Banalidades

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Las personas suelen enamorarse del físico del otro, de sus gustos, suelen enamorarse por el entorno en que conviven y como llevan la situación. Y aunque todo esto es primordial, con el tiempo pasa a segundo plano. Te enamoras de los detalles y las banalidades. Si, de las banalidades, porque son esas pequeñas cosas de esa persona que te hacen apreciarla.
                   
Los seres humanos fuimos hechos para recolectar información y compararla con el fin de escoger las mejores decisiones.
                 
Sin embargo, con el tiempo cada uno se deja llevar por sus propios instintos, como animales descontrolados sin pensar en sus posibilidades y las consecuencias de estas y lo que podría ser una decisión correcta con el tiempo se convierte en el yugo de una persona.
               
Todos escogen el físico más bonito, la mejor entrada de dinero, porque eso asegura "éxito" en el mundo humano. Hasta que por no prestar atención a las banalidades que hacen única y especial a una persona caen en desgracia.
               
Presta atención a las banalidades.
             
¿Cuál es el motivo por el cual rechazo a Eren y procedió a ayudar al conserje? ¿Fue acaso un sentimiento de culpa? ¿O había algo más que la chica no reconocía aún? Lo cierto era que, a pesar de los minutos bajo el sol y el olor aceitoso de la pintura fresca, no se arrepentía de nada. Aún cuando Eren se quejaba de que el conserje lo había rociado con orine de gato y aún cuando sus padres la regañaran por llegar tarde.
                   
–Mikasa Ackerman no puedes seguir viviendo una vida descarriada! – exclamó su madre por tercera vez en la noche. – ¡Tienes que concentrarte en estudiar y apenas sales vienes de inmediato a casa! Por tú culpa no pudimos llegar al coro de la iglesia de tu prima.
             
–Mujer esto es tu culpa te dije que debimos meterla en la escuela de monjas, ahora mírala sirviendo al señor oscuro. – Ahí estaban sus padres frente a ella peleándose por quien tenía la culpa de que ella fuera una aberración de su familia, como cada día hacían.
                   
Mikasa subió a su habitación y de inmediato se desvistió para entrar al baño y quitarse el olor a pintura fresca. Al terminar de ducharse quiso relajarse en la bañera para ignorar la tensión que sentía en sus hombros por las palabras de sus padres. ¿Qué clase de vida descarriada llevaba ella? Tenía buenas notas, casi nunca salía, hacia los quehaceres de la casa, no les contestaba y obedecía en casi todo. A excepción de aquellas cosas que incluían rosarios, vírgenes y a la vecina chismosa que pretendía sacarle el chamuco. Era diferente y lo reconocía, pero no entendía cómo eso podría hacerle daño a ella u a otros.
       
En busca de aliviar sus emociones sus pensamientos viajaron al mismo tiempo que sus manos por su cuerpo, imaginando que eran las manos de otra persona y no las de ella las que tocaban sus zonas erógenas. Apretó uno de sus senos suavemente dejando escapar un gemido mientras movía sus dos dedos dentro de su vagina intentando hallar ese punto donde alcanzaría su máximo placer. Finalmente sintió su cuerpo estremecerse mientras su interior escurría el caluroso éxtasis anhelado. Una sonrisa traviesa surco sus labios al recordar al protagonista de esa fantasía. Sus mejillas se enrojecieron aún más por tener aquel tipo de pensamientos.
         
–Oe Mikasa.

- ¿¡Eh!? – la azabache sacudió su cabeza para salir de su ensoñación y sus mejillas se enrojecieron al encontrarse con las miradas confundidas de sus amigos temiendo que sus pensamientos fueran visibles para ellos.

–¿Qué te sucede? Has actuado muy extraño. – Eren coloco su mano en la frente de la oji gris quien nerviosamente retiro la mano del castaño.
                   
–N-nada solo me preocupan los exámenes.
               
–Oh. Bueno te decía que si querías ir a la heladería donde te invite la otra vez, necesito que me ayudes con algo de ciencias. – Eren era distraído y pasaba por alto pequeñas cosas. En cambio, Armin se cuestionó; ¿Qué tipo de pensamientos hacían sonrojar de esa manera a su frívola amiga?

Entre las escobas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora