6. Recuerdos

8 3 0
                                    

Era de noche, y mientras Cheryl y yo yacíamos en el sofá, mi mente divagaba por los recuerdos. Las lágrimas se deslizaban en silencio por mis mejillas mientras revivía momentos de mi infancia, cuando mi relación con mi papá era todo lo que podía desear.

Recordaba las tardes en las que pasábamos horas en el taller, construyendo cosas. Cada vez que me sentía triste o asustado, él estaba allí para reconfortarme y darme sabias palabras de aliento. Éramos un equipo, inseparables. Pero entonces, a medida que entré en la adolescencia, todo cambió.

Las peleas se volvieron frecuentes y feroces. Yo quería tomar mis propias decisiones y seguir mi propio camino, mientras que él estaba decidido en que siguiera con mis estudios. Las discusiones se tornaron amargas, y en un momento de enojo y frustración, me fui de casa.

La independencia fue un arma de doble filo. Estaba libre para tomar mis propias decisiones, pero también estaba solo, enfrentando la vida sin la red de seguridad que mi familia solía proporcionarme.

A lo largo de los años, hubo más problemas y desacuerdos. Las palabras hirientes se intercambiaron, y las heridas emocionales se profundizaron. Lo que más me atormentaba era el hecho de que me había ido de casa sin despedirme de mi padre.

No hubo oportunidad de arreglar las cosas, de decirle cuánto lo quería a pesar de las peleas y las diferencias. El arrepentimiento me consumía, y ahora, con su partida, ese arrepentimiento se volvía insoportable.

Cheryl seguía abrazándome, su presencia cálida y reconfortante a mi lado.

—Cheryl, siempre quise arreglar las cosas con mi padre, decirle lo mucho que lo quería a pesar de todo. Pero ahora es demasiado tarde —, murmuré con la voz entrecortada.

Ella apretó mi brazo, tratando de transmitirme su apoyo.

—Nate, no me imagino por lo que estas pasando. Pero debes saber que tu padre siempre supo cuánto lo querías, incluso antes de decírselo. El amor no se va con la muerte, sigue viviendo en nuestros recuerdos —

Sus palabras me consolaron de alguna manera. Aunque no podía cambiar el pasado, podía honrar a mi padre recordando los momentos felices que compartimos.

A medida que la noche avanzaba, me sumergí en pensamientos y recuerdos, permitiendo que las lágrimas fluyeran mientras liberaba la tristeza y el arrepentimiento que habían estado atrapados dentro de mí.

Cheryl seguía a mi lado, brindándome su apoyo silencioso pero poderoso. A medida que el amanecer comenzaba a teñir el cielo, me di cuenta de que tenía mucho que enfrentar en los días por venir. Pero con Cheryl a mi lado, sabía que no estaba solo en este camino de sanación y aceptación.

La pérdida de mi padre sería un dolor que nunca desaparecería por completo, pero con el tiempo encontraría la manera de vivir con esa pérdida y seguir adelante.

—Oye Nate, no creo que sea buena idea que vayas a trabajar con todo ésto en mente —, sugirió Cheryl.

—Ahh —, suspiré. —Supongo que si, pero, ya he faltado mucho y la verdad no me gusta buscar trabajo —, le respondí. —Ya me tengo que ir, puedes quedarte el tiempo que quieras, esta es tu casa —, comenté optimista.

—¡Entonces te acompaño al trabajo! —, exclamó Cheryl con entusiasmo.

Después de un rápido desayuno, Cheryl y yo tomamos rumbo al centro de la ciudad. Mientras avanzabamos sobre el camino, ambos contemplamos el paisaje gélido y la sensación al respirar las diminutas partículas de agua en la neblina, me inundaron de paz. El frígido ambiente me rodeaba, sentía como me desconectaba de mis pensamientos cuando, una aura de calidez emergió repentinamente.

Mire a mi lado y vi a Cheryl sujetandome del brazo. Ella me volteo a ver. Ahora, ambos nos mirabamos el uno al otro, y como si de magia se tratace, sentí como el frío del ambiente se disipaba e inmediatamente el calor incrementaba.

Por un momento, mientras seguía caminando junto a Cheryl, sentí que el peso de mi tristeza y dolor se aliviaba. Su mera presencia y su cálido apoyo me recordaba que no estaba solo en este dificil momento.

Al cabo de un rato llegamos al centro, donde trabajaba en una empresa pescadera. A medida que me acercaba al lugar, el nerviosismo comenzó a surgir. No estaba seguro de cómo enfrentar a mis colegas después de todo lo que había sucedido. Cheryl me miró con una sonrisa tranquilizadora.

—Estoy aquí para apoyarte, Nate. Y si en algún momento sientes que necesitas un momento, no dudes en decírmelo —, dijo con gentileza.

Entré al trabajo y fui recibido con miradas de sorpresa y preocupación por parte de mis compañeros de trabajo. Algunos de ellos solo mostraron indiferencia, otros me recibieron alegres, asi que traté de mantener la compostura, pero no pude evitar sentirme vulnerable frente a todos ellos.

Durante las primeras horas, intenté concentrarme en mi trabajo, pero mi mente seguía divagando hacia los recuerdos de mi padre y la realidad de su pérdida. Cheryl me observaba desde la distancia, brindándome un apoyo silencioso.

—¡Nate! —, escuché a lo lejos, giré mi cabeza para ver como Evelyn se abalanzaba sobre mi con una sonrisa que iba de oreja a oreja.

—¡Porfin vienes al trabajo! Tuve que convencer a Héctor varias veces para que no te despidiera —, mencionó Evy dándome un codazo mientras me guiñaba el ojo.

—Te lo agradezco mucho Evy —, le contesté.

—No fue nada Nate —

El día pasó más rápido de lo que pensé, y finalmente llegó la hora de limpiar el bote para terminar la jornada laboral.

Cheryl y yo nos encontramos en un lugar y emprendimos el camino de regreso a casa. A pesar de la tristeza que todavía sentía, había algo reconfortante en el hecho de que había enfrentado el día con valentía y había encontrado un espacio de apoyo en mi entorno laboral.

De vuelta en casa, Cheryl y yo compartimos una cena tranquila. Hablamos sobre el día y cómo me sentía después de regresar al trabajo. Ella expresó lo orgullosa que estaba de mí por enfrentar la situación.

—Nate, has demostrado una fortaleza impresionante, en los buenos y malos momentos —, dijo con ternura.

Después de la cena, mientras nos acomodábamos en el sofá para ver la televisión, reflexioné sobre cómo había cambiado mi perspectiva en los últimos días.

A pesar del dolor, había encontrado apoyo en Cheryl y en las personas que me rodeaban. Aprendí que compartir mis sentimientos y permitir que otros me ayudaran no era un signo de debilidad, sino de fortaleza y humildad.

La noche caía nuevamente, y mientras el frío del exterior se filtraba por las ventanas, me di cuenta de que el camino hacia la sanación no sería fácil, pero ya no lo recorría solo.

Con Cheryl a mi lado y el apoyo de mis amigos y seres queridos, estaba dispuesto a enfrentar cada desafío que la vida tenía reservado para mí.

Por Azares Del Destino Trajiste Color A Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora