Capítulo Tres

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Taehyung

—Espero que no hayas esperado mucho tiempo. Había un semirremolque parado en la carretera. 

Su nombre es Kim Namjoon y lo conocí en la sala de espera de un hospital en Busan hace un mes.

Se fijó en mi sudadera de ASU y, después de un par de minutos de charla, descubrimos que ambos vivimos en la sección de RooseveltRow de Seul, nunca nos perdemos el partido inaugural de los Tigers, pertenecemos a clubes de senderismo y disfrutamos de muchos de los mismos tugurios y músicos locales.

También es el mejor amigo del hombre cuya vida ayudé a salvar.

Como contable y estadística aficionada, debería ser capaz de calcular las probabilidades de un encuentro tan fortuito, pero estoy tratando de no pensar demasiado en esto. Aunque nunca he sido un chico con espíritu aventurero y actitud de ir a cualquier parte a cualquier hora, algo por ver a un hombre aferrarse a su vida durante el último mes ha despertado algo en mí.

La vida es corta.

Y puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

Iba de camino a tomar un vuelo nocturno desde Newark cuando fui testigo del accidente en tiempo real: una camioneta Ford roja que cruzaba la mediana interestatal solo para chocar de frente con un sedán negro. La camioneta patinó en la zanja y procedió a estallar en llamas, pero el sedán quedo volcado debajo de un paso elevado. El chirrido de los neumáticos, el olor a caucho quemado, el crujido metálico que siguió, nunca los olvidaré mientras viva.

Todo sucedió muy rápido. Tan rápido que te lo podrías perder si parpadeabas. Tan rápido que te preguntabas si pasó de verdad.

Pero pisé el freno de mi Prius alquilado y estacioné a un lado, marcando el número de emergencias mientras miraba al conductor, un hombre, ensangrentado e incoherente, consciente e inconsciente por momentos.

Me quedé con él hasta que llegó la ayuda.

Sostuve su mano cubierta de sangre. Le rogué que aguantara un poco más...

Y, cuando vi que empezaba a perder el conocimiento, que empezaba a dejarse ir, le apreté la mano más fuerte y divagué sobre cualquier cosa, sobre todo sobre mí misma. Una ridícula presentación unilateral. Pero quería que se concentrara en mi voz.

Que se aferrara al presente. Que no sucumbiera.

Después de todo eso me pareció mal ir al aeropuerto, seguir con mi vida como si nada hubiera pasado, así que seguí a la ambulancia hasta el hospital y esperé en la sala de espera, con la escena del accidente repitiéndose en mi cabeza una y otra vez como una película traumática que mi cabeza se negaba a olvidar.

No podía visitar al hombre, por supuesto, ya que no era familia. Pero me quedé en el hospital, esperando hasta que las enfermeras me aseguraran que su familia estaba allí.

No quería que estuviera solo.

Y, si moría, tampoco quería que muriera solo... como mi hermano gemelo, Daehyung, hace cinco años. Si alguien hubiera estado allí cuando su Jeep volcó por un terraplén empinado a la una de la mañana, tal vez seguiría aquí.

Hasta el día de hoy, no sabemos si estaba distraído o si se había quedado dormido al volante. Tampoco sabemos qué habría pasado si la ayuda hubiera llegado antes. Las autoridades dijeron que había muerto al menos cuatro horas antes de que saliera el sol y un conductor que pasaba se dio cuenta de que el rojo chillón de su coche contrastaba con los tonos apagados del paisaje del desierto.

He estado pensando mucho estas últimas semanas, sobre el destino y la probabilidad, sobre la probabilidad de estar en ese tramo de la interestatal de Nueva Jersey en ese momento exacto, de quedarme en la sala de espera y de encontrarme con un atractivo desconocido que casualmente venía de visita desde mi ciudad natal, un desconocido que casualmente era el mejor amigo de la víctima.

BestMan (Kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora