El departamento de la australiana era pequeño pero espacioso, se había independizado a los 18 cuando dejó Australia y desde entonces había estado dejando de vivir ahí, no era la mejor zona de corea pero no estaba nada mal.
-¡Bien Eri, bienvenida a tu nuevo hogar! ... Por lo menos hasta que encontremos a tus dueños...- comentó mientras colgaba la chamarra en el perchero.
Dejó a la pequeña Eri en el suelo y caminó hacia la sala.
-¡Beom, ven aquí dormilón, quiero que conozcas a una linda chica!- canturreo feliz ante la idea de una posible novia para su peludo compañero.
Pasó de largo, dejando sus llaves en el mesón que dividía la sala de la cocina y lanzó un par de miradas al pasillo que dirijía a su cuarto, ya que al felino le gustaba dormir allí siempre que ella salía.
-¡Beom, ven aquí!- insistió sin ningún resultado Danielle se cruzó de brazos y miró a la gatita que caminaba así alrededor -Perdonalo, es un holgazán... ¡Beom, traje comida!- al poco tiempo un gato llegó adormilado hasta su dueña. La de flequillo tomó a la pequeña ragdoll y caminó hasta su gato, un perezoso Scottish fold -Eri, el es mi querido Beom y ... ¡No, no Eri, dejalo!- Danielle apartó rápidamente a la de pelaje blanquecino al ver como se lanzaba hacia Beom para atacarlo.
El pobre se erizó hasta la cola y huyó del salón con los pelos de punta dejando a la castaña sorprendida ante la reciente acción de la felina que volvía a estar dócil ante sus ojos.
-¡Eri mala, no puedes atacar a Beom!- la reprendió sujetándola frente a ella, pero sonrió al verla bajar las orejas en sumisión y no pudo seguir con su regaño -Bueno te perdono, supongo que después de estar ahí afuera sola debes tener algo miedo- sus propias tripas sonaron, Danielle amplió los ojos y rió -Debes estar tan hambrienta cómo yo. Ven te daré un poco de leche- rodeó el mesón y abrió la nevera sacando una caja de leche y también un paquete de sandwich y queso -Esto es para tí...- colocó un tazón de leche frente a la gata y sonrió al verla beber -vaya, para estar en la calle comes como toda una damita.
Preparó su sandwich y caminó hasta el sofá, una película y quizás un poco de helado la ayudaría a olvidar su corazón roto. Sin embargo una hora y media de Netflix entendió que ni helado ni la película ayudarían
-¡Estupida Bae!- sonó por encima vez su nariz con una toallita absorbente, la hizo bola y volvió a tomar otra para repetir el proceso. Escuchó un maullido y al levantar la cara divisó a Eri frente al sofá mirándola atentamente -¡Seis estúpidos meses y nunca se sinceró conmigo!- bufó checando su celular para luego lanzarlo lejos -¡Ni una puta llamada! Y ni un puto mensaje de disculpa, cómo si yo nunca hubiese existido!- sorbió su nariz, y volvió a centrar su atención a la felina quien seguía atenta a sus movimientos -Se lo que piensas, ¿Soy patética, no? Estoy desmoronandome por una chica que justo ahora debe estar follando de lo más zorra con mi puta amiga- mencionó como si aquel animal realmente la estuviera entendiendo -Pero fueron seis meses, ¡Joder, seis putos meses! y no deja de doler
Se recostó en el sofá y cubrió sus ojos con un brazo. Se sentía rota y traicionada, había vivido muchos momentos con Bae, antes de ser novias eran amigas y eso lo empeoraba todo.
-La historia siempre se repite- murmuró Danielle, vencida -quizás deba dejar de intertarlo
Volvió a sollozar, sus relaciones siempre terminaban de ese modo, sus ex solían decirle que ella no era muy cariñosa en sus relaciones o que no dedicaba suficiente tiempo, y ese era su error
¡Nunca tienes tiempo para mí!
¡Solo te importa el sexo Danielle!
¡Quieres más a ese apestoso gato que a mi!
¡Danielle Marsh, ni si quiera me estás escuchando!
Eso y eran las más la spalabras de chicas con las que salió alguna vez y la última que llegó a su mente fué la que terminó por abrirle los ojos:
¡¿Por qué nunca me dices que me amas Danielle?! ¡Estoy segura de que si me acuesto con tu mejor amiga frente a tus ojos no te importaría en lo absoluto!
Eso había dicho Bae en su última discusión yacía dos semanas de eso. Ese era otro de sus errores, la australiana jamás decía "te amo", pero eso no significaba que no las haya querido. Danielle era muy sincera y solía dejar las cosas claras desde el inicio, aunque parecía que al final sus parejas terminaban olvidandolo y era ella quien salía lastimada. Volvió a su mente el beso entre Jiwoo y Bae, jamás había notado nada extrano entre ellas hasta esa noche, ¿Sería posible que ya desde entonces habían tenido un romance? Si bien la castaña tenía un don de alejar a las chicas, su tiempo se dividía entre el estudio de baile, pagar las cuentas y cuidar de su gato, incluso sus amigos eran prioridad. Joder, ¿Por qué no podría simplemente ser una buena novia? ¿Qué tan difícil podría ser?. Las lágrimas volvieron a nublar su vista y antes de volver a llorar sintió un peso sobre su cuerpo miró al frente notando a la gata mirándola desde su pecho
-Es mi culpa Eri, siempre termino alejando a todos de mi- confesó entre sollozos. De algún modo siempre terminaba haciendo daño sin proponérselo. Sintió a la pequeña pata del animal tocar su nariz y luego ladear su cabeza de forma adorable, ese gesto hizo sonreír a la castaña quien se quedó encantada con la mirada grisácea de la felina -Tienes unos ojos preciosos Eri- Danielle acarició su cabeza y en respuesta ésta ronroneó -Veo que a alguien le gustan los mimos. No sé cómo tus dueños te perdieron de vista pero prometo que yo cuidaré de tí.
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Me enamoré de mi gata ••Daerin♡
FantasíaDanielle había tenido una fuerte discusión con su novia, Bae. ¿Cómo había Sido capaz de besar a jiwoo? "Estúpida coreana" Se había sentado en una desgastada banca del parque y contempló las estrellas. Pero no contaba que por un deseo su vida daría...