Parte 10

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—Venga señor, por aquí está el delincuente que dices. —dice un policía.

—Le agradezco.
Solo hablaré unos minutos con él.

—Aquí está.
Ya puedes conversar con ese hombre. —dijo el policía, y se retira.

—Hola, Saúl.
¿Viniste en representación del temible Brandón?

—Así es.
Supimos que te habían encarcelado.
¿Y el jefe quería saber si ocupabas algo? —respondió Saúl.

—De hecho sí.
Necesito que asesinen a mi hermana, cuñado,y sobrina.
Pero que a la bebé no le hagan nada, simplemente quiero que la niña se la lleven a un orfanato. —le dice susurrando.

—Bueno, ya nosotros sabemos donde viven.
Solo dime, ¿Cuando lo hacemos?

—Mañana, en la noche.
Alrededor de las 9:00.

—Muy bien, así quedamos.
Ya me voy, y le contaré esto al jefe.

—Sí, vete. —le respondió, mientras pensaba que tenía suerte de que Brandon no hubiera venido, porque si no lo hubieran reconocido, y que Saúl era de los hombres que se ha podido escapar de que la policía lo vea.

En eso llega un policía con un nuevo delincuente.
El hombre se notaba muy joven.

—Eres un tonto.
Estas joven, y has cometido un delito tan horrible.
Te echaste a perder  la vida hombre. —le dijo el policía mientras cerraba la puerta.

—Efectivamente eres joven.
Que mal que estés aquí.

—Sí, soy joven.
Asesiné a mi novia, porque la vi con otro chico.
Además, también asesine a su hermana menor, ya que se dio cuenta que había asesinado a su hermana mayor.
Por eso estoy aquí, ¿y usted qué hizo? —dice el joven llamado Gerardo.  

—Mira joven, yo he hecho tantas cosas.
Solo que la policía tuvo evidencia de una, y es que volví abusar de mi sobrina, y de su hermanita quien es una bebé.

—Entiendo señor.
Lo malo es que es probable que estemos aquí por años. 

—Correcto, pero yo haré lo posible por salir de aquí.

—Sí lo logras.
Por favor, ayúdame a salir de aquí.

—Lo intentaré.
Sí salgo de aquí, veré que puedo hacer por vos.

—Muchas gracias señor.

—No me agradezcas.
Hazlo cuando logremos estar fuera de aquí.

—Está bien señor.

Mientras con Cristina.

Nos fuimos de esa casa, y nos dirigimos a otra ciudad, viviendo cerca de la casa de mi amigo Jairo.
El lugar era grande, y lindo, pero tenía un mes de que no había hablado nadie, así que estaba sucio, además estaba con telarañas.

—Madre, tenemos que limpiar esta casa para poder acomodar todo.
Nos tomará mucho tiempo.

—No se preocupen, yo tengo dos primas que les ayudaran con la limpieza.
Hace unos minutos hable con ellas, ya vienen para acá.

—No te hubieras molestado Javier. —dijo mi mamá.

—Javier, muchas gracias.
Eres un gran apoyo para nosotras.

—No es molestia señora.
Y Cristina, con mucho gusto les ayudó.

—Bueno Javier.
Aquí esperamos a tus primas.
Vamos a empezar con la limpieza.

—Está bien.
Mañana nos vemos.
Por cierto, como hoy llegaron.
Mis primas las llevaran a comer algo más tarde, en un pequeño restaurante  aquí cerca.
   
—¿En serio?, qué pena Javier. —dijo mi mamá, y yo asentí.

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