1.

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Mateo:

En un salón lleno de ruido ajeno, dónde varios se rodean de gente hipócrita que hablan mal de a quienes llaman amigos, yo no era algo diferente.

También estoy rodeado de gente que son una mierda, pero, haría cualquier cosa, incluso si eso significa ignorar mi propia moral para no estar solo.

Estoy acostumbrado a esta vida. Lo estoy.

Solo hay un personaje que hace que tratar de actuar bien se vuelva algo imposible.

Jeremy, mi vecino. El don perfecto de la familia. Mi mayor dolor de cabeza.

—Por poco me tumbas y no dices nada, que buenos modales ¿No?—lo miro de brazos cruzados.

Me ha pasado por al lado chocando conmigo y ni un: "disculpa" ha sido capaz de decir.

Me ignoró, se colocó sus audífonos y volvió a meterse en su mundo.

Mis compañeros se rieron en voz baja. Esa risa horrible. La risa de una manada de imbéciles que fingen ser alguien que no son.

Le hice una mirada cómplice a uno de mis "amigos", Isaac.

Otro idiota que solo estaba a mi lado por mi posición económica. Usualmente no es raro que solo se junten conmigo por eso.

Caminé hasta donde él estaba y jalé sus audífonos. Sus ojos enfadados me miraron.

—¿Te drogaste? ¿O solo eres idiota? —masculla levantándose de su asiento.

Levanto mi mirada desinteresada.

—Solo te estoy enseñando modales ¿Si? Estoy haciendo algo por tu bien, agradece.

Tomo lo que le he arrebatado y los lanzo al suelo con fuerza. Jeremy me mira ceñudo y aprieta los puños.

—Lo único que yo te agradecería a ti sería que te fueras a la mierda, Mateo —se cruza de brazos.

Mi ceño se frunce.

—Simplemente trataba de que fueras alguien más agradable. Rodearte de gente no es malo, pero claro, esto me pasa por tratar de ayudar —suspiro.

Jeremy se ríe incrédulo.

—Por amor de Dios, primero muerto antes que ser como tú. Un imbécil que se junta con otros igual que él por miedo a quedarse solo. Mateo tu y yo sabemos que nunca me ayudarías en una mierda.

Mi pecho se comprime y nuestros compañeros empiezan a murmurar entre ellos.

—Eres un...

El ruido del salón se va y todos vuelven a sus lugares.

—Jovenes, por favor a sus lugares —habla el maestro.

Le doy una última mirada a Jeremy quien me dedica una sonrisa forzada.

—Si, lo siento... —murmuro y voy a mi lugar.

    ———————¶————————

Las horas se pasaron como un caracol. Cuando al fin acaban es cuando todos salen al receso y se juntan unos con otros.

Estaba parado en el pasillo, con mi mano en el bolsillo fingiendo que no estaba viendo cómo todos reían con otros, mientras yo... A mí solo me queda mirar.

Ese sentimiento horrible de no encajar en ningún lugar y no saber a dónde acudir porque sabes que en el fondo odian estar contigo.

Isaac me llamó a su grupo con la mano. Llegué a ahí en silencio y con una sonrisa falsa.

Un nosotros complicado. | COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora