Tuve una conversación hoy, una de esas conversaciones profundamente negativas. Mi pecho todavía lleva el peso de esas palabras, mi estómago se retuerce y mis lágrimas amenazan con aflorar. Apenas con 23 años, rara vez había escuchado tal vileza que se aferra a mí, resonando en mi mente como un eco constante.
Palabras venenosas, despectivas, un repertorio ingrato que se adhiere a mi ser y reverbera en mi cabeza.
(Insensato, ineficaz, desatento, despreciable, ...)
¿Cuántas veces más tengo que soportar este tormento?
¿Cuántas veces más tengo que infligirme este daño?
La fatiga me abruma.
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Contando los días
القصة القصيرةAnsiando levantarme cada mañana, aunque en el fondo sé que me estaría mintiendo a mí mismo...