Capítulo 4. "Un pequeño rescate"

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Siento como mis ojos se llenaban de lágrimas, me encerré en mi cuarto y le puse llave.

No quería hablar con nadie, no quería saber nada más, estar solo es lo peor que puedo hacer, me hace recordar mi pasado pero es lo único que quiero en estos momentos.

Mis latidos eran rápidos y fuertes, me dolía la cabeza, puse la música a todo volumen y al ponerme los audífonos me desconecte del mundo. Era mi burbuja, amo la música, me ayuda a calmarme, a pensar.

Me fui a dar un baño, lo necesitaba, la sensación del agua fría recorrer mi cuerpo me relajaba.

Ya en la noche decidí salir del cuarto pero al abrir la puerta no pude sostenerme, me fallaron las piernas y los brazos.

Al día siguiente despierto y me sigue doliendo la cabeza, estaba acostado en mi cama, supongo que me desmayé. Cheque mi celular y tenia llamadas perdidas de Alex y varios mensajes preguntando qué había pasado.

Seguía sin querer hablar con nadie, le dije a mi mamá que no quería ir al velorio ni a ningún lado, aceptó de mala cara.

Tomé mi celular y le marqué a Alex.

-Hola.- le dije sin energía, me sentía cansado.

-Hola, ¿cómo estás? ¿qué pasó?- se escucha muy preocupado, era lo que menos quería, que estuviera así.

-Falleció mi abuelo.-

-Lo siento mucho amor.-

-Yo lo siento por no haberte avisado antes, pero no quería saber nada de nadie... Te quiero demasiado.-

-¿Entonces quieres que me vaya?-

-¿De dónde?- le pregunte algo confuso.

-Estoy aquí afuera.-

-Espera deja me arreglo un poco.-

-No hace falta, tú te vez hermoso de cualquier manera.-

Colgué y fui a abrirle la puerta.

-¿Cuánto llevas esperando aquí afuera?-

-Unos cuantos minutos.-

No le creí ni una sola palabra.

Sentía sus brazos al rededor mío, era como si lo hubieran mandado en el momento exacto.

Me di cuenta de que no era que no quisiera saber nada de nadie, lo quería a él, lo necesitaba a él.

No paraba de llorar, amaba mucho a mi abuelo, él secaba cada lágrima que caía por mi mejilla.

Me abrazaba fuerte, amaba esos abrazos que me decían que todo estaría bien.

-Quiero que sepas que si caes, caemos juntos, y que mi mano siempre estará ahí para levantarte.- me dijo.

Sólo solté una lágrima y sonreí, estaba más tranquilo, le dije que tenía que marcharse porque no podían verlo mis papás en la casa.

Él entendió y me dio un abrazo y un beso antes de irse.

Un corazón en peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora