Capítulo 5

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Dedicado: A mi abuela, a la persona que siempre estuvo para mí tanto en las malas como en las buenas. Gracias por haber sido la mejor abuela que podría haber deseado.

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La muerte es un misterio profundo y eterno que todos enfrentamos tarde o temprano. Es el último acto de vida, el cierre de un capítulo que nadie puede evitar. Para algunos, es el fin absoluto, el punto final de la existencia, mientras que, para otros, como los Sombríos, es solo el principio de una nueva travesía en lo desconocido.

Cuando cruzamos el umbral hacia la muerte, enfrentamos una elección única. Podemos optar por convertirnos en sombras, entidades etéreas que velan en silencio por nuestros seres queridos, guiándolos desde las sombras, protegiéndolos con amor y cuidado invisible. O podemos elegir el silencio eterno, una paz en la que nuestros pensamientos y emociones se desvanecen en la oscuridad infinita, liberándonos de la carga de la existencia.

Como una Sombría, he experimentado ambas realidades. Convertirse en una sombra es un acto de amor, una forma de mantenerse cerca de quienes amamos incluso después de haber dejado este mundo. Observamos sus vidas, los guiamos en momentos de necesidad y compartimos en silencio sus alegrías y tristezas. Pero el silencio eterno también tiene su atracción. Es el descanso final, la liberación de las preocupaciones y los pesares terrenales. En ese silencio, no hay sufrimiento ni angustia, solo paz y tranquilidad infinitas.

La muerte, para los Sombríos, es una elección personal y profunda.

Y aunque suene desagradable, me toca ser la llave que abre esas dos elecciones para quienes están a punto de alcanzarlas. Como reina, no me queda de otra que ser la que ayude a llegar a ese final que siempre ha deseado ese Sombrío, ser el final y el principio de algo aún más mágico que la misma magia.

Ahora, estoy parada frente a esta imponente puerta de hierro junto a Sebastián y Rowan, y siento una mezcla abrumadora de emociones. La casa que nos rodea es una construcción antigua, con un aire misterioso y lúgubre que parece abrazarme en este momento de decisión. Las sombras de la noche envuelven el lugar, añadiendo un aura de solemnidad a la escena. Esta puerta de hierro, oxidada y macabra en su apariencia, representa el umbral hacia lo desconocido, hacia la encrucijada que enfrento al final de mi vida.

No puedo evitar reflexionar sobre la falta de elección que tuvieron mis propios padres en su partida, lo que me llena de tristeza y envidia hacia esta anciana que tiene la oportunidad de decidir. Recuerdo cómo mis padres nunca tuvieron la opción, murieron sin la oportunidad de elegir su destino. Esta es una herida que aún me duele profundamente, y mi lado egoísta a veces me susurra que debería dejar que alguien más sienta el sufrimiento que tanto mi hermano como yo experimentamos al no conocer la elección de nuestros padres.

Sin embargo, sé que es solo un pensamiento oscuro, una sombra pasajera en mi mente. Mi corazón se acelera ante la responsabilidad que recae sobre mis hombros como reina. Debo ofrecerle a la anciana las dos opciones: convertirse en una sombra para permanecer cerca de sus seres queridos o abrazar el silencio eterno y la paz.

A pesar de mis dudas y luchas internas, sé que no puedo permitir que la amargura me domine. Comprendo que mi dolor no puede ser reflejo de mi deber como reina.

Mientras observo la puerta, imagino a la anciana detrás de ella, enfrentando su propia encrucijada. Siento empatía por ella y la difícil decisión que la aguarda. Mi lado compasivo y comprensivo me impulsa a seguir adelante y guiarla a través de un momento tan trascendental en su vida...

—¿Vas a quedarte ahí parada? —el tono de Rowan consigue irritarme cuando su voz interrumpe mis pensamientos.

—No es una decisión fácil —Sebastián le responde de manera firme y amenazante, un tono que no había escuchado en él—. ¿Quieres hacer tú el honor?

La Reina de las Mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora