5.

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Mateo:

Hoy hice lo mismo de siempre, despertar, bañarme, quejarme de mi miserable vida y rezar por no verle la cara a alguno de mis padres.
Ni a ellos ni a mi hermano.
Por favor que alguien los desaparezca por obra de magia.

Me asomo sigilosamente por la puerta de mi habitación.

No había nadie.

Wow, soy mago, que increíble. Ahora...que me llueva ácido encima.

——¿Salieron todos?—pregunte confundido.

Sabía que había hecho una pregunta al aire.

No pude evitarlo. Por primera vez podía estar solo en la casa.

Ojalá no vuelvan en todo el día.

Sería felicidad absoluta.

Diosito, nunca he creído en ti, pero si existes por favor que no vuelvan al menos no vivos.

Salí de mi casa pacíficamente y feliz.

Al llegar a la escuela no pasó nada nuevo.

Saludé a Jess.

——Hola, ¿Y esa felicidad?—pregunto Jess.

Me encongi de hombros con una sonrisa.

——Por arte de magia mi casa ahora está tranquila.—dije sonriente.

——¿No estaban en casa?—preguntó sorprendida.

Asentí con la cabeza emocionado.

——Hoy es el mejor día de mi vida.—dije sonriendo.

——Tanto que te verás con jeremy.—dijo feliz y mi sonrisa se borró.

——Ja,ja,ja, ya párale, eso me cagó mi día soleado.—dije y Jess me dió un manotazo.

——No hables tan fuerte, te puede escuchar. Maleducado.—me regaño y yo fruncí los labios.

Llegó el profesor y ambos nos fuimos a nuestros lugares.

Pasaron las horas lentísimo.

¿Dios, por qué?

Cuando estoy haciendo otra cosa el tiempo pasa rápido y cuando estoy en clases el tiempo parece detenerse durante siglos.

O solo soy yo, o el tiempo me aborrece.
Yo a él también por no matarme aún, pero en fin.

Cuando por fin sonó la campana Jess y yo salimos.

Y al salir Jess se ocupó y tuvo que irse a hacer algo.

Un profesor la había llamado.

——Realmente lamento dejarte solo, lo siento.—dijo Jess desanimada.

——No te preocupes.—dije negando con las manos.

——En serio lo siento, te veré luego, te compraré galletas, te lo prometo.—dijo.

Yo le di leves empujoncitos para que se fuera.

Jess hizo un puchero y cuando el profesor la llamó nuevamente se despidió dudando y se fue.

Que bien, otra vez solo, deprimido y sin nada que hacer.

Me gustaba estar solo, pero ahora ya no sabía que hacer.

Y cuando menos lo pensé me habia escabullido a la azotea de la escuela.

Me senté en el suelo justo en uno de los laterales de la pared al lado de la puerta mientras respiraba aire.

Un nosotros complicado. | COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora