Espinas, flores y corazones

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El amor y el dinero son dos cosas que jamás se pueden ocultar, pues la mirada, la forma de actuar, todo en nuestro ser nos delata, y Pedro no era la excepción, ni siquiera Jorge que era mejor disimulando podía borrar la sonrisa de su rostro cada que estaba con Infante.

—Tienes que disimular mejor — regañó Pedro una vez ambos terminaron de grabar una de las escenas dónde se requería que ambos discutieran—¿Por qué no me querías golpear? ¡solo estamos actuando!

El rostro de Jorge se iluminó con una sonrisa de genuina felicidad—No seas así conmigo mi ángel cantor — Negrete dió varios pasos hasta lograr aprisionar a Pedro entre sus brazos, comenzado a repartir varios besos en el rostro del más bajo, que solo se removía intentando alejarse de las muestras de afecto que hacian sentir al corazón de Pedro hincharse de felicidad.

—No soy un ángel.

—Para mí si— Jorge dejó un besito en los labios de Pedro antes de arrastrarlo hasta el sofá — Y no, no podía dañarte esa carita tan preciosa que tienes — chasqueó la lengua antes de hacer que Infante se sentara sobre sus piernas — Pero está bien, si quieres que siga fingiendo que no me vuelves loco, haré lo mejor que pueda, pero tú tampoco eres muy bueno disimulando eh, tus ojitos de borrego a medio morir cuando canto también te delatan.

Las mejillas de Pedro se pusieron completamente coloradas— Ya estuvo pues— Jorge se negó a soltar de la cintura a Infante — Vamos a apurarnos, tenemos que empacar para irnos a la otra locación.

—¿Puedo pedir que nuestra habitación sea con una cama?

—No diga tonterías hombre, ¿Qué van a decir si se enteran?

—Que somos muy buenos amigos.

Pedro negó con una sonrisa en los labios antes de regresarle el beso a Jorge y ponerse de pie, pues tenía que empacar y despedirse de Irma antes de viajar a la siguiente locación.

Jorge no cabía en sí de felicidad, se sentía el hombre más afortunado del mundo y estaba seguro de que aquella felicidad no podía quitársela nadie.

—Don Jorge — la voz de Margarita llegó a los oídos de ambos, haciendo que Infante se pusiera serio de inmediato.

—Adelante Margarita — Jorge con una risilla le dió una pequeña nalgada a Pedro, quién le hubiera gritado enojado de no ser porque la menuda mujer entró—¿Todo en orden?

—Lo están buscando de la ANDA— ella se veía apenada, como si no hubiera querido interrumpir el momento — Dicen que necesitan verlo con urgencia, ya sabe, por el dinero que comentó la otra vez.

Jorge de inmediato perdió la sonrisa, era bien sabido que la gente de los altos mandos de la televisora siempre estaban buscando un pretexto para sacarlo, pues sus ideas no concordaban con los objetivos de aquellos hombres ricos, fue por ello que el rumor de que  su origen no era humilde había tomado tanta fuerza, como un intento de hacerle parecer lejano a la gente.

—Nos vemos después Pedro.

Negrete salió a toda prisa de aquel set y no se detuvo hasta que estuvo en las instalaciones de la ANDA, rodeado de hombres de traje y cara de pocos amigos que no dejaban de soltar pretextos, uno tras otro, intentando hacer desistir a Jorge de buscar más sobre el tema.

—Te dije que meterte con ellos era peligroso, Jorge— farfulló María una vez Jorge le marcó preocupado para comentarle la situación — Todos quienes hicieron malos manejos van a querer dañarte, a ti y a Pedro.

—¿Qué sabes de esto María? Tu jamás hablas sin tener motivos.

La alfa se removió inquieta en la silla, mirando hacia todos lados, asegurándose de que los oídos indiscretos no les escuchaban.

—Cuando empezaste a buscar sobre los antiguos manejos del sindicato, algunos altos mandos de las televisoras comenzaron a inquietarse, decían que era peligroso que te metieras en eso y que si no te estabas quieto con el asunto, podían tomar otro tipo de medidas — el rostro de María estaba imperturbable, pero Jorge la conocía lo suficientemente bien como para saber que en realidad estaba preocupada— Pero desde que comenzaste a salir con Pedro — el nombre fue dicho en un susurro, el viento apenas si pudo transmitir el sonido— existieron rumores, hay gente que dice que los ha visto juntos, y que podrían tener otro tipo de relación.

—¡¿Quién dijo semejante tontería?!

— Cálmate Jorge, no hagas un escándalo — María casi gruñó — Solo te digo lo que escuché  y si quieres una recomendación, protege a Pedro, sabes cómo es la gente con demasiado poder y con ganas de ocular su verdadero rostro.

—No puedo dejar a Pedro, sabes que lo amo.

—Lo sé mejor que nadie, pero si no tienes la situación controlada, solo vas a hacer más daño que bien. Habla primero con él, ya después puedes saber que hacer.

Proteger lo que más amo.

Esa era la única frase que se repetía en la mente de Jorge mientras no dejaba de ver los números y demás reportes que iniciaron el problema. Ahora sí no podía concentrarse en otra cosa que no fuera Pedro. Su nombre se repetía como un mantra, como si fuera la única palabra que conociera.

El temor no tardó en invadirlo, sabía muy bien que la gente poderosa era capaz hasta de lo impensable, todo con tal de salvar su pellejo y si la reputación y el dinero estaban involucrados, era evidente que la cosa saldría mal en algún momento.

Jorge apretó los labios, estaba seguro de que si ellos ya sabían de Pedro, podrían querer usarlo en su contra, pero ¿De qué tanto podían tener certeza? ¿De que se gustaban? ¿De que su comunicación había mejorado? ¿Qué ya no eran rivales? El alivio hubiera sido completo de no ser por el último pensamiento que le sacudió como si fuera una ola que lanza el mar ¿Y si ellos sabían que Pedro era Omega? Aquello debía de aparecer en los registros médicos, aunque Ismael y el resto de la familia Infante se hubieran empeñado en ocultarlo, existirían médicos o enfermeras que supieran de su verdadero origen, incluso algún ex vecino de aquella familia podría saberlo.

Negrete se puso se pie, moviéndose de un lado para otro como si fuera una fiera enjaulada ¿Cómo iba a proteger a Pedro si semejante secreto estaba en manos de esos idiotas? Tenía que pensar con cuidado su siguiente movimiento.
Sin darse cuenta sus manos buscaron con desesperación un cigarro, que terminó botado en algún lugar de la oficina cuando las gotas de tequila llegaron a su garganta, casi con desesperación comenzó a tomar, como si aquel elixir fuera agua en medio del desierto.

Su ansiedad y desesperación comenzaron a crecer al mismo tiempo que su sobriedad desaparecía.

¿Qué haría él si le pasaba algo a su ángel cantor? No podría vivir con la culpa de poder haber evitado semejante tragedia.

Tenía que hacer algo y rápido, pero ¿Qué? ¿Qué podría hacer para salvar a Pedro y al mismo tiempo proteger a los actores y actrices que creían en él?

Bésame mucho | InfagreteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora