Bésame mucho | Infagrete

Instintos del corazón

—¡Corte!— la voz de Ismael sonó por todo el set, dejando a Pedro helado de la vergüenza — Todos pueden ir y tomarse un descanso. Pedro, Jorge, vengan conmigo.

—De verdad lo siento Ismael— empezó Pedro una vez los tres hombres comenzaron a caminar hasta el otro extremo del rancho donde se encontraban filmando— Estoy algo distraído, pero dame chance, en cinco minutos estoy listo.

—Jorge también tiene cosas que hacer Pedro, es el secretario general de la ANDA, lo sabes bien— Ismael solía tener mucha paciencia con Infante, pero en las últimas semanas la actitud de Pedro lo había hecho perder la compostura en más de una ocasión.

Ya no era solo que buscara pretextos para no actuar con Jorge, sino que en las únicas veces en las que accedía a grabar con su co-estrella, Pedro no hacía más que ponerse nervioso, equivocándose una y otra vez en un guión que ya debería estar bien aprendiendo. Incluso en las escenas donde debía discutir con Jorge, Pedro evitaba tocarlo, rompiendo con ello la magia que quería transmitir Ismael en pantalla.

—No seas tan duro con él, Ismael. Todos tenemos malos días.

—Gracias por defenderme Don Jorge, pero no es necesario— Pedro Infante apretó los labios mirando con pena a Ismael— Podemos regresar a grabar, ya estoy listo.

—Por lo mucho que te aprecio, te daré una semana para que comiences a corregir esta actitud. Es todo, puedes irte. Solo recuerda que mañana tenemos una reunión en las oficinas de la ANDA.

Pedro iba a decir algo más pero Ismael se retiró del lugar seguido de otros guionistas.

—No te sientas mal por eso Pedro, todos podemos cometer errores— Jorge sonrió tímidamente en dirección al más bajo— Puedo ayudarte a practicar el guión, si es que así lo deseas— por más que el Alfa quisiera acercarse, sabía que en esos momentos no era prudente hacerlo, pues en esos momentos Infante parecía más un animal herido que en cualquier momento atacaría, aún si solo intentabas ayudarle.

—No es necesario que se tome tantas molestias Don Jorge, muchas gracias, le diré a mi chula que le haga una comida deliciosa para la próxima semana— aseguró Pedo tratando de sonreír, aunque sin mucho éxito— Lamento todas las molestias que mi actitud ha causado.

—Tranquilo hombre, no tengo problema alguno. Vaya con cuidado a su casa, nos vemos mañana— Jorge sin poder contenerse acarició fugazmente el brazo de Pedro, quien a duras penas pudo controlar el estremecimiento que recorrió su piel.

Ambos se observaron, era evidente que sus corazones estaban compartiendo las mismas sensaciones, para cualquiera que mirara, sería notoria la tensión. Pedro pasó saliva cuando sus ojos se desviaron a los labios de Jorge, quien siguió la dirección de aquella mirada, sonriendo con satisfacción al saberse un poco correspondido.

Un simple movimiento podía hacer que ambos labios chocaran.

—Creo que debo de irme.

—Espérate tantito Pedro ¿Acaso te incomoda mi presencia?

—No es eso Don Jorge

—¿Don Jorge? ¿Qué te he hecho para que me trates con tanta frialdad— con cada palabra que este decía, su voz parecía ser más melosa, cómo si solo quisiera que Pedro percibiera el enorme cariño que le tenía. Incluso el aroma se dulcificó, envolviendo las fosas nasales de Infante con cada segundo que pasaba.

—Tengo que irme.

—Puedes venir conmigo si así lo deseas. Puedes estar conmigo si así lo quiere tu corazón— la cabeza de Jorge se desvió lo suficiente para que sus labios rozaran el oído de Pedro— Solo falta que tu me lo pidas, puedes pedirme lo que quieras y yo te lo voy a dar— Jorge no iba a desperdiciar la oportunidad de oro que el destino ahora le estaba ofreciendo—Estoy a tus pies Pedro, lo sabes.