Ese beso en mi frente fue un despertar, una sacudida que me hizo darme cuenta de la realidad.
En ese breve instante, una presión inmensa se apoderó de mi pecho, mis párpados se llenaron de lágrimas que amenazaban con cristalizarse. Inhalé profundamente, tratando de contener la avalancha de emociones que amenazaba con desbordarse.
La verdad era abrumadora, me golpeó como una marea furiosa. Me ilusioné, me dejé llevar por un suspiro de esperanza, y en cuestión de minutos, esa ilusión fue sepultada bajo una avalancha de realidad. Sabía que no era suficiente, ni siquiera para mí misma. Comprendía, o al menos creía comprenderlo. La crueldad de la verdad había sido despiadada, pero al menos.
ESTÁS LEYENDO
Contando los días
Storie breviAnsiando levantarme cada mañana, aunque en el fondo sé que me estaría mintiendo a mí mismo...