Flor sin retoño

862 135 30
                                    

Pedro se removió inquieto en su lugar, se ponía de pie y luego se volvía a sentar, tomaba un poco de agua y después veía por la ventana, a veces se rascaba la nuca y en otras ocasiones el cuello pues su nerviosismo no lo dejaba estar en paz ¿Hacer esa llamada o no? ¿Volver a hablar con Luis o no? Esas eran las preguntas del millón, pero para mala suerte de Infante, no había ninguna respuesta correcta.

—Ya estese quieto, hombre, me pones nerviosa a mi también— Irma dejó el vaso sobre la mesa antes de hacer que Pedro se sentara en el sillón—¿Ya me va a decir qué es lo que lo tiene así? Desde que regresó de esa reunión con Jorge no ha dejado de apestar la casa de puritita preocupación ¿Le hizo algo ese Alfa? Si es así dígame de una vez, porque ya verá ese hombre de lo que...

—No, no mi chula, tranquilícese pues— estaba vez fue el turno de Pedro de obligar a Irma a sentarse— No me ha hecho nada, es solo que hay algunos problemas de la ANDA que también me conciernen a mi, es todo— Infante se obligó a relajar los hombros y la expresión de su rostro— Mejor vaya a prepararse, tenemos que salir a un día de campo organizado por Ismael.

La bella mujer le miró de pies a cabeza sin estar convencida de las palabras de su marido—SI lo hago ¿Me va a decir con quién pasó sus tres días de celo? Recuerde que tenemos un acuerdo, donde usted se va, pero me avisa con quién está.

El rostro de Pedro se puso completamente colorado ¿Cómo le iba a decir que su celo lo pasó con Jorge y que de puro milagro él no lo mordió? No, no, hablar de eso, haría que Infante tuviera que decirle a Irma que ambos estaban en una especie de relación clandestina, misma que tarde o temprano Negrete querría hacer publica. No, definitivamente Pedro no podía lidiar con tanto.

—Prometo que te diré cuando esté listo.

El rostro de Irma se ensombreció— No me digas que regresaste a hablarle a Luis.

—¿Cómo va usted a creer eso? ¡Por supuesto que no! Lo que tenía con ese Alfa se acabó una vez te conocí, así que no tienes que preocuparte por eso. Anda, ve a ponerte más chula de lo que estás.

Irma sin estar muy convencida siguió las indicaciones de un preocupado Pedro, que no dejaba de mover su pie derecho al ritmo de los latidos de su corazón, evitando cerrar los ojos, pues eso le haría recordar el rostro de Luis, que en últimas horas no dejaba de dibujarse una y otra vez en su mente.

Pedro sabía que pensar en otro Alfa era incorrecto, pues sabía que su amor le pertenecía por completo a Jorge, su mente y alma estaban conectados a aquel desde la primera vez que se vieron, pero Luis... con ese Alfa las cosas eran diferentes, demasiado. Para empezar, la forma en que se conocieron y el trato que recibió por parte de aquel hombre al que llegó a amar tanto que en el pasado estuvo a punto de poner en peligro su carrera, todos sus logros con tal de permanecer juntos.

En esas épocas él aún era demasiado joven para comprender todo lo que estaba en juego, solo por ideas tontas sobre el amor, por castillos y fantasías en el aire que desaparecieron con un soplo cuando supo que Rosario Gálvez y el Gallo Giro contraerían matrimonio ¿Qué no se suponía que Luis Aguilar había dejado a Ana María por el amor que le juró?

Sin poder evitarlo, sus ojos comenzaron a picar, amenazando con empezar a llorar, y no por aún amar a Luis, no, el llanto era por el recuerdo que le provocaba, las memorias de todo lo que permitió por amor eran lo que nunca dejaría de doler.

—¿Nos vamos, Pedro?— la mano fuerte y firme que le ofreció Irma le ayudó a guardar la compostura.

—Si mi chula.

El camino fue tranquilo, así como el día de campo, pues Jorge no estuvo presente en el evento, por lo tanto Pedro no tuvo que fingir que su parte más sumisa se alborotaba cada que estaba Negrete, pero esta misma situación le llevó a pensar de nueva cuenta en Luis, por el simple hecho de que él era otro actor famoso y reconocido, lo que hacía que tuviera bastante influencia en el mundo artístico, cualidades que podrían ayudar a Jorge a salir del embrollo en el que estaba metido.

Porque si bien Jorge no le contó mucho más que estaba metido en líos con gente poderosa que no quería que hiciera mejoras en la ANDA, Pedro presentía que la situación era mucho peor, sino, Negrete jamás le habría comentado de aquella preocupación que no tenía nada que ver con él.

Luis podía ayudar a Jorge, el mismo Negrete se lo había hecho saber cuando en medio de su preocupación, mencionó sobre los contactos que podían darle información útil para hacerles saber a los altos mandos que no estaban tratando con un Don nadie y que solo tenían dos opciones, dejarlo trabajar tranquilo o atenerse a las consecuencias.

—Haz estado muy callado Pedrito— en cuanto llegaron a la casa, Irma se cruzó de brazos, sin dejar avanzar a Infante a la habitación—¿Me vas a decir que te pasa o tengo que obligarte?

—Son cosas de la película, no tienes de qué preocuparte.

—¿Haz dejado de confiar en mí, Pedro?

—Eso nunca, pero no estoy preparado para contarte— admitió Pedro bajando la cabeza, evitando ver a Irma, quién más tranquila relajó su expresión, extendiendo los brazos hacia su esposo— Gracias Irma.

Ambos se quedaron así unos momentos, dejando que sus corazones latieran al mismo ritmo.

—Voy a dormir ¿Vienes?

—Voy en un ratito, tengo cosas que aprenderme del libreto— y con un casto beso en la frente, Irma se retiró en silencio a su habitación.

Pedro se encaminó hasta su despacho, observando todo como quién se intenta distraer de sus pensamientos pero sin lograrlo.

—No puedes hacer eso Pedro— se regañó al tiempo que se dejaba caer en su silla, frotando su rostro con las palmas de sus manos que no dejaban de sudar—No puedes volver a verlo.

Desde el momento en que Pedro se enteró que Luis se casaría, le prometió que el no diría nada de su relación clandestina a cambio de que él tampoco dijera nada acerca de su verdadera casta. Luis aceptó, con la condición de que nunca se volverían a ver, ni siquiera para hacer alguna película, pues decía que con las que tenían eran suficientes.

Pero Jorge lo necesitaba

Sí, el bienestar de Jorge valía más que cualquier vergüenza de antaño.

Pedro contuvo el aliento unos segundos antes de respirar profundamente y tomar el teléfono de su casa, marcando los números que según él había olvidado hacia tiempo.

—¿Bueno?

—Con Luis Aguilar, por favor.

—¿De parte de quién?

De repente el Omega sintió su boca seca — Pedro Infante — el silencio al otro lado de la línea le hizo latir fuertemente el corazón, pues creyó que le colgarían.

—Creí que teníamos un trato, Pedro.

La voz de Luis hizo que su parte Omega se encogiera de miedo en su lugar.

—Lo tenemos, pero esto no se trata de mí.

—¿Ah no? ¿Entonces?

—Jorge Negrete necesita tu ayuda.

—¿Ahora te acuestas con él?

— Luis, por favor, si no fuera urgente jamás te habría contactado.

El fuerte suspiro que dió el Alfa desde el otro lado de la línea le indicó a Pedro que pese a la negativa de sus palabras, accedería a la petición.

—Dime qué es lo que necesita Jorge de mí y en seguida lo iré a ver ¿Está en las instalaciones de la ANDA?

Pedro realmente esperaba que buscar a Luis fuera un acierto y no un error que pudiera lamentar después.

Bésame mucho | InfagreteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora