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todo comienza durante su primer semestre, cuando el último paso a la vida adulta está a la vuelta de la esquina y el cúmulo de sensaciones nuevas le hacen un nudo en el estómago. el otoño se habría camino a pasos agigantados y los estudiantes de nuevo ingreso se veían pequeños a comparación del resto, que aún después de meses de vacaciones se desplazaban por la enorme institución con una seguridad envidiable.


carrera estaba solo.

no le molestaba, al contrario. el bajito disfrutaba de su propia compañía, en su juicio, era más valiosa la presencia de su teléfono y su confiable par de audífonos (que estaban tan viejos y desgastados que probablemente no aguantarían un año más) que lo que cualquier persona pudiese ofrecerle.

carrera estaba solo, hasta que lo conoció a él.

alto, semi-fornido y con los rizos azabache más preciosos que podría imaginar. el chico era simplemente atractivo por donde lo viera, una mezcla tan peligrosa entre lo masculino y lo adorable que le había dejado las piernas temblando desde que lo vió por primera vez en los pasillos. tan pronto calló rendido a sus pies, carrera había movido mar y tierra por su príncipe azul. (que días más tarde se enteró se llamaba spreen)

a spreen le gustaba el fútbol, los videojuegos y las bebidas energéticas. siempre desayunaba lo mismo, en la misma mesa de la cafetería. era reservado. tenía un piercing en la naríz y sus padres lo habían reprendido duro por eso. no era el mejor estudiante, pero lo intentaba.
salía poco de casa, y también era un año mayor que él.

¿no era simplemente perfecto?

carrera era un romántico empedernido, que soñaba día y noche con la historia de amor ideal. esa en la que conocía a su príncipe azul y juntos formaban una familia feliz, donde vivían felices para siempre y eran la envidia de los cuentos de fantasía. el día que finalmente le declarara sus sentimientos bajo un árbol de cerezo debía ser mágico. estaban destinados.

sólo había un pequeño problema: era demasiado tímido como para acercarse.
teme arruinarlo todo y perder para siempre su oportunidad de estar junto a spreen, así que se conforma con mirarlo a la distancia y bajar por completo el volumen de la música para tener una forma de sentarse cerca en el almuerzo y escuchar las conversaciones entre el grupo de amigos con disimulo, pretendiendo estar ocupado en sus tareas.

si alguno de ellos lo notó, jamás le dijeron algo. tuvo la oportunidad de continuar así por el resto del semestre, corriendo contra reloj en los pasillos con tal de tomarse esos últimos minutos del receso para asegurarse de ver a su chico entrando a su salón, o gastando el dinero extra en los dulces favoritos del mayor para dejarlos en su mochila cuando no prestaba atención.

pasó todo el primer año pendiente a él, demasiado entretenido repasando sus nuevos descubrimientos como para preocuparse por algo que no involucrase a spreen y sus cautivadores ojos.

ahora tiene un problema. varios problemas.






















































































































"you can't have him, he belongs to me."

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