Capítulo 4

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-Déjame tranquila para siempre- esas palabras se repitieron en la mente de Damon.

Damon se quedó en silencio. No sabía que decir. Sabía que lo que Alleia le decía era sincero, ella lo sentía realmente, porque ella nunca fue buena para callarse lo que sentía o lo que pensaba.

Tan fuerte, tan leal, tan salvaje, tan ruda a veces. Así era ella. Ella golpeaba a quien la molestaba, o molestaba a alguno de sus seres queridos, y no le importaba lo que pensaran. Porque así era su personalidad.

Defendía a quienes amaba a costa de todo y de todos, incluso a costa de si misma.

Incluso lo defendió a él de sus enemigos muchas veces.

Y el la traicionó utilizando todo lo bueno que ella tenía en su contra. Amar tanto a los suyos, la había llevado a donde estaba. Amarlo tanto a él, la hizo perder la cabeza.

La hizo perderse a sí misma.

¿Qué podía hacer el para recuperarla? Era ella quien tenía el poder de regresar a la Alleia de antes. Y no regresaría, porque el la había matado, había pedido a su hermano, que la destruyera.

-Aunque me quieras lejos, no me iré. Te he comprado, ahora eres mía nuevamente- Dijo con rabia, pero no hacía ella realmente, sino hacia si mismo.

-Puedes tener mi cuerpo. Todas las veces que quieras Damon, no me importa. Soy tu esclava después de todo ¿No?, quiero decir, es tu derecho. Pero escúchame, no tendrás nada más de mi, porque yo, juro ante ti, y ante todo lo que me rodea, que nunca volveré a tener algún otro sentimiento hacia ti que no sea odio.

-¿Me odias Alleia, después de todo lo que me amaste?

-Te odio... y me odio por sentir incluso eso hacia ti, porque no debería sentir nada. Pero te odio, te odio tanto...y me duele haberte amado, hasta el punto de haberme vuelto loca queriendo recuperarte- ella le dió la espalda pues no podía aguantar las ganas de llorar, y no quería que el la viera.

-All- Damon quiso acercarse. Pero ella le hizo un pequeño gesto y el se detuvo.

-No te acerques, no te atrevas- las cosas estaban empezando a moverse. El frunció el ceño confundido, ¿porque cada vez que ella se enojaba se movían las cosas? No lo entendía.

-¿Qué clase de poder tienes que cuando te molestas, todo a tu alrededor comienza a moverse ?- preguntó por curiosidad. Aunque realmente temía la respuesta.

Ella lo miró de costado, y negó con la cabeza.

-No lo sé, tal vez sólo tengo las suficientes ganas de morir aplastada- dijo ella. Y luego se movió hacia una esquina y se quedó sentada- pero mi cabeza no es lo suficientemente fuerte para lograrlo- las cosas dejaron de moverse de golpe cuando ella dijo lo último.

-Alleia...hablo en serio.

-Yo también- ella comenzó a reírse como loca- ojalá hubiera sabido antes lo poderosa que podía ser. Me hubiera resultado fácil acabar conmigo en aquella subasta.

El la miró fijamente con el ceño fruncido pero ella quitó su mirada de él, cuando se dió cuenta de lo que Damon pretendía.

-No me intimidas.

-¿Estás loca All?

-All- una cínica sonrisa se asomó en sus labios- no me llames así. ¿Qué eres , mi amigo?, no, ¿mi novio? ,no! Entonces no me llames como si entre tu y yo hubiera algo.

-Lo quieras o no, entre tu y yo si hubo algo, y fue algo hermoso. Yo lo arruiné, me equivoqué, ¿vale? Me equivoqué demasiado contigo, se que todo lo que haga no será suficiente, para arrepentirme y para pedirte perdón...pero...

UN POZO DE DOLOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora