El águila volaba rauda a través del cielo azul. No había ni una sola nube, y el animal destacaba como una mota, a veces negra, , sin que nada estorbase la majestad de su vuelo. Ella era la reina de las aves, y como tal, planeaba sobre sus dominios, con el sonido del viento cantándole en los oídos.
Pero el águila no volaba ociosa, ya que tenía una misión que cumplir: debía reunirse con el tejón, el león y la serpiente junto al lago mágico, donde se habían citado desde el principio de los tiempos. Allí debían realizar una misión a la que dedicarían su vida, y que tendría repercusión sobre las generaciones venideras. Por eso su vuelo era tan veloz, ya que quería llegar a tiempo a tan importante cita.
Todo parecía ir bien, hasta que de pronto, el cielo se oscureció y el águila se vio rodeada por espantosas criaturas que enfriaban el aire de su alrededor a medida que se acercaban a ella. El águila sintió cómo sus energías menguaban, y su anterior alegría desapareció de repente, absorbida por los dementores.
El águila cayó en picado, batiendo las alas con desesperación, en un inútil intento por mantenerse en el aire, a la vez que aquellos seres la seguían. En el último momento, evitó el choque contra el suelo, y con una peligrosa parábola logró introducirse en el cercano bosque, donde los árboles impedían el paso de los dementores.
Sin embargo, sus alas eran demasiado largas para volar entre los árboles, y el águila se vio en serias dificultades para avanzar. Se posó sobre una rama, con la esperanza de que sus perseguidores pasaran de largo, y se quedó en silencio, girando la cabeza de un lado a otro, para huir si aquellas sombras se acercaban.
Entonces, una pesada red cayó sobre ella, tirándola al suelo e inmovilizándola. El águila se debatió y chilló, pero no pudo remontar el vuelo. Un hombre encapuchado se acercó a ella y la observó a través de las rendijas de su máscara, sonriendo con satisfacción.
–Me alegro de conocerte al fin –dijo–. Mi señora Rowena.
***
Severus se despertó, con la mirada perdida y la respiración agitada. Su cuarto, situado en las mazmorras, estaba completamente a oscuras, pero sin saber por qué, Severus tubo la imperiosa necesidad de encender alguna luz, para apartar la sensación de que le estaban espiando.
Cuando comprobó que estaba tan a solas como siempre, Severus intentó tranquilizarse, comprobando que eran las tres de la mañana, pero no pudo apartar de su cabeza las sensaciones que le había dejado la pesadilla: indefensión, impotencia, miedo... sin embargo, no recordaba exactamente lo que había soñado.
Un escalofrío le recorrió la espalda, y Severus tuvo de repente el presentimiento de que algo iba terriblemente mal. La confirmación de esa sensación llegó cuando un patronus en forma de fénix atravesó su puerta y comenzó a volar en círculos por la pequeña habitación.
Comprendiendo que el director necesitaba su ayuda urgentemente, Severus se vistió a toda prisa, cogió una pequeña bolsa donde guardaba un equipo completo de pociones elementales para emergencias y salió corriendo hacia el despacho del Dumbledore.
Quince minutos más tarde, Severus llamó a la puerta, deseando ser un poco más joven, hacer más ejercicio, o directamente, no tener asma. Dumbledore le hizo pasar de inmediato, y el profesor de pociones pudo ver que el director parecía terriblemente cansado, como si no hubiese dormido, y muy preocupado.
El despacho estaba más desordenado de lo que era habitual: libros de todos los tamaños y épocas se esparcían por el suelo y sobre las mesas, tirados de cualquier manera, al igual que cientos de pergaminos, algunos viejos y otros más recientes.
–¿Ocurre algo? –preguntó Severus, presintiendo la gravedad del ambiente.
–Siéntate, Severus, por favor –Dumbledore, a pesar de las circunstancias, no perdía los buenos modales–. Me temo que ha ocurrido algo terriblemente grave que puede poner en peligro el mundo actual, tal y como lo conocemos –él se sentó también, suspirando con agotamiento. Severus no replicó, olvidando su cinismo habitual, y escuchó atentamente al director. Dumbledore se pasó una mano por la cara, masajeándose el puente de la nariz–. Ha habido... una rotura mágica en el espacio-tiempo –dijo con gravedad. Severus le miró confundido.

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Salvando a Ravenclaw (Severus x Rowena Ravenclaw)
Fanfic-Severus, lo que pretendo decirte es que debes viajar al pasado para que Rowena Ravenclaw llegue sana y salva a su destino -le explicó Dumbledore, con una calma infinita, pero sin dejar de taladrarle con sus ojos azules-. Es la única forma de asegur...