro se arruga en una mueca de disgusto―, y ya me cansé de estar limpiando su desorden. Tú ―exclama, mirando a Renjun a...