Un amor como el nuestro

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Irma estaba segura de que si Pedro bebiera, ya se habría acabado todo un bar entero, y no, no era exageraciones suyas, no, se trataba de una realidad que a ella le hacía doler su corazón y no era para menos, pues Pedro desde hacía horas le había contado todo lo que estuvo viviendo esos meses, desde su primera vez con Jorge, hasta la conversación que había tenido con Luis después de las confesiones que se hicieron los Alfas.

Mientras las palabras fluían de aquellos resecos labios, la mujer no pudo evitar sentirse culpable ¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¿Cómo fue tan ciega para no ver las señales que Pedro gritaba con cada acción?

—Perdón Irma, perdóname por favor.

Ella pasó saliva con dificultad, lo que le estaba pidiendo Pedro era una locura, una que bien podría llevarle a la destrucción de toda su carrera, de todo lo que construyó a lo largo de los años...pero Infante era tan bueno, tan bondadoso, no solo con ella, sino con todo el pueblo ¿Quién podría negarle algo? ¿Quién podría enojarse con él después de todo lo que Pedro hizo no solo por ella, sino por México?

—No tengo nada que perdonarte Pedro, nada. Yo sabía a lo que me arriesgaba al estar contigo, así que deja de preocuparte por tonterías — Irma no iba a negar que ella se imaginó que toda su vida la pasaría al lado de Pedro, que aunque ambos fueran omegas, se las arreglarían para estar juntos, pero sabía que eso no haría feliz al hombre que tenía enfrente, y ella ante todo, prefería la sonrisa de Pedro que la aparente estabilidad que podía ofrecerle— Te amo Pedro y si tú corazón le pertenece a Jorge, entonces tienes que ir con él, debes buscarlo y decirle que estás listo para enfrentar al mundo entero si él está a tu lado— Irma le tomó la mano, tratando de mostrarle su apoyo de esa forma— Ve Pedro, explícale que solo tienes ojos para él, que nada más importa, después, solucionaremos lo que venga.

Pedro intentó decir algo más, alguna disculpa, quizá una canción sería apropiado, pero el rostro de Irma no daba lugar a excusas o pretextos, así que cómo alma que lleva el diablo, Infante salió corriendo de su casa, llegando hasta su auto. Con las manos temblando apenas sí pudo conducir correctamente por aquellas abarrotadas calles, logrando a duras penas estacionarse cerca de la casa de Jorge.

Su corazón ya latía desbocado cuando una mujer mayor apareció para llevarlo hasta el despacho de Jorge, ofreciéndole una sonrisa triste.

—Jorge, escucha con atención, yo te amo solo a ti, a nadie más — con fuerza y decisión abrió la puerta, observando como el rostro de Negrete se levantaba para mirarlo con los ojos brillantes — No, no llores, Jorge, por favor.

Negrete no espero ni un segundo más para ponerse de pie y envolver con fuerza a Pedro entre sus brazos, cómo si no estuviera dispuesto a dejarlo ir nunca más.

—Mi ángel cantor.

Pedro estaba tan concentrado en Jorge, que ni siquiera fue capaz de notar que María estaba al otro extremo de la habitación, pero sabiamente la mujer al ver la escena decidió salir en silencio.

—¿Qué tienes hombre? ¿Por qué lloras? Si es por mi...

—María ha tenido toda la mañana para convencerme de que tú ibas a regresar a mi— admitió con una sonrisa triste, llevándose a Pedro hasta el sillón, dónde le hizo sentarse sobre sus piernas, dejando recargada su cabeza sobre aquel firme hombro— Pero hay otra cuestión que me preocupa.

—La ANDA

Jorge asintió, dejando que su mano tomara la de Pedro— Mario Moreno se enteró de todo el escándalo que hubo y habló conmigo. Dijo que los altos mandos políticos no estaban contentos con mi imprudencia y que si no dejaba el cargo, entonces todo el medio artístico afiliado a nosotros, estaría en peligro.

Bésame mucho | InfagreteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora