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✩⎙⸙͎೫ˑ

Me sentía desfallecer.

Mis manos cayeron a cada lado de mi cuerpo, como si tuvieran demasiado peso y no pudiera mantenerlas levantadas. Sacudía la cabeza repetidas veces, negándome a aceptarlo, porque eso debía ser solo una broma de mal gusto, él estaba muerto, era más que imposible.

—Parece haz visto un fantasma —dijo tomando tres pasos, acercándose con cautela—, estás pálida, ¿te encuentras bien? —se burló con una pequeña risa baja que me causó escalofríos, sonaba igual a él, a su risa, a su voz.

Eso solo aumentaba mis ganas de llorar sin control.

—Oh, vamos, con lo mucho que te gustaba hablar —dijo con tono de queja, dando otros tres pasos mientras yo me volvía pequeña en mi lugar, contra aquella columna que parecía estar apunto de caer—, ¿porqué ahora tanto silencio?

Dejé salir un quejido, me dolía el pecho y no era precisamente por la falta de aire.

—Mientes, ¿eres un titiritero? —la pregunta había salido más como un susurro, no tenía voz, sentía como si las costillas estuvieran apretando mis pulmones—, ¡devuélvele su cuerpo a Suguru!, no eres tu.

Él se llevó una mano a su quijada, asintiendo de manera infantil, como si acabase de entender algo.

—Entiendo —volvió a asentir—, estás en la etapa de negación.

—¡Basta! —alcé la voz, harta de su comportamiento despreocupado—, ¡Suguru está muerto, mientes!

Mi voz sonaba quebrada, y lo estaba, estaba rota por dentro.

Podía sentirlo a la perfección, esa energía maldita tan poderosa que emanaba de su interior; lo sabía, sabía que era él pero me negaba a aceptarlo.

¿Porqué todo siempre se terminaba complicando?

—Que triste que des por muerto al que fue tu mejor amigo —negó con la cabeza con fingida tristeza, para luego sonreír, como si todo lo que sucedía le causara gracia—, y tu novio.

—¡Cállate, cállate! —grité y caí sobre mis rodillas, tapando mis oídos, me negaba a escuchar cualquier cosa que saliera de su boca, nada de lo que dijera era cierto, porque no era él, ¡no podía serlo!—, ¡déjame en paz!

—Bien —escuché sus pasos acercarse a mi y me encogí aún más en mi lugar, cerrando los ojos con fuerza, tal vez si me quedaba dormida, despertaría en mi cama, de madrugada, porque esto no podía ser más que una maldita pesadilla—, por ahora te dejaré, porque se nota que te niegas a aceptarlo —oí el roce de su tela, se estaba poniendo de cuclillas frente a mi—, pero regresaré, Chihiro —tomó mi rostro con una de sus manos, clavando los dedos en mis mejillas con fuerza, negué con la cabeza débilmente, sin abrir los ojos, sentía como las lágrimas recorrían mi cara, el sabor salado de estas en mis labios, todo era tan real, no era un sueño, no despertaría con Satoru a mi lado—, y lo haré para buscarte.

Soltó mi rostro con fuerza y caí sobre mis manos, manteniendo los ojos cerrados. Cuando dejé de sentir su presencia, su poder, me permití a mí misma llorar con fuerza, sosteniendo mi pecho con una mano, apretando la tela de mi ropa en el lugar donde se encontraba mi corazón.

Me dolía, me hacia tanto daño.

Sollozaba como niña pequeña, sin importarme si alguien podía ser capaz de escucharme —por más que estuviera completamente sola—, estaba herida. Mierda, hacia siete años había llorado por su pérdida, porque Suguru había decidido qué hacer con su vida, según sus propias palabras. Dos años atrás había sufrido su muerte, en un funeral que me parecía indigno de él, secreto, solo Satoru, Shoko y yo sabíamos sobre eso, solo nosotros sabíamos dónde se encontraba la que, se suponía, era su tumba; donde supuestamente, se encontraba su cuerpo. Pero no estaba ahí. Nos habían mentido, Gojp Satoru me había engañado de la peor manera. Aquella tarde había llorado hasta desgarrar mi propia garganta, abrazada a mi misma, negándome a aceptarlo, él no podía haber muerto, no él.

Dios, esa tarde había quedado afónica sin razón, porque él seguía vivo.

Mierda, Satoru era tan mentiroso, el maldito se había quedado abrazado a mi toda la noche, consolándome, ¿cómo se atrevía?

Intenté levantarme, usando la columna de piedra junto a mi, apoyándome en esta. Quería recuperar un poco de la dignidad que acaba de perder, aunque nadie jamás sabría que había llorado como nunca.

Al instante que me puse en pie todo a mi alrededor se volvió negro, y confuso, sentí como caía al suelo, pero no tenía las fuerzas para abrir los ojos, mucho menos para levantarme.

¿Me había desmayado?

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Me pesaban los ojos, en realidad, notaba todo mi cuerpo pesado.

Abrí un ojo con lentitud, sintiendo como el dolor de cabeza aumentaba  de golpe, era como tener resaca.

Miré a mi alrededor con un solo ojo, ¿estaba en la enfermería de la escuela?, ¿cómo había llegado ahí?

Me senté en la cama abriendo por fin el otro ojo, extrañada, no recordaba haber llamado a nadie antes de desmayarme, tampoco habían muchos hechiceros por la zona, entonces, ¿qué hacia yo ahí?

—Veo que te has despertado —dijo alguien y escuché unos pasos, se había detenido junto a mi cama—. Me puedes decir, ¿qué pasó, Chihiro?

—¿Nanami?, ¿cómo....?. —quise preguntarle qué estaba pasando, quién me había sacado de aquel lugar, pero las palabras murieron en mi boca cuando me interrumpió.

—Desapareciste por más de doce horas, me enviaron a buscarte —explicó con su voz monótona y aburrida de siempre.

—¿Doce horas? —pregunté incrédula, me había desmayado por tanto tiempo, era algo casi imposible de creer.

—¿Qué pasó? —ignoró mi pregunta, abriendo su libreta y preparándose para escribir en ella, con esa pluma negra que parecía jamás gastarse—, necesito escribir el informe de misión.

—Yo... —cerré la boca rápidamente, no podía decirle la verdad, si le contaba que Suguru seguía vivo, sería un problema, todos creían que Satoru se había encargado de cremar el cuerpo y lanzar sus cenizas al mar, pero no, lo habíamos enterrado, o eso creía yo— no lo recuerdo —sentencié mirándole a los ojos, era una buena mentirosa, tenía práctica en ello—, lo último que recuerdo es poner un pie dentro del parque y a partir de ese momento todo se vuelve negro, no sé qué pudo haber pasado.

Si le contaba la verdad, el albino quedaría como un traicionero, y, por más que lo fuera, no lo iba a permitir.

—Entiendo, bien —asintió cerrando la libreta y guardando la pluma en un bolsillo de su chaqueta beige—, descansa, escribiré el informe por ti esta vez.

Acepté su oferta, asintiendo con una pequeña sonrisa como agradecimiento. Se lo había creído, gracias al señor.

—Te lo agradezco.

No me respondió, tampoco esperaba que lo hiciera. Se giró sobre sus talones y desapareció de mi vista, tan serio como siempre.

Suspiré agotada y me permití relajar la expresión facil, estaba fingiendo una sonrisa como no lo hacia en mucho tiempo; fingiendo estar bien cuando en realidad me estaba quemando por dentro.

No quería pensar en ello, necesitaba descansar, dormir y olvidar. Olvidar más que nada.

✩⎙⸙͎೫ˑ

¿Chihiro y Suguru?
Ay no mms 🙊
Kejuerte

Satoru mentiroso :(
Que feo es eso eh, ya después la gente no confía en ti

Bueno, en fin
Gracias por leer <3

Se despide:

╰─►⸙͎◤✞ нιтσмι ✞◥

サファイア (𝐬𝐚𝐩𝐩𝐡𝐢𝐫𝐞) || Gojo Satoru x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora