El hospital siempre fue la cosa que SooBin odio más en el mundo.
Sus malos recuerdos regresaban cada vez que caminaba por los pasillos escuchando el eco entre ellos, cada vez que sentía escalofríos por las bajas temperaturas del lugar, cada vez que percibía el olor del alcohol etílico y oía llanto debido a la tristeza, el dolor, la pérdida o todas las opciones anteriores juntas.
Su mamá falleció en ese mismo hospital años atrás, y ahora él tenía que estar ahí nuevamente.
Sin embargo, la historia actual no era tan dramática. Todo se resumía a que su tía, una enfermera de alto rango en el lugar y su cuidadora desde su orfandad, le había pedido que le llevara una carpeta con papeles sumamente importantes que había olvidado en casa la mañana del día en curso. Era de esperarse, ella siempre vivía tan apresurada, a veces estresada, pero con buenas historias que contar a la hora de cenar. Historias con amor, desesperación y culpa. A veces, SooBin se preocupaba por su tía y su estado anímico. El hecho de que su alto rango le trajera más problemas que los años anteriores donde estuvo habitualmente no le agradaba mucho, pero estaba orgulloso de ella. De la mujer que lo crió como si fuera su propio hijo.
Cruzó el elevador y evitó ver al área de camillas donde regularmente los enfermos reposaban después de alguna cirugía, algún tratamiento o posiblemente algo más duro que eso.
Al llegar al fondo del pasillo, doblar a la izquierda, subir las escaleras y encontrarse con la oficina de su tía, ella le agradeció de todo corazón su gran ayuda prometiéndole comprar pizza para cuando regresara a casa. SooBin, como buen chico, se despidió de ella con un beso en la mejilla y le deseó un buen turno con menos carga de trabajo. SooBin volvió a bajar las escaleras, dio vuelta esta vez a la derecha y caminó por el pasillo para tomar el elevador que lo esperaba con puertas abiertas.
Sin embargo, sus ojos miraron por el ventanal del área de camillas, y vaya que no debió haberlo hecho.
En la última camilla, casi pasando desapercibido, se encontraba un chico que se veía realmente fuera de la realidad.
Su cabeza estaba bendada y tenía gasas cubriéndole toda la pierna. Y si no fuer aporque SooBin es muy observador cuando menos quiere serlo, alcanzó a ver abundantes lágrimas corriendo por sus pómulos impulsadas por sus pestañas.
No supo cuándo su mano empujó la puerta y se acercó lentamente al chico que veía al techo, inmóvil. Notó que estaba solo, a diferencia de otros pacientes que tenían a sus familiares intentando subirles el ánimo con pláticas sin sentido.
Camilla #15
Paciente 3487, Choi BeomGyu, 16 años.
Tan solo tenían un año de diferencia y se veían en situaciones tan diferentes, que se lamentó.
— ¿Q-Quién eres tú? — preguntó el menor, observando por qué un tipo que jamás en su vida vio estaba tan atento a sus datos, sin decir nada —. No creo que tú seas doctor.
SooBin se sonrojó dándose cuenta de lo entrometido que podía llegar a ser a veces, pero ya no podía solo darse la vuelta y seguir su camino. Su corazón palpitó al ver de cerca esas manos manchadas con sangre seca, evidentes moretones donde las gasas no alcanzaban a cubrir y polvo en el rostro del chico. Y esos ojos brillosos a pesar del dolor, curiosidad en ellos, un sentimiento inexplicable.
— Soy...
Sus ojos se dirigieron al rostro del chico, y no pudo evitar mirar el rasguño largo y profundo, aún fresco, en la mejilla de BeomGyu, uno muy familiar a su parecer. Uno que estaba seguro haber visto antes. Pero claro, era más que sencilla la respuesta a su incógnita, vivía con una enfermea que tenía libros, revistas e impresiones de fotografías de pacientes por toda la casa prácticamente. Probablemente lo había visto antes y apenas se dio cuenta.
— Solamente estaba por aquí, simplemente, revisando.
— ¿Revisando? — cuestionó BeomGyu.
— Umh, soy ayudante aquí — mentira, pero no podía solamente admitir que era un chico muy curioso. Si mentir le regalaría poder ver esos pequeños y lindos ojos unos momentos más, sería mitómano —. Estaba supervisado.
BeomGyu soltó una risa débil antes de quejarse del dolor ante el espasmo —. Sí, claro — asintió con ironía, ganandose una mirada retadora.
— ¿Qué haces aquí?
— Ya sabes... — las palabras del menor eran arrastradas por su propia boca que batallaba para formular las frases a una velocidad buena —. La gente acostumbra a chocar con sus automóviles, fui el afortunado esta vez. Lástima que no era yo quien manejaba.
SooBin levantó sus cejas ante la sorpresa de la confesión. Un accidente automovilístico, eso explicaba los rasguños, la sangre por todo su cuerpo, la contusión en la cabeza. Sein embargo rápidamente hiló puntos y se atrevió a preguntar —: ¿Quién manejaba?
— Mamá — su expresión facial de pronto se volvió imperturbable —. Le he pedido que no maneje ebria, es muy necia.
La mano de SooBin viajó lentamente en el aire hasta estar acariciando ese rasguño que no dejaba de llamar al mayor, segundo tras segundo.
Tócame, tócame.
Las yemas de sus dedos rozaron suavemente estas y BeomGyu no se vió interesado en el por qué de sus acciones, siseó ante el dolor pero se mantuvo callado. Los dedos de SooBin sintieron una carga eléctrica probablemente imaginaria y se retiró. Ambos seguían curiosos uno del otro, pero no indagaban mucho.
— ¿Cómo te llamas?
— SooBin.
Las orejas de BeomGyu se sintieron calientes, y la sensación de haber tenido un déjà vu lo invadió. Pronto, desvió la mirada y miró el techo. Dejó de responder a todo y cerró los ojos.
El cuerpo de SooBin no era muy estable, y menos cuando corre a su casa a toda velocidad, toma el álbum de fotos que guardaba su tía en lo más profundo del cajón en un mueble de madera en la sala. Hojea rápido, y mira la última foto de su mamá antes del accidente en auto que le quitó la vida, mira sus bonitos y brillosos ojos adornando su rostro maquillado. La foto que se usó para su funeral tenía la particularidad de presentar un error de impesión sobre el rostro de la mujer, una especie de rasguño imaginario en su mejilla llamaba la atención cada vez que alguien del funeral le preguntaba en qué momento su madre se hizo eso, cuando ni el mismo SooBin sabía.
SooBin supo que vio esos ojos antes, la misma forma, las mismas pestañas, el rasguño que apareció en la foto sin razón y ahora parecía tomar sentido en sus alucinaciones.
Estuvo frente a su mamá, y llora por eso.
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siempre tú ☆ soogyu
أدب الهواةDe pronto me acordé de ti, siempre estabas tú. Siempre serás tú. one shots de mi autoría. » portada hecha por mí. 2023.