Capítulo 8

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—Hija, ven , necesito que me hagas un favor.

— Ya voy mamá.
Tío, dame en este instante a mi hermanita.

—Te la daré, y esperaré un tiempo , para que empiece a tener tu misma suerte. —me dice, y luego me da a mi  hermana.

—No, permitiré que eso suceda.
—le dije , y fui para donde mi madre.

—Hija, mira, necesito que vayas al supermercado, y traigas lo de esta lista.

—Claro, mamá, ya mismo iré.
Aquí tienes a mi hermanita.

—¿Y mi hermano, dónde está?

—Estaba por la sala, cuando venía para acá. —respondí, y me retiré.

Fui al supermercado, y conseguí todo lo de la lista.
Cuando ya iba a salir del super, me di cuenta de que alguien me estaba vigilando, así que me entró algo de miedo.
Había venido caminando; pero ahora prefería irme en taxi. Así que llamé a un señor llamado Oliver.
Don Oliver, es una buena persona, y nunca duda en ayudar a los demás.

—Hola, Don Oliver.
¿Estás disponible?

—Sí, lo estoy Cristina, ¿Dónde estás?

—En el Supermercado.
Vine caminando, solo que ahora note que alguien me sigue, y me dio algo de miedo.

—No te preocupes, iré ahora mismo por ti.

—Muchas gracias, Don Oliver.

Unos minutos después.
Llegó Don Oliver, y no venía solo.
Ya que llegó con su pequeña nieta Evelin.
La niña tiene 4 años, y es bastante apegada a su abuelo.

—Miren quien viene aquí.
Es la pequeña Evelin.
¿Cómo estás?, preciosa.

—Dile que bien cariño. —le dice su abuelo, pero ella me dio la manita, y me sonrío.

—Tomaré eso como si estuviera bien. —dije sonriendo, y me metí al taxi con todo lo que había comprado.

—Cristina, noto que muy dentro de tí , hay algo que te está atormenta.
Cuando puedas vení a mi casa, y conversamos junto a mi esposa Dania.

—Sí, hay algo que nunca he contado, y que sigue al acecho.
Te mandaré un mensaje cuando pueda ir.

—Está bien.

Luego de unos pocos minutos, llegó a mi casa, y le preguntó a Don Oliver cuánto le debo.

—No me des nada por esta vez.
Además, desde el supermercado, a tú casa, no es nada, rápido se llega.

—Bueno, muchas gracias.
Y hasta luego. Adiós pequeña Evelin.

—Con gusto, y buena tarde.

Varios días después.
Estaba haciendo oficio en casa, cuando recibí una llamada. No quería contestar, pero me tocó hacerlo.

—Hola, ¿Qué pasa tío?

—Me imagino que estás haciendo oficio en este momento.
Por eso quiero que vengas a mi casa, apenas termines el oficio.
Si no lo haces, lo pagará tú hermanita.

—No puedes hacer eso.

— Sabes que sí lo haré.

—Estaré ahí, pronto.
Término todo lo que tengo que hacer, y voy. —le dije, y corte.

—Lo haré por mi hermanita. —pensaba.

—Hija, tu papá, y yo lo estuvimos pensando.
Queremos conseguir dos empleadas.
Necesitamos, que tú descanses de esto.

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