Tom suspiró, su rostro llenándose de preocupación.
Pasó una mano por su cabello, que estaba enredado y grasiento por no haberse bañado en días, semanas tal vez. Sus dedos se quedaban atrapados en algunos nudos que tenía, y sin importar el dolor, él jalaba hasta que su mano lograba liberarse.
Se sentía triste, de nuevo, pero no podía permitir que Edd lo supiera, hoy tenían una cita y no quería decepcionar al artista, él no estaba hecho para eso.
Pero ¿y si Edd se enteraba? No podía dejar que eso pasara, no debía dejar que su novio se imbolucrara en sus problemas, él no estaba hecho para eso.
Como pudo se dirigió al baño, intentando darse una ducha decente para no asquear a Edd con su aspecto. El agua caliente se sintió bien contra si cuerpo frío.
Cuando terminó de bañarse se vistió con su ropa típica habitual su camisa asdf, su característico abrigo azul, pantalones vaqueros holgados y sus zapatos a cuadros blancos y negros.
Ya estaba listo, pero no salió de su habitación, solo se quedó allí parado delante de la puerta con una mano en la perilla.
Tom pensó un rato, lo cuál nunca le hacía bien, pero no le dio importancia, nunca le daba, de todos modos.
De tanto sobrepensar se dio cuenta de que a pesar de que amaba a Edd y le encantaba pasar tiempo con él, no se sentía feliz en ningún momento.
En ese instante creyó que olvidó como ser feliz. Él no lo era, en realidad.
Quería serlo. Quería que todo el disfrute volviera. También se preguntó cuando terminó toda la alegría de vivir, de salir con Edd, o simplemente de sentarse en el sofá a ver la televisión. Todo le parecía aburrido, y ahora ya no disfrutaba de hacer las cosas que antes amaba, como tocar a Susan o tener citas con Edd. ¡Incluso había perdido las ganas de jugar videojuegos!
Eso ya no era normal en él, él amaba jugar videojuegos. Tal vez debería comenzar a preocuparse un poco.
No pudo ni siquiera reaccionar a su propio pensamiento cuando vio como la puerta de su cuarto se abría, dejando ver a Edd, quién tenía una sonrisa en el rostro y estaba arreglando acorde a la ocasión.
Tom no pudo evitar sentirse patético al ver como el castaño lucía tan bien, se notaba que había tardado tiempo en alistarse, lo cual hizo que se avergonzara por haber elegido una ropa tan casual.
─¿Ya estás listo, Tom?─ preguntó Edd con alegría, lo que logró sacar al alcohólico de su trance.
─Eh, sí. Ya estoy listo─ murmuró, aunque fue lo suficientemente alto para que el otro hombre lo escuchara.
Tom puso un pie fuera de su habitación, caminando al lado de Edd hacía afuera de la casa.
Se sintió estúpido, triste, confundido y avergonzado, pero trató de fingir y le sonrió a su novio, porque no se podía dar el lujo de que Edd supiera que estaba triste, arruiaría su cita y porque él no estaba hecho para eso.