la certeza de no querer saber

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No es bueno crear expectativas en las personas, no es sano, ya que incluso nosotros mismos solemos fallar a nuestros ideales. Es por eso que nadie debería jactarse de sí mismo, ni mucho menos de otros ¿Qué mortal con buen juicio puede alegar ser perfecto? Incluso aquellos que alegan la perfección son víctimas de la distorsión de sí mismos que crean en sus vagas y asquerosas mentes.



                   
Sin embargo, a pesar de saber todo esto, a veces no logramos evitar chocar de lleno con el muro de la realidad, mostrándonos a nosotros mismos la inestable cortina de humo que sin querer creamos. En el caso de Levi, a pesar de que realmente no esperaba mucho de ningún mocoso hormonal, lo que había presenciado sin dudas había sido decepcionante ante la imagen absurda que sin querer había creado analizando a los mocosos.



                   
Lo bueno es que su trabajo no consiste en lidiar con los valores morales de los padres de ambos. Aunque se arrepentía internamente de no haberles echado encima el tobo de agua para avergonzarlos aún más y tomar una pequeña venganza que él sabía perfectamente que no le correspondía.



                   
Semanas más tarde, ordenaba minuciosamente su inventario dándose cuenta de que hacía falta el amoníaco que a veces usaba para sacar aquellas manchas amarillentas. Respiró profundamente antes de ponerse de pie y tomar la escoba para golpear a Hange por volver a tomar sus cosas para sus estúpidos experimentos, los cuales él siempre tenía que limpiar. Caminaba furioso por los pasillos vacíos ya que los estudiantes se encontraban en sus respectivas clases, pensando de que forma humillaría a la cuatro-ojos una vez más delante de todos. Tal vez, debería lavarle los dientes con el amoníaco y la escobilla, o tal vez debería lavar su sucio cabello en el inodoro. Estaba decidido, haría ambas cosas. Pero sus pensamientos asesinos fueron detenidos por el ángel guardián de la castaña, al escuchar el eco de pasos veloces descender las escaleras. Se ocultó en la pared contraria de estas para descubrir a las personas que bajaban y el motivo de su apuro.



                   
–¡¿Pero qué hiciste ahora?! – no se sorprendió de escuchar una vez más al rubio del trío raro.



                   
–Shhh cállate Armin, nos descubrirán, además Jean se merecía eso después de intentar robarle un beso a Mikasa.



                   
–Ay Dios santo otra vez no. Eren esto es grave, nos metiste en serios problemas.



                   
–Chicos, será mejor que entremos a clases.



                   
–¿Pero Mikasa, estás de acuerdo con esto? – el tono del rubio era preocupado y consternado.



                   
–No. lo que hiciste está mal Eren, pero ya no podemos deten...– Sus palabras fueron interrumpidas por el grito de Jean haciendo que los tres se miraran preocupados y volvieran a intentar huir.



                   
Aunque Mikasa quien iba de última fue jalada por el conserje, quien puso su mano en la boca de la azabache ahogando así su grito, sin lograr llamar la atención de los otros dos quienes ya habían cruzado el pasillo. Levi la observó unos segundos para luego soltarla y alejarse unos pasos de ella, que nuevamente se vieron acortados al volverse ocultar detrás de la pared por escuchar más pasos provenir de las escaleras.



                   
Vio entonces como Jean corría maldiciendo una y otra vez mientras se agarraba el cabello ahora ¿blanco? Oh mierda. Esta vez, sí que la habían liado grandemente. Con una seña, ordenó a la azabache seguirlo. Ella no se atrevía a mirarlo, estaba avergonzada.



                   
Seguía los pasos sin mirar al frente, ella asumiría las consecuencias. Respiro hondo, al entrar y nuevamente volvio a tomar aire al escuchar como cerraban la puerta, pero no se esperaba que al levantar la mirada se encontrara en la pequeña habitación del conserje en lugar de la oficina del director.



                           
               
–¿Qué hago aquí? – Levi le dio la espalda sin responderle haciendo que ella se sintiera más ansiosa. – ¿Me acusará o no? – cerró la boca al verlo darse la vuelta con brusquedad mostrándole un frasco vacío.



–Fueron ustedes ¿No? – ella no pudo responder, por lo tanto, él prosiguió. – ¿No saben acaso lo peligroso que es usar esto de forma inadecuada? Ese chico. – señalo hacia afuera de la puerta. – puede sufrir consecuencias luego de lo que le hicieron, así que esperó que tengas una buena excusa para que yo no los acuse inmediatamente con el director.



–Y-yo...– quería llorar, frotaba sus brazos una y otra vez encogiéndose en su lugar. Sabía que tenía razón, pero ella no tenía la culpa, Eren lo había hecho y ellos lo descubrieron muy tarde, sin embargo, no podía dejar al castaño cargar solo con eso.



–Escúchame una cosa mocosa. No vale la pena que defiendas a una persona pérfida, tampoco que hagas cosas por otros que en tu sano juicio no harías.



–¿Pérfida? – Levi giro los ojos molesto, y tomó asiento en una pequeña banca que tenía ahí.



–No pienso aclarar nada. Lárgate de aquí.



–Pero...–



–Con suerte el idiota llego a la enfermería y ya le quitaron el amoníaco con lo que sea que le agregaron. Espero que por el bien de él no sufra de irritación capilar o tendrá ronchas por meses. Y por tu bien, espero que pienses en ti misma y en lo que si harías sin dejar que otros te involucren en sus asuntos, sin importar quien sea o que signifique para ti. Ahora largo.



Ninguno dijo nada más y Mikasa salió de ahí avergonzada por lo sucedido. Él tenía razón, pero no podía dejar que Eren se metiera en problemas. Ella tenía que ayudarlo a salir de ellos y a no involucrarse en más, o bueno, ese era su pensamiento.



Apuntó mentalmente comprarle una crema para la irritación a Jean e investigar qué significa la palabra pérfida y porque motivo el conserje la había usado en ese momento.



...



Marco y Mikasa hacían un buen equipo en los trabajos, al igual que junto con Armin habían desarrollado una bonita amistad para descontento de cierto castaño que alegaba internamente que el pecoso tenía otros sentimientos por Mikasa. Lo cual era absurdo ante ella quien alegaba que solo se trataba de una bonita y sincera amistad.



Armin había notado un extraño comportamiento entre sus amigos, pero intentaba no pensar mucho en ello debido a que si algo ocurría, confiaba en que Mikasa se lo contaría. Pero a veces intervenía por el bien de ambos, como en estos momentos.



–¿Por qué gastaste tú dinero en esa estúpida crema?.– cuestiono Eren por incontable vez haciendo que los dos amigos suspiraran cansados.



–Sabes que lo que hiciste no está bien Eren.



–Pero que él intente besarte ¿Sí? Por dios solo le cambié un poco el color de su cabello.



–Causándole en los últimos periodos de exámenes ronchas y pequeñas quemaduras en su cabeza. Eren, deja a Mikasa darle tranquila la crema.



–Bien, hagan lo que quieran. – el castaño se alejó molesto de ambos sin mirar atrás y Armin tomó a Mikasa del hombro sonriéndole.



–Tranquila, pronto se le pasará.



–Gracias Armin. – ella le devolvió una débil sonrisa y caminaron lentamente hacía el chico alto que no dejaba de recibir burlas por su nuevo look.



Se veía furioso, discutía sandeces con quienes se atrevieran a mirarlo extraño y golpeaba una y otra vez los casilleros.



–Hola.


         
               
–¿¡Qué!? – se dio la vuelta y rápidamente se arrepintió de haberle gritado a la chica que tanto le gustaba. –l-lo siento.



–No te preocupes. – Mikasa le extendió la crema haciéndolo sonrojar y tartamudear tonterías. – te servirá para la irritación...hasta luego. – se alejó junto con el pequeño rubio sin darle oportunidad a Jean de agradecerle o bueno, sí la tuvo, pero el letargo en el que se quedó atrapado fue mayor que el poder para decir algo.



–Viste, no fue difícil. – Armin la volvió a animar, pues sabía perfectamente que ese pequeño e insignificante gesto le había costado días de intentos fallidos a su amiga para entregar la crema.



–Si, gracias por eso Armin. – ambos se separaron tomando el camino a sus respectivos clubes, aunque Mikasa cambió la dirección al no verse vigilada por nadie y sin permiso alguno entró al pequeño cuarto del conserje esperando verlo allí, pero no había nadie.



Se preguntó, ¿Dónde más podría estar él? Realmente quería agradecerle por haber hablado con ella, quería hacerle saber, lo arrepentida que se encontraba por no haber hecho algo para evitar que Jean sufriera las travesuras de Eren.



¿Por qué motivo? No sabía con exactitud que la motivaba, tal vez, ¿La culpa? O ¿El hecho de que él pensara mal de ella? ¿Y desde cuando la opinión del conserje amargado debía importarle? Pero ahí estaba, caminando por los pasillos queriendo encontrar a un enano con cara de asesino, transportando un carrito poco más bajo que él.



Sin éxito en su búsqueda entró a su club, sorprendida de encontrar a Sasha limpiando el suelo agachada, mientras Annie abría las ventanas y cierto enano estaba cruzado de brazos en una esquina con la peor de las expresiones.



–Hasta que llegas mocosa.



–¿Qué sucede? – miro a ambas chicas, ignorando el pequeño murmullo de Sasha de auxilio.



–Sasha vio un video en YouTube de como los doritos se encendían y ella quería probar si era cierto.



–¿Qué?



–Maldita mocosa, casi haces que se enciendan los detectores de humo.



–¡Lo siento!¡Yo solo quería asar malvaviscos! – Sasha lloraba y todos la miraron con incredulidad, ¿A quién se le ocurría hacer semejante cosa dentro de un aula?



–Tsk, las ganas de llamar al director no me faltan mocosas de mierda. Lo dejaré pasar por esta vez, pero si vuelven a cometer otra ridiculez de esta magnitud yo mismo haré que las expulsen. – Levi salió, no sin antes decirle a Mikasa en voz tan baja que solo ella escuchó. – Siempre metiéndote en líos.



Un sonrojo se hizo visible en las mejillas de la joven, ¿Qué significaba esto? Y ¿Por qué se sentía así? Como si de pronto, el conserje conociera incluso sus pensamientos más herméticos. Perdida en sus pensamientos no se dio cuenta de la hoja que una rubia justo frente a ella hasta que esta dio a parar a su cara.



–¡Hey! – Mikasa espabiló dirigiéndole una mirada molesta a la rubia. – tengo rato preguntándote si ahora cobras por hacer trabajos y no dices nada, solo ves la pared con cara extraña, incluso para alguien como tú. – esto último lo dijo despectivamente, no por maldad, solo estaba acostumbrada a molestarla de esa forma.



–¿Qué? – La azabache aún estaba procesando la información. Hasta que vio con más claridad la hoja del ejercicio de matemáticas y comprendió la pregunta de Annie. – ¿De dónde sacaste esto? ¿Por qué revisas mis cosas?



–Estaba en el libro que me prestaste. – ella le daba la espalda buscando algo en su bolso. – ¿Cuánto cobras? Necesito que hagas la mía también.



       
         
               
–N-no. – se quedó callada de pronto haciendo que la otra volteara y la mirara con una ceja alzada. ¿Qué debía decirle? "Annie, le hago la tarea a Eren porque somos novios y quiero que le vaya bien". Aunque quisiera, sentía que debía respetar la decisión del castaño de mantener su relación para ellos, al igual que el secreto de los trabajos del castaño que ahora eran los mejores de la clase. – t-tengo muchos trabajos por hacer.



–Mi compañero es un idiota y yo no me quedo atrás, si quieres puedo ayudarte a transcribir las respuestas correctas de los otros exámenes, pero necesito tu ayuda. – la rubia seguía hablando algo relacionado con sus padres que Mikasa no procesaba por estar preocupada en sus pensamientos ¿Y ahora cómo salía de esa situación? Su pequeña mentira era tan inestable como la certeza del amor que profesaba Eren por ella, aunque claro, esto último no era una certeza para ella. No una que quisiera ver.



Finalmente accedió a darle las respuestas a Annie y a Sasha con la condición de que ellas mismas las escribieran. Sin pensar que, a causa de sus amigas, el club de ocultismo se convertiría también en la salvación de quienes quisieran pagar por tan maravillosa acción de pasar las respuestas correctas. Tal vez, aquella frase dicha por cierto hombre bajo, la describía perfectamente. Al menos en eso, habría que darle el crédito.



Esa tarde, por petición de su novio, Mikasa pospuso la reunión con Marco sobre el proyecto en conjunto, con el pecoso para el día siguiente. Sabía que tendría que pasar la noche en vela para lograr sacar parte de su trabajo y el de Eren, aunque tenía la esperanza de que este la ayudará mientras estuvieran en casa. Por suerte, Marco tampoco indago mucho en sus asuntos y solo le regalo una auténtica sonrisa, de esas que solo provenían de las personas más sinceras.



Preparo algunos refrigerios ordenándolos de manera que se vieran bonitos junto con una de sus tantas cartas, aquellas que tenían redactadas sus más bellas poesías que expresaban los puros sentimientos que guardaba por el castaño. Porque si, aunque su apariencia externa fuera tenebrosa, por dentro Mikasa tenía un corazón bondadoso dispuesto a profesar el más puro amor a quien ella creía que lo merecía.



Escucho el timbre, y se apresuró a abrir la puerta sabiendo que era su amado Eren, este entró rápidamente empujando un poco a la azabache y cerró tras de sí. Mikasa lo observaba con ojos brillantes y él le sonrió, tomándola de la cintura y besando sus labios con aquella intensidad que lo caracterizaba, fue ella quien cortó el beso ganándose un gruñido de parte de él.



–Tardaste un poco. ¿porqué no te viniste conmigo? – Ella comenzó a subir las escaleras en dirección a su habitación siendo seguida de Eren.



–Tenía cosas que hacer Mikasa. – esta se quedó en silencio pasando por alto el reproche de él. Entro a la habitación sintiéndose algo nerviosa por la expresión que fuera a tener el castaño al ver el detalle que le había preparado.



Cuando él entro, notó de inmediato la bandeja surtida con frutas picadas, chocolate fundido, tostadas y lo que parecía ser una carta en la esquina, miró a Mikasa quien se mecía sobre sus propios pies y juntaba sus dedos mostrando cierto nerviosismo. No dudo en acercarse al escritorio, tomar una fresa y untarla de chocolate mientras tomaba la carta de Mikasa y se sentaba en la cama para leerla.



Ella esperaba pacientemente mientras miraba un rincón de la habitación sintiendo su corazón martillar por dentro, tras minutos de espera escuchó los pasos del castaño y levanto su mirada a los flameantes ojos verdes de su amado quien le daba una encantadora sonrisa.



–Gracias, me gustó mucho. – tras decir esto, Eren besó su frente y luego la tomó de la quijada para darle un corto beso y separarse de ella. – ¿Tienes agua? O algo para beber, no creo poder comer esto sin tener algo con que pasarlo.



–Si, si claro. – la azabache salió rápidamente de la habitación en busca de agua y jugo de naranja, sintiendo una pequeña punzada en su corazón por la reacción de Eren, quien parecía estar más interesado en la comida que en lo que había escrito para él, pero tal como otras veces, Mikasa decidió no tener la certeza de los verdaderos sentimientos de Eren.




Al día siguiente, Armin notaba a Eren de mal humor, sobre todo con Mikasa, a quien constantemente le hacía comentarios cortantes y la dejaba hablando sola.



–Mikasa, ¿Por qué Eren está así contigo, le volviste a impedir que pintara otra vez la pared? – ella intentó no mostrar ápice de tristeza o angustia mientras su mente viajaba a los sucesos de la tarde anterior.



Tras comer, Eren le pidió a Mikasa explicarle algunos conceptos que no comprendía del todo de algunas clases. Ella con gusto accedió y con paciencia explicaba una y otra vez lo que a Eren se le dificultaba, estaba ensimismada y centrada en ayudar al castaño, por lo que no se dio cuenta de la mirada lasciva con el que este la escudriñaba.



Sintió la mano de Eren sobre la suya, y el como este ejerció presión para hacerla soltar el lápiz. Se acercó y comenzó a besarla. Escuchaba su nombre salir de los labios de ella en busca de llamar su atención, pero no dudaba en acallarla. La tomó de la cintura e hizo que ambos se colocaran de pie para luego dejarse caer en la cama con ella encima.



La presionaba contra sí sin dejar de besarla ferozmente, abrió sus piernas quedando entre ellas y desde abajo removio su dureza sobre la tensa chica que intentaba frenar el momento. Eren colocó una de sus manos en las caderas de Mikasa con brusquedad simulando movimientos poco decentes, avergonzando a la chica que no quería llegar a cosas mayores. De pronto Eren abandono sus labios para besar su cuello.



–E-eren, d-detente. – Mikasa repetía lo mismo una y otra vez.



–¿Me amas? – Ella asintió y él le sonrió. – entonces déjate llevar, no seas estúpida y déjame amarte. – sus manos recorrían la cintura de la azabache y luego la posicionó sobre los senos de esta apretándolos. – son pequeños, pero puedo conformarme.



Las dudas de Mikasa crecían tras escuchar algunas de las palabras de él, ¿Conformarse? ¿Besaba mal? ¿Era estúpida?



Sin poder resistir más, sus lágrimas comenzaron a caer.



–D-detente por favor. – así lo hizo, Eren la miró desde abajo con el ceño fruncido, molesto la quitó de encima dejándola caer con brusquedad a un lado de la cama. – E-eren. – sollozó con dolor la azabache al verlo colocarse de pie molesto.



–¿¡Por qué eres tan inmadura!? Esto es normal en los novios ¿o es que acaso no me amas?



–P-pero



–Sabes algo, te daré tu tiempo, pero las cartas de amor no son suficientes, tienes que demostrarlo con hechos. – tras decir esto, Eren abandonó la habitación, haciendo que Mikasa se sintiera desdichada e insegura consigo misma.



–No es nada. – le aseguró a Armin para luego colocarse en posición de descanso, intentando ignorar un poco el dolor que sentía al recordar las palabras de una persona pérfida.
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