Cap. 11 Un llavero de bota

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Los primeros rayos del sol comenzaron a abrirse paso en medio del horizonte, acompañados de la radio encendida que emitía unas notas musicales ochenteras lo que permitió eliminar por completo el silencio incomodo que se generó en ese momento durante el camino hacia la secundaria. Alina con los ojos clavados hacia el exterior asado, Damián la observaba desde el retrovisor intrigado por aquella mirada tan profunda acompañada de angustia, nostalgia, a decir verdad, una mirada que reflejaba temor por conocer algo nuevo y es comprensible, la mayoría de nosotros pasamos por una situación similar a la que ella está a punto de vivir.

El camino hacia la secundaria no demoro mucho realmente, habrán tocado tres canciones en la radio y un spot comercial, para que su padre detuviera el vehículo a unos cuantos metros de la reja de la escuela de Alina.

– ¿Estás lista Ali? –pregunto su padre

– ¡Si! Y emocionada también. –bajaron del auto.

– Dian, ¿Tú no vienes? –hablo su hermana desde afuera del auto con la mochila al hombro.

– ¡Por supuesto que no! –bromeo su hermano–. ¿Acaso quieres que vaya contigo? –salió del auto y camino detrás de ellos. Al llegar a la entrada su padre saludo a dos maestros que se encontraban parados afuera de la reja. Damián reconoció al profesor de canas pintadas en su cobrizo cabello, él le dio clases de historia en el último año de secundaria, ese año en el que le hizo ver su suerte en cada parcial evaluado. Alina tomo de la mano a Damián y lo jalo hacía unos papeles que estaban pegados en la reja dorada.

– Estupendo, siete listas para los de nuevo ingreso ¿Encuentras mi nombre Dian? –preguntó su hermana mientras revisaba la lista C. Damián movió la cabeza en forma de negación. – ¿Cuál es tu nombre? –hizo la pregunta generando una broma a su hermana.

Él deslizo el dedo en la lista B, pero no encontró el nombre de su hermana, se brincó a la lista A y en orden alfabético nuevamente deslizo su dedo hasta encontrar la letra M.

–Bien aquí está la letra, veamos, Macías, Madrigal, Márquez, Martínez, Mascó, Méndez, Merino, Milena, Miranda, Montaño. No inventes, pues ¿cuántos alumnos tiene tu grupo? –tomo una bocanada de aire y prosiguió–. En fin, continuemos buscando Montenegro, Montiel Acevedo, Montiel Herrera Alina – repitió el nombre para estar seguro –perfecto estás en el grupo A.

–Súper Damián, ¿Por qué no comenzamos desde un inicio a leer las primeras listas y nos fuimos directamente a las listas de en medio?

–No tengo idea. –sonrió.

–Entonces solo debo entrar yo, mi padre o mi hermano no pueden entrar conmigo ¿Cierto? –preguntó Alina a uno de los profesores que continuaban platicando con su padre.

–Es correcto, por favor pasa y dirígete hacia la cancha techada ahí te darán otras indicaciones. Y para eso tienes que caminar por este corredor amarillo todo derecho, pasarás dos salones grandes que tienen el número 7 y 9, al llegar ahí vas a girar a la derecha, y continúas caminando directo hasta llegar a la cancha.

–Ok –respondió un poco confundida por los nervios que sentía en ese momento–.

–¿Alguna duda?

–No ninguna. –la verdad era que unido a los nervios tenía muchas más dudas de cómo llegar, pero tomo aire y se despidió abrazando a cada uno–. Nos vemos papá, adiós Damián.

–Te veo en la salida hija.

–Cuídate mucho bestia.

Devuelta al auto, con el tiempo bien establecido, se dirigieron hacia la preparatoria, Damián recostó su cabeza sobre la ventana cerrada del vehículo tratando de no pensar en el dolor de cabeza que se volvía poco a poco más intenso lo que provocaba que mantuviera los ojos cerrados. El padre de Damián condujo en silencio, con la radio apagada, en auto todo te queda demasiado cerca. La secundaria de su hermana estaba a 15 minutos de la preparatoria donde él también estaba a punto de iniciar una nueva etapa que le cambiaría su vida para siempre. Algo que caracteriza mucho a su padre y que Damián trata de siempre lograr llevar a cabo es la puntualidad misma que tiene la actitud de reconocer la responsabilidad de una persona. Ser profesor es un cargo enorme, y una formación humanista en la que cada docente debe llevar a cabo como guiador hacia los jóvenes que se quieren formar para el futuro. Al papá de Damián le agradaba su trabajo, enseñar con un método practico que es a través de experimentos. Cabe reconocer que muchos padres depositan la confianza en todos los maestros para que puedan apoyar y enseñar a sus hijos, bajo cualquier método siempre y cuando no se use la agresión física o verbal. Hay esperanza de cambiar al mundo brindando todas las bases necesarias a sus estudiantes para que puedan salir adelante. Porque al final de todo, los maestros son una figura social que siempre estará en la mira de todos, por eso deben dar un buen ejemplo no solo por aparentar sino porque son profesionistas llenos de valores éticos y morales que ponen en marcha todos los días junto a la disciplina. Ellos están para ayudar, orientar y apoyar a los alumnos durante el camino de su preparación académica, permitiendo que sean capaces de decidir libremente lo que es mejor para cada uno y así poder tomar la mejor decisión haciéndose responsables de las posibles consecuencias que traiga consigo.

Estrella Infinita: Un Amor Sin PrejuiciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora