BUENOS DÍAS

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Buenas, leones ilustres.

Este es el penúltimo capitulo de Equinoccio. Esta misma semana se cierra la historia y no puedo creerlo. Ha sido un largo viaje pero por fin está pasando.

Muchas gracias por todo; por el apoyo, las lecturas los votos y los comentarios. Ya habrá el espacio para agradecerles a profundidad.


Dedicado a mi hermano Mkali.

Pd: Felicidades a Mkali y ShadowKopa que descifraron el nombre "secreto" de este capitulo cuando publiqué el dibujo en Instagram.

Para ver mis dibujos, adelantos y avisos de mis proyectos puedes seguirme en Instagram: BakoJabes

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"Después de la tormenta se olvidó el dolor.

Dejé las puertas abiertas y llegó el amor."


Rafa Espino.

El amor siempre vuelve.

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Amaneció. Los rayos del sol aun luchaban por penetrar las pesadas nubes, pero al menos ya podía sentirse su calor. Algunos de esos rayos le dieron la bienvenida a Kopa cuando volvió a acercarse a la tumba de sus padres y hermano.

Esta vez no veían con las patas vacías. En el hocico cargaba tres flores.

Sus ojos aun ardían, y lo que calentaba su rostro a la vez le obligaba a entrecerrarlos. Fue como comenzar a acostumbrarse a la oscuridad y al frío. Y sin embargo, ese día el sol peleaba por hacerse presente.

El paso del león fue lento. Su corazón latía con fuerza y con nerviosismo.

Había pasado tres lunas después del último encuentro con su hermano. Después de meditarlo, mediar sus palabras bastó para tomar una decisión importante; mayor que las de antes. No estuvo cómodo del todo en su elección, pero Kion se encargó de darle ese valor, ese último empujón que necesitaba.

Cuando llegó a su destino, depositó cada flor en cada tumba. Sus flores se mezclaron entre las que ya había allí y luego se retiró unos pasos hacia atrás para poder ver mejor. Los tres árboles que resguardaban los cuerpos de su familia a sus pies se agitaban gentilmente con el viento, como en un movimiento consiente. Kopa los miró, como si trataran de comunicarse con él. Cerró los ojos aun con la cara en lo alto y sintió el viento. Éste era frio pero se recorría libremente por su melena y cuerpo. No era una sensación tan mala después de todo.

A su vez, Dilla y Niho observaban en silencio a unos metros. Niho se dio cuenta de que Kopa recitaba algunas cuantas palabras a las tumbas, pero por la distancia no pudo saber de qué se trataba; probablemente de una despedida. Dilla, aun con mejor oído, no tuvo mejor suerte, y no la necesitaba. No quería escuchar lo que su amigo tenía que cerrar con su familia. Guardó respetó a ese círculo íntimo, tan especial y único como es la familia.

Minutos más tarde, Kopa se levantó, dio unas últimas miradas y se marchó del lugar con la cara baja. Ni Dilla ni Niho supieron en qué momento se dio cuenta de su presencia.

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