Capítulo 7

17 5 2
                                    

La comida ha sido bastante incómoda. No sé si ha sido porqué he tenido todo el tiempo la cabeza en millones de sitios menos en lo que debía o porque todas las miradas estaban puestas en mí mientras más que comer jugueteaba con mi arroz con setas. No obstante, después de comer e optado por ir a mis aposentos a descansar un poco porque no me encontraba extremadamente bien.

Es como que desde que soy reina las noticias han caído como bofetadas invisibles ante mí y ni siquiera se como evitarlas o al menos controlarlas. Los ataques de ansiedad se han ido multiplicando a lo largo de estas semanas y las pesadillas que incluso creí que se habían esfumado han regresado a las malas. Los gritos por las noches no han cesado, como también el descontrol hacía mis sombras.

Siempre he vivido la ansiedad como un constante en mi vida, aunque más bien todo comenzó cuando cumplí doce años y mi cuerpo no lo aguantó más. Desde ese día, normalmente, suelo tener estos ataques y muchas veces son tan agresivos que me obligan a recurrir a casos extremos. Algunos en los que me obligo a mi misma a ingerir veneno para centrarme en ese dolor y evitar sufrir. Sin embargo, muchas veces se manifiestan de formas más retorcidas. Y lo odio con toda mi alma.

Ahora sentada en el borde de mi cama no dejo de contemplar y analizar mis sandalias de tonos ocres que tengo sujetas a mis pies pequeños, al igual que el mareo extraño que me pide que me lance por la ventana y me transforme en una sombra. Puede que suene raro, pero lo cierto es que hace tanto tiempo que no sobrevuelo Penumbria, que ya no se siquiera lo que se debe de sentir.

¿Y si salgo por la ventana? ¿Acaso alguien se enteraría?

—Depende de cuan obsesionados estén contigo esos guardias que no te dejan ni respirar tranquilamente—U reaparece con una sonrisilla traviesa de entre los labios.

—¿Por qué no te pierdes de nuevo? ¿Cuál es tu intención volviendo? —pongo los ojos en blanco con su llegada.

—Ninguna. Simplemente aprovecho mi tempo de libertad antes de que me arrojes el veneno que me dejará atontado.

—Pues desaparece que no estoy de humor para hablar contigo.

—¿Acaso sigues enfadado conmigo por haber dicho lo que dije hace un par de horas? Ya sabes que es una simple hipótesis...

—¡Qué no! —grito, harta de tenerlo cerca de mí—. Por si no lo sabes ya, te odio.

—Eso me ha quedado muy claro, pero sigo siendo tu sombra, ¿no?

—O un error que nunca debió existir.

Puede que mi comportamiento esté siendo bastante infantil, teniendo en cuenta que no ha hecho nada que pueda enfadarme ahora y mucho menos hacer que tenga unas ganas enormes de darle una paliza hasta dejarlo amoratado en el suelo. No obstante, es como que el rencor está tan creciente entre los dos, que el pasado ha nublado mi juicio y solamente verlo hace que todo lo que hizo se vuelva más real al tenerlo mirándome con un vacío que solo consigue acentuar la rabia en mi interior.

—Se que fui un capullo...—intenta comenzar una disculpa, que sé que nunca lo va a sentir.

—No, no necesito que ahora después de muchos años te disculpes porque sabes que no me tienes como aliada de tus atrocidades. Y entiendo que eres una sombra, pero yo te creé y con ello también todo lo que representas.

—Eso nunca se me va olvidar. Se mi lugar en este mundo de paranormales y por eso quiero dis...

—Ni lo intentes, joder—intento que mi cuerpo no hierba mientras me levanto de la cama hasta acercarme al armario cansada de tenerlo cerca de mí—. ¿Sabes lo que estás consiguiendo?

—Ellas no tienen la culpa de que tú me desprecies. No lo hagas—me advierte intentando detenerme, pero lo único que consigue es acabar al otro lado de la habitación—. ¿De verdad dejas que el odio te ciegue?

La Reina de las Mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora