— 01; Un porqué.
Universo alterno.
22|08|23
— Se siente raro, ¿Sabés? —
— ¿El qué? ¿Qué cosa? —
— Que ya no somos amigos. Rótulo de compañeros o conocidos cuando se quedaba a dormir en mi casa todo el fin de semana. — dice Lisandro mirando la otra esquina del curso.
Julián no sabe qué contestar, sabe lo mucho que le pesa a Lisandro el no tener un porqué.
De todo necesitaba respuesta, pero cuando quinto año empieza no tiene la respuesta del porqué Cristian dejó de ser su amigo y ya ni lo saluda.— No podés pensar para siempre en eso, Licha. — se mete Gonzalo con cautela. — Le estás dando mil vueltas y, seamos honestos, él está panchisimo con su nuevo grupo de amigos. — dice mirando hacia donde, ahora, los tres ven y saluda a Martinez Quarta con su mano y una sonrisa tímida.
— Sí, pero me saca, Gonza. ¿Por qué dejó de ser mi amigo así como si nada? No pasó nada como para que él decidiera alejarse, o eso creo. — dice dejando de ver hacia ese grupo.
— No siempre vas a tener un porqué para todo, Lisi. — asiente Julián y creen que el tema murió ahí cuando el gualeyo no contesta nada.
Pero en su mente, Lisandro decidió confrontar a quien solía ser su mejor amigo. Porque él es Lisandro Martinez, y las cosas siempre tienen un porqué.
Es viernes y, como casi siempre, todos los chicos del curso se juntan a jugar un partidito en la cancha cerca de la casa de Enzo, este encuentro le da la posibilidad de hablar con el cordobés, o eso planea.— Confirmen por el grupo quien va. — pide Enzo que siempre se encarga de organizar los partidos.
Después de retirarse de la escuela, Lisandro camina por la vereda de la nueve de julio con Cristian caminando en la vereda paralela. Que fiaca la de vivir cerca ahora.
Miró hacia atrás antes de entrar a su hogar y conectó miradas con Cristian, pero este desvió la propia rápidamente.
Lisandro elevó sus cejas con curiosidad, pero se adentró al lugar pensando en que llevaría a cabo la charla después del partido.— ¡Hola, amor! ¿Cómo te fue? — le pregunta Silvina abrazándolo y Lisandro ríe por su intensidad al recibirlo.
— Bien ma, todo tranqui. — le asegura abrazándola también.
Después de charlar unos breves minutos se retira a su habitación y se cambia porque no aguanta un segundo más con el uniforme puesto. Silvina sirve la comida y almuerzan juntos, aunque la mujer come a las apuradas teniendo que irse a trabajar en unos minutos.