Finalmente, el día en que me darían de alta llegó, después de varias semanas en el hospital, me sentía emocionado de volver a mi rutina diaria.
Cheryl, siempre atenta, se ofreció a llevarme a casa a pesar de mi insistencia en que podía arreglármelas solo, ella se negó rotundamente, explicando que quería asegurarse de que llegara bien a casa.
Cuando llegamos, lo primero que vi fue mis amigos esperándonos en la puerta.
—¡Sorpresa! Queríamos darte la bienvenida a casa —, exclamó Evy emocionada mientras me abrazába con cariño.
JD y Merry se unieron mostrando una mezcla de alegría y alivio al verme de regreso. Cheryl sonreía mientras observaba la escena, mi corazón se llenó de gratitud por tener a estas personas tan maravillosas en mi vida. Era un gesto tan sencillo, pero me hizo sentir querido y apreciado.
Entramos a la casa y todos se acomodaron en la sala. Era un ambiente cálido y relajado, como si el tiempo no hubiera pasado desde la última vez que nos reunimos en este lugar. Las risas y las charlas llenaron el aire, y pronto todos estaban contando anécdotas y compartiendo momentos divertidos.
JD, como siempre, tenía un sinfín de historias extravagantes para contar, y Merry se reía a carcajadas con cada una de ellas. Evy se veía más relajada que nunca, y me alegró verla disfrutando del momento sin preocuparse por los problemas del trabajo.
Cheryl, sentada a mi lado, me miraba con una sonrisa, y no pude evitar sentirme afortunado de tenerla en mi vida. Había algo especial en la forma en que ella me miraba, algo que me hacía sentir único.
Durante toda la tarde, disfrutamos de la compañía mutua, compartimos comida, risas, y simplemente nos relajamos juntos. Era exactamente lo que necesitaba después de tantos días en el hospital.
Al caer la tarde, Evy, JD y Merry se despidieron, dejándonos a Cheryl y a mí a solas en casa.
—Ha sido un día maravilloso —, le dije a Cheryl mientras nos quedamos juntos en el sofá. —Gracias por hacer esto posible, por estar siempre a mi lado —
Cheryl acarició suavemente mi mejilla y me miró con ternura.
—Estar contigo es lo que más deseo, Nate. Te lo dije, eres especial para mí —, respondió con sinceridad.
Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la calidez de estar juntos. No hacía falta decir nada más; nuestras miradas lo decían todo.
Me sentía en paz y en casa, sabiendo que tenía a Cheryl a mi lado, dispuesta a acompañarme en cada paso de mi recuperación. El camino hacia la recuperación aún era largo, pero ahora sabía que no estaba solo. Tenía a Cheryl, Evy, JD y Merry, amigos que se habían convertido en familia, dispuestos a apoyarme en cada paso del camino.
Esa noche, me quedé dormido con una sonrisa en el rostro, agradecido por la vida y las personas especiales que la llenaban de significado. Estaba seguro de que los desafíos seguirían llegando, pero con el amor y el apoyo de Cheryl y mis amigos, sabía que podía enfrentar cualquier obstáculo que se presentara en el futuro.
Por la mañana volví a la rutina que tanto extrañaba, Cheryl seguía dormida, anoche, al ser demasiado tarde, le pedí que se quedara, por lo que me quedé en el sillón frente a la cama. Al despertar, bajé a la cocina a preparar café para los dos cuando derrepente, sonó mi teléfono. Era mi madre, así que le contesté.
—¡Hola, mamá! —, exclamé con entusiasmo. —Hacía tiempo que no hablábamos, ¿cómo están las cosas por allá? —, Al instante en que escuché la voz de mamá, supe que las cosas no estaban bien. Su voz llena de tristeza hizo que mi corazón se apretara.
—Hijo, debo decirte algo, algo importante —, susurró mamá con un tono de angustia en sus palabras.
—¿Qué sucede, mamá? —, respondí con preocupación que se convirtió en temor al escuchar sus sollozos.
—Nate... tu papá falleció —, dijo mamá rompiendo en llanto. —Tuvo un ataque al corazón mientras dormíamos, y no lo logró —, pronunció entre sollozos.
Al escuchar esta noticia, sentí como si me hubieran dado un puñetazo al estómago, sofocándome. las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, una ola de dolor y angustia se apoderó de mí, y sentí como me consumía la impotencia.
Retrocedí unos pasos para apoyar mi espalda contra la pared, tratando de aligerar mi propio peso. Me deslicé hacia abajo para sentarme y, traté de tranquilizarme, pero fue inútil. El agobiante sentimiento de desesperación me atormentaba.
En ese momento, prefería volver a pasar el dolor de la embestida que me ocasionó el auto aquella noche, a cambio de experimentar el dolor que sentía por la pérdida de mi padre.
—Buenos días, Nate —, dijo Cheryl bajando las escaleras. —¿Nate? ¿Qué sucede? ¡Por qué estás en el suelo! —, gritó Cheryl angustiada mientras se ponía de rodillas a mi lado.
Traté de controlarme para no preocuparla aún más, pero mis sollozos no paraban. —¿Qué sucede, Na...? —, de inmediato abracé fuertemente a Cheryl y, entre lágrimas:
—Mi papá murió —, dije buscando su consuelo.
—Ayy no —, suspiro. —Siento mucho oír eso, Nate, en verdad. No me imagino tu dolor —, mencionó consternada.
Los dos nos encontrábamos en el suelo. Cheryl me tenía en sus brazos, intentando consolarme. Gracias a eso pude calmarme un poco.
—Hay café en la mesa, por si quieres —, dije murmurando y con la voz partida.
Cheryl me sostuvo con ternura mientras yo me aferraba a ella, intentando encontrar algún tipo de consuelo en su abrazo. Los minutos pasaron en silencio, solo interrumpidos por mis sollozos ahogados. Cheryl permaneció a mi lado, sin decir una palabra, simplemente siendo mi apoyo en ese momento de profundo dolor.
Después de un rato, cuando finalmente pude controlar mis sollozos, me aparté de Cheryl y me senté en el sofá, aún con los ojos enrojecidos y húmedos. Ella se sentó a mi lado y me miró con compasión.
—Nate, lamento tanto que estés pasando por esto. No puedo ni siquiera imaginar cómo te sientes en este momento —, dijo con suavidad.
—No sé qué hacer, Cheryl. Siento que me ahogo. Mi papá, mi... —, murmuré con voz entrecortada.
—Nate, que no te de pena llorar, es completamente normal. Y recuerda que no estás solo. Tienes a tu demás familia y amigos que te aman y están aquí para apoyarte —, respondió Cheryl con palabras reconfortantes.
Me quedé en silencio, absorbido por mis propios pensamientos y emociones. Cheryl extendió su mano y tomó la mía, entrelazando nuestros dedos. Era un gesto simple pero significativo que me hizo sentir conectado con ella de una manera profunda.
—No tienes que enfrentar esto solo, Nate. Estoy aquí para ti, para escucharte, apoyarte y estar contigo en cada paso del camino —, dijo Cheryl con sinceridad.
Sus palabras resonaron en mi corazón, recordándome que no estaba solo en medio de esta tormenta emocional.
Pasaron horas y Cheryl y yo compartimos momentos de silencio y conversación. Hablamos sobre mi papá, compartí anécdotas sobre él y lloré con la persona que me estaba brindando su apoyo incondicional. Con el tiempo, el dolor seguía, pero la presencia de Cheryl me ayudó a sobrellevarlo de alguna manera.
La noche cayó finalmente, y la tristeza seguía estando allí, pero ahora sentía que no estaba tan abrumado como al principio. Cheryl se quedó a pasar la noche, y mientras nos sentábamos en el sofá, sentí una sensación de gratitud por tener a alguien como ella a mi lado en este momento difícil.
A medida que cerraba los ojos, recordé las palabras que Cheryl me dijo cuando nos conocimos: —A veces, el destino nos lleva a las personas que necesitamos en los momentos en que más las necesitamos —
ESTÁS LEYENDO
Por Azares Del Destino Trajiste Color A Mi Vida
Fiksi Remaja"¿Qué harías si te encontraras a una misteriosa chica en circunstancias algo delicadas? En una mañana aparentemente ordinaria, la vida de Nate, nuestro protagonista, da un vuelco inesperado cuando se cruza con una hermosa chica inconsciente mientras...