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Esta vez no fue el gallo ni los toques en la puerta sino los gritos de la casa de enfrente, casi muere de un infarto porque creyó que algún tipo de mafia o asesino en serie había llegado hasta allí y se los comería vivos, pero se sorprendió al ver a dos chicos bajando de un auto.

Claramente Jin y Namjoon estaban allí apoyando el ruido a las cuatro de la mañana, la señora Jeon estaba sonriendo y Jungkook saltaba de alegría. ¿Acaso habían llegado los dueños de todos los terrenos?

—¡Jimin! —escuchó la estruendosa voz de Seokjin mientras iba a abrazar a un chico de cabello naranja.

—¡Yoongi! —esta vez fue Namjoon quien abría sus brazos para recibir a un chico de cabello color menta.

Taehyung solo quiso arrancarse los pelos al saber que era otro día más donde no podría dormir sus horas adecuadas. ¿Por qué no respetan? Se quejó mentalmente. Llevaba ya casi un mes en aquel lugar y en ninguno de esos días había podido mantener sus ojos cerrados después de las cuatro de la mañana.

Además de que Hoseok todos los días se lo llevaba al menos dos horas a la granja para hacer algún trabajo que siempre terminaba con Kim llorando y Seokjin tratando de consolarlo porque sí, aunque se pelearan siempre ahora se adoraban y no podían vivir separados más de cinco minutos.

Todo fue un desastre dos semanas atrás cuando Taehyung tuvo que limpiar los desechos de las vacas. Lo único que se escuchaba por todo el lugar eran sus gritos y lloriqueos tratando de salir corriendo pero Hoseok lo mantuvo allí con una pala en la mano.

—¡No te va a pasar nada! —se quejó el peliblanco pero Kim solo gritó más fuerte.

—¡Es mierda de vaca! ¿Cómo crees que voy a limpiar eso? —chilló haciendo que Hoseok se tapara sus oídos en un intento de no escucharlo.

Al final esa tarde el castaño se bañó al menos tres veces y no le quiso hablar a Hoseok durante tres días. Tanto fue su berrinche que Jungkook tuvo que ir a su casa y llevarle una canasta de frutas para que se calmara un poco y fue casi mágico el efecto porque al día siguiente Kim andaba más sonriente que nunca.

Y así se había pasado el resto del tiempo, en la casa de Jungkook o él en la suya, a veces estudiaban juntos, pues Jeon también lo hacía desde casa; se podría decir que Taehyung estaba bastante apegado al pelinegro.

Estaba tan distraído que no había notado que seguía pegado a la ventana mirando a sus vecinos hasta que vio a Jungkook sonriéndole a lo lejos, se sorprendió tanto que no pudo evitar sonrojarse y cerrar la cortina de golpe.

¡Lo había visto recién despierto! ¡Eso era un desastre total!

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—Papá ¿trajiste lo que te pedí? —preguntó Jeon a Yoongi una vez que estuvieron dentro de casa, el chico asintió con una sonrisa y le entregó una pequeña bolsa.

—Anda, siéntate porque ya te pondré bonito —dijo Jimin con emoción. Luego de un rato y cambiar sus ropas por algo más cómodo se encontraban frente a un espejo—. ¿Seguro?

—Sí papá Park —rodó los ojos y pudo ver el enojo en los ojos del mencionado.

—No me digas por mi apellido, ¿okay? —se quejó y la estruendosa risa de Min se escuchó en la cocina.

—A mí no me dice por mi apellido porque soy el preferido ¿verdad kookie? —se sentó a su lado mientras tomaba la mejilla del chico y la apretujaba con dulzura.

—L-los amo p-por igual —dijo con timidez, realmente le emocionaba el cariño de su familia.

—Bien, comencemos —habló Jimin quien ya había organizado todo lo que utilizarían—. ¿Todavía no te arrepientes?

¡Ven aquí granjero! ; taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora