Capítulo 2

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Habian pasado dos días desde el incidente.

Era de mañana, y Alleia se acababa de despertar gracias al sonido de los barrotes de la puerta de su calabozo. Un hombre de su amo la estaba despertando con urgencia. Apenas la vió abrir los ojos le dijo.

-El amo quiere que te duches, y te dirijas a su cuarto. Le apetece follarte, junto con otro hombre que ha llegado. Lo harán durante toda la mañana, así que prepárate esclava.

Alleia asintió y se dirigió a la pequeña ducha que tenía su calabozo, abrió la llave y un grito agudo se escapó de sus labios al sentir el agua helada caer sobre su piel. Tomó un jabón con olor de manzana que había y lo pasó con cuidado por su piel.

Luego de unos minutos salió y cogió la toalla que el hombre le había dejado sobre el barrote. Se secó y se dirigió desnuda hacia la habitación de su amo.

Cuando llegó ahí, su corazón se paralizó al ver parado junto a su amo a Damon, éste la miró sorprendido, casi tanto como ella lo miraba a él.

Alleia observó a todos lados, buscando una salida para escapar de él, pero no la encontró, sabía que aunque lo intentara, el la alcanzaría del cabello seguramente y la haría caer al suelo. Así que se arrepintió de esa idea.

No quería mirarlo a los ojos, así que bajó la mirada con sumisión, y la dejó en el suelo. Todo su cuerpo dolía. Desde el centro de su corazón empezaba aquel dolor, no sabía porque, lo único de lo que era consciente era de que quería salir huyendo lejos, y llorar. Llorar hasta quedarse dormida, y luego desaparecer, dejar de sentir aquel dolor que la hacía sentir tan indefensa como una hormiga.

-Alleia... - Habló Damon de forma dulce, pero ella no lo miró. Aquello tenía que ser una pesadilla, no era real. No quería que fuese real. ¿Por qué su amo le estaba haciendo esto?¿Era una forma de castigarla por decirle que lo odiaba? Porque si era así ella estaba dispuesta a arrodillarse para pedirle perdón con tal de que desapareciera a Damon de ahí.

-Esclava - su amo le habló- puedes levantar la cabeza y mirar al hombre que te está hablando, no temas.

Ella haciendo una mueca de desagrado inconsciente, levantó su cabeza con seguridad y miró a su amo primero, y luego a Damon.

Damon hizo una mueca de desagrado también, pero no era por las razones que ella creyó. En su mente el pensó, que no podía ser que en ella ya no quedara nada de la Alleia arrogante y orgullosa que el conocía. En esta chica no había nada,ni siquiera un pequeño brillo en su mirada.

La forma automática en la que obedeció a su amo, lo descompuso. Ella jamás había amado ese lado de él, y el jamás lo había aplicado con ella. El término de amo y esclava sumisa, ella no lo había conocido con él.

La protegió tanto de ese mundo, cuando era suya, cuando la amaba, que al verla ahí ahora por su culpa, de alguna forma hizo que algo en su corazón se removiera. No lo entendía, habían pasado ya dos años, y al principio no le había importado lo que pasara con ella, por eso no había ido a verla, por eso dejó que Leyla se encargara de castigarla, pero ahora al tenerla de frente, todo era distinto. De alguna forma en el fondo de su ser, esperaba que ella se hubiera lanzado a el y le hubiera pedido que la sacara de aquel lugar.

-Acércate a él, esclava- su amo le ordenó, pero ella vaciló un momento, y luego cuando se acercó, el vió el gesto de ella como si se quemara con cada paso que daba hacia el.

-¿Qué quiere que haga amo? - preguntó Alleia con voz temerosa, como si tuviera miedo a la orden siguiente que el le daría.

-Complácelo... Hazlo como lo sabes hacer. Harás que quede satisfecho, a una putita adicta como tu, no le costará nada. Después de todo te has vuelto una experta en el arte de complacer.

UN POZO DE DOLOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora