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10. El Agua del pasillo.

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Durante unos días, en la escuela no se habló de otra cosa que de lo que le habían hecho a la Señora Norris.

Filch mantenía vivo el recuerdo en la memoria de todos haciendo guardia en el punto en que la habían encontrado, como si pensara que el culpable volvería al escenario del crimen. Harry le había visto fregar la inscripción del muro con el Quitamanchas mágico multiusos de la señora Skower, pero no había servido de nada: las palabras seguían tan brillantes como el primer día.

Cuando Filch no vigilaba el escenario del crimen, merodeaba por los corredores con los ojos enrojecidos, ensañándose con estudiantes que no tenían ninguna culpa e intentando castigarlos por faltas imaginarias como «respirar demasiado fuerte» o «estar contento».

Ginny Weasley parecía muy afectada por el destino de la Señora Norris. Según Ron, era una gran amante de los gatos.

—Pero si no conocías a la Señora Norris —le dijo Ron para animarla—. La verdad es que estamos mucho mejor sin ella. —A Ginny le tembló el labio. Rue, quien también estaba presente, trato de ayudar pero... creo que salió peor.

— Cosas como éstas no suelen suceder en Hogwarts. Atraparán al que haya sido y lo echarán de aquí inmediatamente. Sólo espero que le dé tiempo a petrificar a Filch antes de que lo expulsen.— Rue rio un poco.—Esto es broma… — añadió apresuradamente, al ver que Ginny se ponía blanca.

Aquel acto vandálico también había afectado a Hermione. Ya era habitual en ella pasar mucho tiempo leyendo, pero ahora prácticamente no hacía otra cosa. Cuando le preguntaban qué buscaba, no obtenían respuesta, y tuvieron que esperar al miércoles siguiente para enterarse.

Rue estaba muy cansada por la situación y trato de mantenerse alejada lo paso posible de todo eso. Ya que Demián la tenía muy vigilada y más que nada, amenazada con decirle a su tía sobre lo que había pasado.

Ella se dirigía a la biblioteca con cara de cansancio. Además, estaba buscando un libro para su tarea de encantamientos, por lo que fue a la biblioteca.

Rue llegó a la biblioteca y vio a lo lejos a Harry con Ron. Ron tenía cara de frustración y se acercó a ellos de inmediato.

—No puede ser, todavía me quedan veinte centímetros… —dijo furioso Ron soltando el pergamino, que recuperó su forma de rollo— y Hermione ha llegado al metro y medio con su letra diminuta.

— Es Hermione. Ella siempre hace cosas muy complicadas.— Dijo Rue sentándose en medio de ellos.— Por cierto, ¿Dónde está?— Harry estaba usando la cinta métrica para así desarrollar su trabajo de Historia.

—En algún lado por allá —respondió Ron, señalando hacia las estanterías—. Buscando otro libro. Creo que quiere leerse la biblioteca entera antes de Navidad.

— Creme que su fueran libros normales y no de educación, ya me hubiera leído todos.— Dijo Rue a Ron.— ¿Qué pasa, cuatro ojos? Parece que quieres contar algo.

Harry les contó que Justin Finch-Fletchey lo había esquivado y se había alejado de él a toda prisa.

—No sé por qué te preocupa, si siempre has pensado que era un poco idiota —dijo Ron, escribiendo con la letra más grande que podía— Todas esas tonterías sobre lo maravilloso que es Lockhart…

— Es un idiota.— Dijo Rue refiriéndose a Lockhart.

Hermione surgió de entre las estanterías. Parecía disgustada pero dispuesta a hablarles por fin.

—No queda ni uno de los ejemplares que había en el colegio; se han llevado la Historia de Hogwarts —dijo, sentándose junto a Harry, Rue y Ron— Y hay una lista de espera de dos semanas. Lamento haberme dejado en casa mi ejemplar, pero con todos los libros de Lockhart, no me cabía en el baúl.