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Al día siguiente Taehyung se encontraba despierto desde las cuatro de la mañana por culpa del maldito gallo que no lo dejaba en paz, estaba al borde de lanzarse por la ventana.

Así que decidió que era mejor levantarse y escapar durante el resto del día. ¿A dónde? Claramente a la casa de Jungkook porque tampoco había otro lugar. A las seis de la mañana ya se encontraba con su cabello en una coleta, con unos lindos jeans rasgados a la rodilla y una camisa rosa que dejaba ver su marcada clavícula.

—¡Hola! —dijo emocionado cuando una señora ya bastante mayor abrió la puerta—. ¿Está Jungkook?

—Vaya, hace mucho no recibimos visitas a esta hora de la mañana —habló la mujer—. Pasa, él está en la cocina.

Taehyung emocionado le dio las gracias y caminó dentro de la casa, era tan amplia y acogedora que lo hizo sonreír.

—¡Jungkook! —alzó la voz para llamar la atención del chico que estaba preparando algo de comer—. Dijiste que podría venir cuando quisiera por un café y aquí estoy.

Fue hasta que el pelinegro se giró aterrorizado hacía él que pudo ver la ropa que llevaba, una colorida pijama de abejita.

—¡A-abuela! —chilló el chico para luego salir corriendo por el pasillo.

La mujer como pudo con su bastón fue hasta la habitación donde se había encerrado el chico, Kim solo se quedó en la cocina preguntándose si debía irse y no volver nunca. Tal vez decirle a sus padres que era heterosexual para volver a la ciudad no sonaba tan mal.

Estuvo más del tiempo esperado reflexionando cuál sería la decisión correcta hasta que la mujer volvió.

—Deberías entrar tú, no te preocupes, solo es un pequeño berrinche —dijo sonriendo y el castaño un poco dudoso asintió y fue allí.

El pasillo era por decirlo así al aire libre, pues se podía ver el gran terreno que poseía el hogar, las barandillas estaban decoradas con flores de todas las variaciones posibles, era el tipo de casa que cualquier amante de la naturaleza adoraría.

La mitad de la pared era de un tono blanco y la otra mitad de un azul pálido que le daba un ambiente agradable, en las paredes habían pinturas bastante elegantes o simples fotos familiares.

Al llegar a la habitación tocó una de las puertas de madera, pues particularmente eran dos, bastante curioso a su parecer.

—P-pa-pasa —se escuchó del otro lado y Kim obedeció entrando, lo primero que pudo ver a Jungkook acurrucado en su cama sollozando.

—¿Uh? ¿Por qué lloras? —habló sorprendido acercándose al chico para sentarse a su lado. Casi se suelta a festejar al por fin sentir una cama un poco más blanda.

—S-soy v-vergonzoso —respondió entre lágrimas y el mayor se sorprendió, no entendía el repentino trato que se estaba dando así mismo—. Me veo ridículo con esto.

Vaya, era la segunda vez que podía completar una frase sin tartamudear.

—Yo pienso que te ves bien, prefiero verte en una pijama de abejita que desnudo en medio de tu casa ¿sabes? —trató de bromear pero solo consiguió más llanto por parte del chico—. ¡No llores! ¿No ves que no sé cómo consolar a los demás?

Su tono había sido tranquilo y algo nervioso pero se desconsoló al ver que eso sí había hecho reír a Jeon y no lo que realmente había sido un "chiste".

—Es que t-tú eres muy l-lindo —Jungkook había alargado la última sílaba durante unos segundos y sonrió, era algo común en las personas que tartamudean y eso lo sabía gracias a que había estado casi toda la noche en internet buscando información.

¡Ven aquí granjero! ; taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora