La Reina de las Mentiras

Capítulo 2

Aquí a punto de acceder a la ceremonia donde se que no habrá vuelta atrás, siento en lo profundo de mi ser que yo he nacido para ser una guerrera de las sombras. Desde joven, siempre he sentido una atracción innegable hacia la oscuridad y misterio que envuelve a los guerreros sigilosos. Siempre he creído que estoy destinada a ser una fuerza formidable, capaz de moverme entre las sombras y enfrentar los desafíos más oscuros de nuestro reino. No obstante, la vida ha tomado mis sueños y les ha dado un giro drástico poniendo en el camino la muerte de mis padres ante mis ojos.

Con su partida, mi sueño de no ser solo una guerrera de las sombras, sino también una reina, se han desmoronado. La responsabilidad de liderar y gobernar perece mucho más pesada que nunca y mi destino se está viendo alterado por completo. Siento como mi alma está conectada a la esencia misma de los guerreros y también que está desapareciendo con el deber de la realeza, renunciando a una vida que nunca será mía.

—¿Preparada para sorprenderlos a todos con tu belleza despampanante?

No miro a ninguno de mis acompañantes tras decir aquellas palabras, ya que mi voz se ha consumido con el pánico que irradia de mis adentros y porque siempre he creído que nadie está preparado para algo en la vida. Y mucho menos para una coronación inesperada. Por lo tanto, sin dirigirme a nadie en particular abro la puerta que tantas veces he abierto y que tantos recuerdos alberga.

El silencio que se siente es demasiado denso en el momento que paso por el centro como si se tratase de una boda. Todos los Sombríos de forma inconsciente que se inclinan hacia adelante mostrando una gratitud que no me merezco. Desde el momento que he puesto un pie en el gran salón, he sabido que este día se quedará en un hito en mi vida, aunque no exactamente de la manera que he imaginado.

Mi corazón late en una mezcla de emoción, ansiedad y un toque de miedo. Cada paso que doy resuena en el suelo de mármol, como si el propio casillo estuviese hablando, recordándome la importancia de mi papel en este día. Mis ojos están fijos en el suelo, como si temiese que, al levantar la mirada, el peso de todas las expectativas me abrumase por completo. Escucho los murmullos de la multitud reunida, como un zumbido constante que me recuerda que estoy lejos de estar sola en este camino. La magnificencia de la sala, con sus altos techos adornados con candelabros centelleantes y las paredes decoradas con tapices de colores más bien neutros, parecen distantes en este momento, como si todo lo que importa es la tarea que me espera al final de mi recorrido.

Finalmente, levanto la vista y me encuentro con los ojos más llenos de expectativas de todos los Sombríos que me miran desde sus asientos. Un nudo se me forma en la garganta, y tengo que recordarme a mí misma que no estoy sola en esto. Tengo a mi hermano y a todo un reino que confía más en mí de lo que yo lo he logrado en toda mi vida. Y aun llevo conmigo los recuerdos de unos padres que me enseñaron y prepararon para este momento. Una promesa que late con frenesí dentro de mí mientras me acerco al trono.

Mi mente ahora mismo es un torbellino de emociones: orgullo por un legado que represento, tristeza por la ausencia de mis padres y una ansiedad creciente ante todo lo que a minutos de distancia va a recaer sobre mis hombros, como pesados bloques de oro puro.

Y aquí está, el trono majestuoso que me espera aguardando. Mi hermano a la izquierda de él con la corona entre sus finos dedos, con unos ojos brillantes ante la admiración y la tristeza que tiene puesto en mí.

La corona entre sus manos parece más deslumbrante de lo que jamás he imaginado. Cada joya incrustada en ella parece centellar pequeños destellos de esperanza. No solo es un adorno, es un símbolo de la responsabilidad que estoy a punto de asumir. Siento este nudo existente en el estómago haciéndose mucho más grande, pero también una chispa de determinación que comienza a arder en mi interior.