capítulo XVI.

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Qué bien se sentía Armando ya en casa con sus hijos, rodeado de las personas que más amaba, luego de esos días que vivieron, Betty ya caminaba bien, Armando la ayudaba por las noches a fajarse como le enseñó la doctora, ya eran los últimos días que lo haría según le había dicho ella, aunque las molestias en los pechos no cedían, le dolía la espalda, pero comprendían que era normal, se lo había explicado la doctora el penúltimo día que la vieron en el hospital y ella le comentó sus inquietudes, y eso porque Armando le insistió a Betty que le comentara sus malestares, así que no se preocupaba tanto por eso, ahora solo faltaba tener en sus manos la demanda de divorcio y poder pensar en casarse con Betty y ser legalmente una familia, estaba pensando en comprarle un regalo a ella por haberle dado esos niños tan maravillosos que el adoraba, ¿pero qué? tenía que preguntar a su mamá que podía ser... en cuanto se quedara con ella a solas se lo comentaría o quizás a su papá, sí eso haría, porque nunca fue bueno para hacer regalos y tenía que ser algo significativo.

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DJ: Hermes ya llegué.

DH: si ya la vi, creí que se iba a quedar por allá y yo aquí solo, ¿quién la trajo? porque vi que bajó de otro carro no de un taxi.

DJ: ¡¡porque quiere está solo!! si actuara como los Mendoza o como un padre y no como un juez... estaría con su hija y sus nietos, nos trajo doña Catalina, a Nicolás y a mí.

DH: no pues, ahora me dirá que no diga nada, no puedo, es que me hierve la sangre.

DJ: pues quédese con su furia, pero quiere que le diga algo, yo me siento muy feliz por mi hija, está muy contenta con sus hijos, con ese hombre que se desvive por ella, sus padres no la han dejado ni un día sola, igual doña Catalina, y hasta ese amigo de Armando, don Mario igual ahí pendiente de ellos, no se imagina la casa tan bonita que tienen, lujosa, elegante, grande, en una zona muy bonita, el cuarto de mis nietos es como la sala y comedor de esta casa, ¿y sabe que Hermes? Armando la puso a nombre de mi Bettica, quiere que ella y sus hijos tengan su casa, porque en ese mundo de los negocios no se sabe que pueda pasar, eso me dijo Armando a solas.

DH: ahhh claro, la tendrá de amante con casa y todo, pero ¿cómo usted puede estar de acuerdo con todo eso? es que no puedo creerlo Julia -dice furioso-

DJ: ¿por qué se cierra? ¿por qué no entiende que está esperando la demanda del divorcio? es cosa de días, y entonces será libre, él me dijo que en cuanto la ley lo permita se casa con Betty.

DH: pues hasta no ver no creer, solo entonces aceptaré todo eso, antes no, es que no puedo, yo no crie ni eduqué a mi hija para ser la moza de nadie Julia, y mientras él sea casado eso es.

DJ: no se puede con usted, es que no lo aguanto.

DH: usted siempre de alcahueta con la niña por eso pasó todo esto, si yo hubiera sabido las cosas, ella no vuelve a trabajar a Ecomoda aquí estaría en su casa como debe ser una señorita de familia.

DJ: si aquí sometida a sus ideas, a sus órdenes, a sus gritos, usted hizo su vida como quiso, ¡¡déjela tranquila!! y yo me alegro cuando la veo tan feliz, tan querida por Armando, esa señora doña Margarita les tiene a mis nietos el closet lleno de ropa y de cosas que necesitan, son tan generosos y buenos con ella, la aceptaron a pesar de las diferencias entre ellos, y eso me hace feliz, que no rechazan a mi hija como siempre lo han hecho desde su niñez, ahora lo dejo voy a cambiarme porque me da jaqueca escucharlo.

DH: quiero comer Julia, ¿ya está la comida?

DJ: pues se espera a que baje, no puedo creer que no ponga a calentar la comida que le dejo lista y me espera a que llegue para que le sirva, Hermes por Dios. -Ese era don Hermes, el hombre machista, impositivo, con ideas anticuadas, y doña Julia tenía que aguantarle todas sus manías, pero cada vez lo soportaba menos-

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