Tener algo contigo

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Desear a Pedro Infante, era como la añoranza que tienen los humanos por ir al cielo, era como querer sembrar una rosa en pleno invierno. Podías tener todo lo necesario para lograrlo, pero necesitabas de un verdadero milagro para que tú sueño se hiciera realidad.

Sí, en verdad el Ídolo de Guamúchil era un ser etéreo, un ángel codiciado y obtenido por pocos, un hombre que ni el mejor escultor del mundo pudo haber hecho, el mismo Miguel Ángel tendría envidia de Dios por crear a semejante obra maestra. O al menos así lo percibía Jorge Negrete, quién desde que había visto a Pedro Infante en la televisión, no pudo dejar de pensar y fantasear con él.

Debía admitir que se sintió un poco decepcionado cuando supo que Pedro Infante era un alfa, uno muy codiciado, pero ello no impidió que en múltiples ocasiones se imaginara como sería conocerlo, como sería estar unos minutos a su lado. Que ambos fueran de la misma casta jamás fue barrera para imaginarse como se sentiría besarlo, como sería acariciarlo, ¿Estaría en el mismísimo cielo al escucharle cantar en su oído?

En varias ocasiones Jorge se regañaba así mismo por andar pensando en un actor que ni siquiera lo conocía en lugar de concentrase en su vida, pero ¿Quién no se distraería con esos ojitos tan chulos que tenía Infante? Negrete sonreía como un niño cuando pensaba en Pedro.

Por ello cuando le ofrecieron un libreto para una película de Ismael Rodríguez no dudó en aceptar la propuesta, pues sabía de buena fuente que aquel director y Pedro Infante eran grandes amigos.

Negrete no negaría que cuando por primera vez observó a Pedro, sintió que solo existían ellos dos. La necesidad de impresionarlo pronto invadió todos sus instintos, porque aunque en ocasiones anteriores intentó acercarse a él, nada había resultado hasta ahora.

Grande fue su decepción cuando al invitar a Pedro a convivir un poco más con todo el elenco, este se negó.

¿Qué había echo para recibir el desprecio de su ángel cantor? Toda la velada no hizo más que pensar en que había hecho mal.

—¿Otra vez pensando en Pedro?

—Sabes que ese alfa me tiene mal, María.

La única que sabía de sus sentimientos hacia Pedro era María Félix, una alfa de exquisita belleza, de amor codiciado por todo aquel que la mirara. Era una mujer extraordinaria, con una valentía que impresionaría a cualquiera, María era una de las definiciones de la perfección, y aunque se rumoreaba que ambos mantenían una relación más allá de la amistad, eso jamás había sido cierto, pero a ambos les beneficiaba los frutos que daba aquel chisme.

—¿Y qué esperas para traerlo aquí?

—No se deja, es bien rejego. Creo que sí ama a su esposa.

María soltó una risa de burla— No seas tonto, escúchame y hazme caso a mí, no a tus pensamientos idiotas.

Jorge rodó los ojos — ¿Otra vez vas a insultarme?

—Es por tu bien, querido — admitió ella sentándose al lado de Jorge, quitando sin delicadeza la botella de tequila que Negrete tenía en sus manos — Sabes que si no fuera por mi, ni siquiera admitirias que otro Alfa te atrae.

—Te debo algunas cosas María, eso lo sé bien, pero me rechaza cada que me ve, evita estar a solas conmigo ¿Cómo quieres que lo obligue?

—Lo que deberías hacer es ir y robarle un beso, agárralo fuerte de la cintura y plantale un beso, pero dáselo bien, que se acuerde de ti durante el resto de su vida si te rechaza.

Jorge volvió a negar de forma triste antes de tomar sus cosas e irse a su habitación, disculpándose con María por semejante espectáculo.

La bella mujer solo pudo ver partir a Negrete antes de irse hasta la sala principal, donde todos los demás miembros del elenco esperaban a la pareja. María con fina palabrería que la caracterizaba se disculpó con todos en nombre de Jorge para después mandarlos a sus hogares, con los chóferes correspondientes.

Y aunque ella no era de hacerle de comer a Jorge, terminó por prepararle el desayuno a la mañana siguiente, como una muestra de apoyo para que no se diera por vencido tan fácil con Pedro.

Negrete con esa muestra se sintió un poco mejor y así salió al set, dónde para su sorpresa no estaba presente Pedro, Ismael se excusó en su nombre y le pidió que tuviera paciencia, que Infante se había sentido mal y que sus grabaciones juntos empezarían hasta la próxima semana, mientras trabajaría mano a mano con las demás estrellas, para así no desaprovechar el tiempo.

Jorge se sintió peor con aquella declaración ¿Qué había hecho para merecer el desprecio del hombre que lo traía vuelto loco? Quizá lo mejor sería que el Charro Cantor dejara en paz a Pedro, y que a partir de ahora tratara de verlo como su co-estrella, como una persona que solo podría llegar a ser su amigo.

Bésame mucho | InfagreteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora