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Las personas pasaban al igual que los años, un ángel y un demonio vivían juntos en una vieja librería, reian, comían y leían juntos, cuidaban plantas y lo más importante: eran felices.

Ambos se encontraban recostados en el sofá hablando del último libro que habían leído, Crowley recientemente había leído "orgullo y prejuicio" debido a que su ángel más de Una vez lo había mencionado aunque jamás lo admitiria delante de otras personas, el romance no era del todo de su digusto.

-ese baile, oh querido ¿podríamos bailar esa pieza?- decía Aziraphale mientras acariciaba el cabello de su demonio, Crowley odiaba qué le tocarán el cabello, pero si era Aziraphale, no le importaba, al Contrario si eran las suaves manos de su ángel, podía estar así todo el día.

Crowley asintio suavemente mientras que Aziraphale emocionado de un saltito se paro del sofá y fue a buscar entre distintos vinilos el disco qué tanto quería, al vivir por varios años juntos los discos de Crowley y los discos de Aziraphale se habían mezclado, juntando así vinilos de rock y música clásica.

Aziraphale sonriente tomo el vinilo y lo puso en el tocadiscos, la música comenzó a sonar y Crowley con algo de pereza se levantó con ayuda de un emocionado ángel.

Sus manos estaban juntas y sus pies se movían al compás de la canción, el ángel sonreía y el demonio no podía desviar la vista de aquel ser angelical, sonriendo también, llevaban años de relación, y aun así cada día al despertar se veían con ojos de jóvenes enamorados, ambos se amaban, ambos se cuidaban, eran una relación tan perfecta que ni los problemas angelicales o infernales podían intervenir entre ellos dos, tenían sus diferencias, sus discusiones, pero jamás dejaban qué aquello definiera el rumbo de su relación.

-oh cariño- rió el ángel al haber caído en los brazos de Crowley, quien sonreía coquetamente y beso sus labios, como si fuese la primera vez.

-¿desearías ir con este demonio al Ritz?- preguntó el de ojos ámbar

-sabes que soy incapaz de negarme ante esos ojos- respondió el de ojos claros, ambos dejaron de bailar y caminaron juntos hasta el bentley, el cual como era costumbre manejo Crowley a toda velocidad.

-llegamos- dijo Crowley bajando del auto y se quedó quieto hasta que su ángel salió del auto también y tomo su brazo para ingresar al restaurante.

Ambos se sentaron, se miraban mutuamente, hablaban de cualquier cosa, pidieron algo de comer y reian, todas la personas a su alrededor aunque jamás los hayan visto podían deducir qué ellos tenían algo íntimo, y no se equivocaban.

Crowley se negó a pedir algo dulce como de costumbre, así que Aziraphale era el único que estaba comiendo postre, Zira hablaba animadamente sobre un libro que había encontrado hace poco, era el manuscrito original de Sherlock Holmes.

-su caligrafía era tan impecable, oh cielo, admito que me hubiese gustado conocerlo- Crowley escuchaba atentamente, pero en un momento dejo de escuchar y se levanto de su asiento-¿sucede algo querido?-

Crowley miraba hacia un lado estaba sonrojado y con sus manos en los bolsillos, pasaron algunos segundos en silencio hasta que finalmente Crowley comenzó a hablar.

-llevamos siglos juntos ¿no?- Aziraphale asintio- y llevamos años siendo pareja, ¿no?- Zira volvió a asentir -bien, entonces ¿Porque no pasar el resto de los siglos siendo... -su voz se corto, sentía las miradas de los demás y lo más importante estaba inmerso en la mirada de su ángel- digo, creo que podemos, ser mucho más que lo que somos ahora- incapaz de explicarse decidió arrodillarse, saco una caja negra de su bolsillo y la abrió mostrando un anillo de color negro con una serpiente roja tallada , y suspiro- ángel, quisieras ser mi esposo?- preguntó aguantando la respiración, sus nervios eran notorios.

Más Que un Equipo (GoodOmens) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora