05. Castigados.

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No era la llegada triunfal que habían imaginado. Con el cuerpo agarrotado, frío y magullado, cada uno tomó su baúl por el aro del extremo, y los arrastraron por la ladera cubierta de césped, hacia arriba, donde les esperaban las inmensas puertas de roble de la entrada principal.

—Me parece que ya ha comenzado el banquete. —dijo Ron, dejando su baúl al principio de los escalones y acercándose sigilosamente para echar un vistazo a través de una ventana iluminada— ¡Eh, chicos, vengan a ver esto… es la Selección!

Harry y Rue se acercaron a toda prisa, y juntos contemplaron el Gran Comedor. Sobre cuatro mesas abarrotadas de gente, se mantenían en el aire innumerables velas, haciendo brillar los platos y las copas.

Encima de las cabezas, el techo encantado que siempre reflejaba el cielo exterior estaba cuajado de estrellas. A través de la confusión de los sombreros negros y puntiagudos de Hogwarts, Harry vio una larga hilera de alumnos de primer curso que, con caras asustadas, iban entrando en el comedor.

Ginny estaba entre ellos; era fácil de distinguir por el color intenso de su pelo, que revelaba su pertenencia a la familia Weasley. Mientras tanto, la profesora McGonagall, una bruja con gafas y con el pelo recogido en un apretado moño, ponía el famoso Sombrero Seleccionador de Hogwarts sobre un taburete, delante de los recién llegados.

Cada año, este sombrero viejo, remendado, raído y sucio, distribuía a los nuevos estudiantes en cada una de las cuatro casas de Hogwarts: Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Rue recordaba muy bien como se sintió ponerse aquel sombrero. Ella sabía que terminaría en Slytherin por ciertas actitudes que tenía para estar en esa casa. A pesar de que había ayudado a aquel trio de amigos y que había ganado puntos para su casa... No habían ganado la copa. Perdieron contra Gryffindor después de siete años de victoria.

Habían llamado a un chico muy pequeño, de pelo castaño, para que se pusiera el sombrero. Rue desvió la mirada hacia el profesor Dumbledore, el director, que se hallaba contemplando la Selección desde la mesa de los profesores, con su larga barba plateada y sus gafas de media luna brillando a la luz de las velas.

Varios asientos más allá, también vio a Gilderoy Lockhart, vestido con una túnica color aguamarina. Y al final estaba Hagrid, grande y peludo, apurando su copa.

—Espera… —dijo Harry a Ron en voz baja— Hay una silla vacía en la mesa de los profesores. ¿Dónde está Snape?

Severus Snape era el profesor que menos le gustaba a Harry. Y Harry resultó ser el alumno que menos le gustaba a Snape, que daba clase de Pociones y era cruel, sarcástico y sentía aversión por todos los alumnos que no fueran de Slytherin, la casa a la que pertenecía.

Rue empezó a sentir nervios al no ver a su profesor y jefe de casa en su lugar habitual.

—¡A lo mejor está enfermo! —dijo Ron, esperanzado.

—¡Quizá se haya ido, —dijo Harry— porque tampoco esta vez ha conseguido el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras!

—O quizá lo han echado —dijo Ron con entusiasmo—. Como todo el mundo lo odia…

— Disculpa, pero yo no lo odio.— Dijo Rue.— Quizá solo fue al baño.— Dijo con nervios.

—O tal vez —dijo una voz glacial detrás de ellos— quería averiguar por qué no habían llegado ustedes tres en el tren escolar.

Rue sintió tantos nervios que no quiso voltear, pero tuvo que hacerlo.

Allí estaba Severus Snape, con su túnica negra ondeando a la fría brisa. Era un hombre delgado de piel cetrina, nariz ganchuda y pelo negro y grasiento que le llegaba hasta los hombros, y en aquel momento sonreía de tal modo que Rue, Ron y Harry comprendieron inmediatamente que se habían metido en un buen lío.

²ℝ𝕌𝔼 𝕐 𝕃𝔸 ℂ𝔸𝕄𝔸ℝ𝔸 𝔻𝔼 𝕃𝕆𝕊 𝕊𝔼ℂℝ𝔼𝕋𝕆𝕊.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora