ᴛʀᴇꜱ

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La pequeña Hannah se encontraba durmiendo plácidamente en su cama hasta que alguien la despertó.

— ¡Hannah, despierta! -gritaba su padre mientras la movía bruscamente para que se despertara.

— ¿Mmh?

— ¡Hannah, levántate ya. Nos tenemos que ir! -seguia gritando su padre.

— Papá, ¿qué haces? -preguntó la pequeña asustada mientras veía como su padre guardaba la ropa en la mochila.

— Cariño, tenemos que irnos de aquí. Algo malo sucede afuera, recoge tus cosas y baja rápido al salón. ?de acuerdo? -explicaba Daryl con tranquilidad para no alterar a su hija.

La pequeña se levantó rápidamente de su cama, cogió las cosas más importantes que veía en su habitación y bajó con la mochila al salón. Ahí se encontraba su padre y su tío Merle.

Los adultos y la niña se montaron en el coche corriendo, Hannah podía ver a personas comiéndose a otras. Nadie sabía que estaba pasando pero la niña estaba muy asustada.

Horas después, cuando estaban en mitad de la nada casi llegando a la ciudad, el coche pegó un frenazo. Todos se bajaron de este para ver que sucedía, aunque Hannah se quedó dentro por órdenes de su padre.

— Papi, ¿qué pasa? -preguntó la niña inocentemente.

— Nada, Hannie. El coche se ha quedado sin gasolina y aquí cerca no hay ninguna gasolinera. -le explicó Daryl.

— Tenemos que seguir a pie. -ordeno Merle.

Daryl hizo caso a su hermano mayor y le dijo a su hija que bajara del coche. Sacaron las mochilas y se pusieron rumbo a encontrar provisiones en la ciudad.

Ellos no lo sabían, pero la cuidad era lo que peor estaba en Atlanta. Habían infectados por todas partes pero aún así, fueron a esta.

Cuando llegaron, se toparon con la sorpresa de un grupo gigante de infectados. Estos intentaron rodearlos pero no fue como esperaban.

La horda de infectados se abalanzaron sobre ellos haciendo que estos se separaran. Daryl y Merle fueron por un lado y la pequeña Hannah por otro.

Intentaron reencontrarse pero todos los resultados eran fallidos. No sabían dónde estaban el uno o el otro, la pequeña empezaba a sospechar que nunca más vería a su padre.

Estaba tan horrorizada al estar sola en la gran ciudad y sin provisiones o poder moverse por esta pues habían infectados por todos lados.















La pequeña Hannah se despertó al oir a gente hablar fuera. No sabía como pero había llegado a la tienda de campaña que compartía con Glenn.

Fue hacia la puerta principal de la casa pues ahí se encontraba el asiático sentado en uno de las sillas del porche con una guitarra que Dale le había dado anteriormente.

— ¿Qué estás tocando? -preguntó Hannah mientras se sentaba al lado de Glenn y lo miraba con admiración.

— No lo sé, me lo acabo de inventar -respondió con una sonrisa haciendo que se la contagiara a Hannah y empezara a reír.

— ¿Podrías enseñarme a tocar la guitarra? -preguntó la rubia esperando una respuesta positiva del asiático.

— Claro, ¿quieres probar a tocarla ahora? -dijo Glenn con una leve sonrisa mientras miraba a la pequeña.

𝓣𝓱𝓮 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓓𝓲𝔁𝓸𝓷  - 𝑪𝒂𝒓𝒍 𝑮𝒓𝒊𝒎𝒆𝒔 - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora